Al analizar los problemas en Espinar con la mina Tintaya, se ha resaltado con razón los problemas que una respuesta violenta y la falta de respeto a acuerdos pactados. La promoción del diálogo y la concertación entre los actores involucrados parece fundamental.
Sin embargo, falta buscar explicaciones y soluciones a otro problema fundamental: ¿porqué si desde hace año y medio hay fondos para ejecutar proyectos en la zona, una de las más necesitadas y pobres del país, estos proyectos no se han hecho realidad? Porque la municipalidad - en manos del Apra que bien debería estar dando explicaciones y dando soluciones al problema – no ha podido gastar ni un tercio de los fondos recibidos entregados por la empresa minera. Al fin y al cabo, lo que las comunidades y la población de la zona quieren no es papeles firmados ni dinero depositado en cuentas, sino proyectos que mejoren su calidad de vida. En primer lugar, proyectos de infraestructura – caminos, pequeñas irrigaciones, agua potable, colegios – y en segundo lugar proyectos que mejoren la productividad y los ingresos de los campesinos. La democracia tiene que ir de la mano con la eficacia, porque una democracia inefectiva simplemente no es sostenible.
¿Es acaso que el plazo es muy corto, que ha pasado demasiado poco tiempo desde que se firmó el convenio? Tras el terremoto que asoló el sur del país en el 2001, desde agosto de ese año Foncodes se abocó a la tarea de reconstruir los colegios afectados en las zonas rurales. Entre febrero y marzo, apenas 8 meses después, se inauguraban más de 120 pequeños colegios, a tiempo para el año escolar. En un lapso menor, de 5 meses, se logró poner en marcha más de mil proyectos de empleo temporal en más de 700 distritos, dando trabajo a más de 50 mil personas. Para infraestructura rural, que es en lo que Foncodes tiene experiencia, el plazo en Tintaya-Espinar no ha sido muy corto. ¿FONCODES tuvo que negociar, ponerse de acuerdo con alguien sobre qué hacer? Me parece que no es adecuado comparar una respuesta a una emergencia –donde es evidente que hay colegios que reconstruir- que un proceso de toma de decisión en un tiempo normal.
En este caso, afirmar que sí se puede dar una respuesta rápida y eficaz a las necesidades básicas de los pobres rurales no es sólo una afirmación de la voluntad sino una constatación de la realidad.
Sin embargo, respuestas de emergencia no son suficientes, deben engancharse con proyectos sostenibles de desarrollo rural. Una acción eficaz y duradera de esta índole requiere que los proyectos respondan a la voluntad de la población a la que deben beneficiar y ser parte de un plan más amplio de desarrollo que incluya no sólo una comunidad, sino una microcuenca y sus conexiones hacia el exterior. Para ello, es indispensable un fortalecimiento de la institucionalidad local, dando más capacidades a las municipalidades y comunidades y estableciendo espacios de concertación entre ellas. En Espinar eso es lo que se avanzó, más aún estaba presente la empresa privada, cosa que no sucede en la mayoría de experiencias de concertación. El problema es que el segundo convenio (con la municipalidad provincial y las organizaciones sociales de carácter provincial) no fue discutido ampliamente, tampoco difundido, cosa que hubiera requerido un poco más de tiempo antes de firmarlo.
En este terreno, instituciones como la Red-Perú, la REMURPE, el proyecto Fortalece y decenas de ONGs tienen amplia experiencia, como de hecho sucedió en el caso del convenio de Tintaya con 5 comunidades que no ha generado protestas y reclamos violentos.
A ello habría que sumar proyectos orientados a desarrollar productiva y empresarialmente a las zonas rurales pobres. Ello demanda un trabajo orientado a identificar productos que puedan colocarse en el mercado y promover, con capacitación, asistencia técnica y crédito, que las familias campesinas puedan elevar su productividad, adecuarse a los requerimientos del mercado y vender exitosamente no sólo productos agropecuarios sino también servicios turísticos, artesanías y otros. También en este caso hay experiencia, instituciones y proyectos exitosos como Marenass y el del Corredor Puno-Cusco que opera muy cerca de Espinar, entre muchos otros.
Que lograr el desarrollo rural en los Andes es difícil, lo muestran décadas de experiencias pocas veces exitosas. Pero en estas décadas, hemos acumulado conocimientos e instituciones capaces; el problema es que no se utilizan. Como si cada vez hubiera que reinventar la rueda y volver a establecer la organización que las pueda fabricar y utilizar. Esto es lo que pasó en el caso de Espinar y Tintaya, donde el mecanismo escogido en el acuerdo hoy cuestionado fue otorgar la responsabilidad de ejecutar los proyectos a la municipalidad, que con las elecciones eligió a un alcalde cuyos resultados muestran una notoria incapacidad de ejecutar obras.
Combinar formas eficaces para ejecutar proyectos y aprovechar el know-how de instituciones públicas y ONGs, junto con las experiencias de concertación y fortalecimiento de la institucionalidad local es el camino para un esfuerzo rápido, masivo y eficaz como el que requiere la lucha contra la pobreza rural. El Estado tiene una responsabilidad central en este terreno, porque las empresas mineras no tienen porque ser especialistas en desarrollo rural en comunidades campesinas. Las empresas mineras deben ser responsables con la sociedad que los acoge, cuidando el medio ambiente y aportando financieramente al desarrollo. Pero no podemos demandarles que sean también responsables de hacer proyectos sociales y hacer realidad el desarrollo en la zona. Además, no hay minas sino en una pequeña proporción de nuestros distritos rurales ¿acaso sólo ellos tienen derecho al desarrollo? Una institucionalidad pública, nacional y local, construida desde abajo y desde arriba, es indispensable para que este proceso tenga éxito. Para ello, no hay que reinventar la rueda, basta con juntar las partes que ya están listas y darles una organización adecuada.
Estoy de acuerdo con esto. Sin embargo habría que precisar algunas cosas:
a) ¿Había participación de las organizaciones? Sí había, pero al parecer ello no es suficiente. Se requiere que sus dirigentes sean capaces de construir acuerdos entre sí.
Sin embargo, falta buscar explicaciones y soluciones a otro problema fundamental: ¿porqué si desde hace año y medio hay fondos para ejecutar proyectos en la zona, una de las más necesitadas y pobres del país, estos proyectos no se han hecho realidad? Porque la municipalidad - en manos del Apra que bien debería estar dando explicaciones y dando soluciones al problema – no ha podido gastar ni un tercio de los fondos recibidos entregados por la empresa minera. Al fin y al cabo, lo que las comunidades y la población de la zona quieren no es papeles firmados ni dinero depositado en cuentas, sino proyectos que mejoren su calidad de vida. En primer lugar, proyectos de infraestructura – caminos, pequeñas irrigaciones, agua potable, colegios – y en segundo lugar proyectos que mejoren la productividad y los ingresos de los campesinos. La democracia tiene que ir de la mano con la eficacia, porque una democracia inefectiva simplemente no es sostenible.
¿Es acaso que el plazo es muy corto, que ha pasado demasiado poco tiempo desde que se firmó el convenio? Tras el terremoto que asoló el sur del país en el 2001, desde agosto de ese año Foncodes se abocó a la tarea de reconstruir los colegios afectados en las zonas rurales. Entre febrero y marzo, apenas 8 meses después, se inauguraban más de 120 pequeños colegios, a tiempo para el año escolar. En un lapso menor, de 5 meses, se logró poner en marcha más de mil proyectos de empleo temporal en más de 700 distritos, dando trabajo a más de 50 mil personas. Para infraestructura rural, que es en lo que Foncodes tiene experiencia, el plazo en Tintaya-Espinar no ha sido muy corto. ¿FONCODES tuvo que negociar, ponerse de acuerdo con alguien sobre qué hacer? Me parece que no es adecuado comparar una respuesta a una emergencia –donde es evidente que hay colegios que reconstruir- que un proceso de toma de decisión en un tiempo normal.
En este caso, afirmar que sí se puede dar una respuesta rápida y eficaz a las necesidades básicas de los pobres rurales no es sólo una afirmación de la voluntad sino una constatación de la realidad.
Sin embargo, respuestas de emergencia no son suficientes, deben engancharse con proyectos sostenibles de desarrollo rural. Una acción eficaz y duradera de esta índole requiere que los proyectos respondan a la voluntad de la población a la que deben beneficiar y ser parte de un plan más amplio de desarrollo que incluya no sólo una comunidad, sino una microcuenca y sus conexiones hacia el exterior. Para ello, es indispensable un fortalecimiento de la institucionalidad local, dando más capacidades a las municipalidades y comunidades y estableciendo espacios de concertación entre ellas. En Espinar eso es lo que se avanzó, más aún estaba presente la empresa privada, cosa que no sucede en la mayoría de experiencias de concertación. El problema es que el segundo convenio (con la municipalidad provincial y las organizaciones sociales de carácter provincial) no fue discutido ampliamente, tampoco difundido, cosa que hubiera requerido un poco más de tiempo antes de firmarlo.
En este terreno, instituciones como la Red-Perú, la REMURPE, el proyecto Fortalece y decenas de ONGs tienen amplia experiencia, como de hecho sucedió en el caso del convenio de Tintaya con 5 comunidades que no ha generado protestas y reclamos violentos.
A ello habría que sumar proyectos orientados a desarrollar productiva y empresarialmente a las zonas rurales pobres. Ello demanda un trabajo orientado a identificar productos que puedan colocarse en el mercado y promover, con capacitación, asistencia técnica y crédito, que las familias campesinas puedan elevar su productividad, adecuarse a los requerimientos del mercado y vender exitosamente no sólo productos agropecuarios sino también servicios turísticos, artesanías y otros. También en este caso hay experiencia, instituciones y proyectos exitosos como Marenass y el del Corredor Puno-Cusco que opera muy cerca de Espinar, entre muchos otros.
Que lograr el desarrollo rural en los Andes es difícil, lo muestran décadas de experiencias pocas veces exitosas. Pero en estas décadas, hemos acumulado conocimientos e instituciones capaces; el problema es que no se utilizan. Como si cada vez hubiera que reinventar la rueda y volver a establecer la organización que las pueda fabricar y utilizar. Esto es lo que pasó en el caso de Espinar y Tintaya, donde el mecanismo escogido en el acuerdo hoy cuestionado fue otorgar la responsabilidad de ejecutar los proyectos a la municipalidad, que con las elecciones eligió a un alcalde cuyos resultados muestran una notoria incapacidad de ejecutar obras.
Combinar formas eficaces para ejecutar proyectos y aprovechar el know-how de instituciones públicas y ONGs, junto con las experiencias de concertación y fortalecimiento de la institucionalidad local es el camino para un esfuerzo rápido, masivo y eficaz como el que requiere la lucha contra la pobreza rural. El Estado tiene una responsabilidad central en este terreno, porque las empresas mineras no tienen porque ser especialistas en desarrollo rural en comunidades campesinas. Las empresas mineras deben ser responsables con la sociedad que los acoge, cuidando el medio ambiente y aportando financieramente al desarrollo. Pero no podemos demandarles que sean también responsables de hacer proyectos sociales y hacer realidad el desarrollo en la zona. Además, no hay minas sino en una pequeña proporción de nuestros distritos rurales ¿acaso sólo ellos tienen derecho al desarrollo? Una institucionalidad pública, nacional y local, construida desde abajo y desde arriba, es indispensable para que este proceso tenga éxito. Para ello, no hay que reinventar la rueda, basta con juntar las partes que ya están listas y darles una organización adecuada.
Estoy de acuerdo con esto. Sin embargo habría que precisar algunas cosas:
a) ¿Había participación de las organizaciones? Sí había, pero al parecer ello no es suficiente. Se requiere que sus dirigentes sean capaces de construir acuerdos entre sí.
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b) ¿Dónde estaba el ministerio de agricultura, FONCODES, el ministerio de salud, Pronamachcs y el gobierno regional, cuando se discutía qué hacer con el dinero? Hay que acercar estas competencias del Estado fortaleciendo el GR y la municipalidad provincial. Pero ¿Si hubieran estado presentes habrían sido parte del problema o de la solución? . Posiblemente cada uno habría también jalado para su lado: se requiere reforzar una mirada más integral/transversal del desarrollo en el Estado.
b) ¿Dónde estaba el ministerio de agricultura, FONCODES, el ministerio de salud, Pronamachcs y el gobierno regional, cuando se discutía qué hacer con el dinero? Hay que acercar estas competencias del Estado fortaleciendo el GR y la municipalidad provincial. Pero ¿Si hubieran estado presentes habrían sido parte del problema o de la solución? . Posiblemente cada uno habría también jalado para su lado: se requiere reforzar una mirada más integral/transversal del desarrollo en el Estado.
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