¿Por qué no hay un TLC entre Estados Unidos y China?

viernes, 28 de noviembre de 2008

Termina el Foro APEC en Lima, con el gobierno y sus aliados empresariales utilizando esta reunión para respaldar los Tratados de Libre Comercio del Perú con Estados Unidos y con China. Se nos dice que aprendamos de estas economías pujantes y fuertes, y de estos líderes que vienen a promover el “libre comercio”.

Pero, si los Tratados de Libre Comercio son tan buenos, ¿cómo es que no hay, no se está negociando ni está propuesto un TLC entre China y Estados Unidos?

Fácil: es que ninguno de esos países practica nada parecido al libre comercio.

Estados Unidos mantiene subsidios agrícolas por cientos de miles de millones de dólares: eso no es libre comercio. Incluso la Organización Mundial de Comercio ha fallado contra los subsidios del gobierno norteamericano al algodón, declarándolos violatorios a los tratados internacionales. A pesar de ello, en el TLC Estados Unidos ha mantenido sus subsidios y ha exigido que sus productos subsidiados ingresen al Perú sin que se les apliquen sobretasas u otros mecanismos de defensa del mercado.

China, por su parte, tiene una economía bajo fuerte control estatal, su moneda está subvaluada y sus bancos otorgan financiamiento barato. Eso tampoco es “libre comercio”. Esta competencia desleal china, por cierto, ya ha causado graves daños a nuestra industria textil y de confecciones, siendo la principal causa de la pérdida de 80 mil empleos en la industria limeña, según registra el INEI para el tercer trimestre e este año. Tras el TLC con China, el Perú tendrá mayores dificultades para defender su industria nacional de estas importaciones subvaluadas.

China y Estados Unidos no practican el “libre comercio”. Tienen un comercio regulado, defendiendo con celo a sus empresas. En el caso del Perú, ¿qué intereses se defienden cuándo se permite que aumenten las importaciones agropecuarias y textiles hasta en 300%, quitándole mercado, ingresos y empleo a los peruanos?

Además, en el TLC, Estados Unidos ha exigido, y obtenido, varias cláusulas que tampoco tienen nada que ver con el “libre comercio”. Por ejemplo, amplían las patentes, que no representan sino formas de establecer un monopolio legal. Y un monopolio es precisamente lo contrario al “libre comercio”. Los EE.UU. insisten también en que sus inversionistas tengan ventajas especiales, superiores a las de los propios peruanos, de tal manera que el gobierno no pueda obligarlos a transferir tecnología, y si queremos cobrarles más impuestos, ellos puedan reclamar en tribunales internacionales. Esto tampoco tiene nada que ver con el “libre comercio”.

China (igual que India, Brasil y la mayor parte de países en desarrollo, incluidos muchos países asiáticos presentes en el Foro APEC), no acepta estas cláusulas norteamericanas para ampliar las patentes y dar privilegios a sus inversionistas. Es que China busca apropiarse de la tecnología al menos corto posible, y para eso otorga menores patentes y obliga a los inversionistas extranjeros a transferir su tecnología a las empresas chinas. Es por eso que ahora pueden vender sus carros en el mundo. Por su parte, frente a la competencia de la ropa china, los Estados Unidos (igual que Europa y otros países) han establecido cuotas y límites a esas importaciones.
En la defensa y promoción de su producción y sus empleos, China y Estados Unidos pueden brindarnos enseñanzas valiosas. Sólo hay que ver lo que ellos hacen, que es muy distinto a lo que van promoviendo e imponiendo por el mundo.

Tres notas cortas sobre la crisis internacional

domingo, 16 de noviembre de 2008

1. Efectos sobre el Perú: todavía no sabemos, pero no es broma.
Muchos se preguntan cuáles serán los efectos sobre la crisis peruana. Pero si estamos a mitad del terremoto, ¿cómo vamos a saber cuánto son los daños? Espérense que pase el terremoto, que haya unos días para pasar revista a la situación y allí podremos saber.

Pero de que habrá efectos y no serán pequeños, los habrá. No le crean al gobierno: hace unas semanas decían que no pasaba nada. Sus consejeros son los mismos que han provocado esta crisis. ¿O acaso alguien oyó al FMI prevenir esto?

Claramente habrá caída de precios de los metales (salvo el oro) y las materias primas, menor demanda por exportaciones no tradicionales, salida de capitales y menos inversiones extranjeras. Eso traerá consigo menor inflación importada, presiones al alza del tipo de cambio, reducción del crédito y caída en la recaudación tributaria. La respuesta típica del FMI será más recorte del gasto público. El crecimiento se reducirá, pero no sabemos cuánto. La inflación tiende a bajar por los precios internacionales y el recorte del crédito interno, pero su resultado final dependerá de si hay devaluación y de qué tamaño sea esta (el BCR la está deteniendo “quemando” reservas).

La pregunta clave de todo esto es ¿cuánto? La respuesta: No sabemos.

2. La política peruana post-crisis
En la política peruana, la última ofensiva del gobierno fue la de los Decretos Legislativos. Fue parcialmente frenada por la movilización selvática, y vienen más resistencias a ese último paquete neoliberal. Si a ello sumamos que ahora el gasto del gobierno va a detenerse, es claro que el gobierno va a estar a la defensiva.

Varias iniciativas del gobierno van a pararse. Carreteras y proyectos dejarán de hacerse (por ejemplo, el del Alto Piura que Alan García prometió en Chulucanas un año atrás). El MEF quiere controlar todo el gasto que puede, e intentará meterse con gobiernos regionales y municipios también. Y, en esta política, no hay espacio para enfrentar problemas como el Tacna-Moquegua sacando el MEF plata de su bolsillo.

Los conflictos van a multiplicarse. Por un lado, tras dos años de decirnos que la economía va muy bien pero sentir que no chorrea, la gente viene reclamando cada vez más. Los médicos no van a parar su huelga porque Wall Street cayó. Tampoco Moquegua o Tacna. Va a demorar (varios meses, seguramente más de un año) hasta que la población empiece a entender que la coyuntura cambió.

En ese contexto, tendremos un gobierno a la defensiva frente a múltiples conflictos locales y regionales agravándose.

3. ¿Cayó el neoliberalismo mundial? Una opinión escéptica
Varios analistas, nacionales e internacionales, creen que se acabó el neoliberalismo. Me manifiesto escéptico.

Es indudable que habrá mayor regulación bancaria y financiera. Pero la pregunta es si eso implica necesariamente más empresas públicas, más barreras arancelarias y menos TLCs, mejor protección a los sindicatos y los derechos laborales, sistemas tributarios más justos, estados con mayor presencia social. Particularmente creo que no necesariamente.

La crisis del 30 trajo consigo todo eso: es verdad. Pero creo que hay al menos dos cambios sustanciales en las últimas décadas que hacen una diferencia con el 30. La primera, es la inexistencia de países socialistas y de partidos de ideología socialista / comunista fuertes en occidente. Había otra correlación de fuerzas; vean sino como ambos candidatos en EEUU se juntan y todo Europa responde básicamente salvando bancos, pero sin hacer nada respecto de medidas sociales o de modificación más global de las relaciones Estado – mercado en los sectores productivos.

La segunda, es el desarrollo de políticas anticíclicas, hoy poco útiles ante la magnitud y características de esta crisis, pero que pueden funcionar con una regulación financiera adecuada. Incluso el paquete fiscal gringo, de meses atrás, era vía reducción de tributos y no vía aumento de gasto social. En otras palabras, creo que tras esta crisis habrá más regulación financiera, más

TLCs: en el peor momento

La crisis internacional ha estallado cuando el TLC con Estados Unidos está cerca de entrar en vigencia y el gobierno insiste en firmar un TLC con China, mientras al Acuerdo con la Unión Europea todavía está en medio de un difícil proceso de negociación con los países andinos.

En este contexto, los TLC con Estados Unidos y con China son un riesgo importante para nuestros productores. Un agricultor de algodón, por ejemplo, que logró vender a casi US$ 140 dólares el quintal la campaña pasada, hoy enfrenta precios que han bajado a la mitad, mientras las tasas de interés suben. Pero si el TLC con Estados Unidos entra en vigencia, el algodón perderá el 9% de aranceles que hoy defiende un poquito el precio interno. En similar posición están los productores de maíz, trigo y otros productos, con precios internacionales cayendo, EEUU manteniendo sus gigantescos subsidios al agro y el TLC impidiendo que el Estado peruano establezca sobretasas a la importación para igualar un poco la cancha.

El TLC con China, por su parte, aún antes de firmarse ya está afectando a los industriales textiles y de calzado peruano. Es que al inicio de las negociaciones, el gobierno cedió y declaró la economía china una “economía de mercado” (una mentira del tamaño de una casa), lo que dificulta que en el marco de la OMC se establezcan medidas antidumping de defensa ante la competencia desleal. Y la crisis también está golpeando china, que hoy tiene muchas dificultades para colocar sus productos en Estados Unidos y Europa, y está inundando el mundo con ropa, calzado y productos industriales a precios de remate. Ya la industria limeña, según el propio INEI; ha perdido 80 mil empleos el tercer trimestre de este año. Encima, China protege bien su mercado interno, y no quiere facilitar la entrada de nuestras exportaciones agropecuarias a su territorio.

El equilibrio externo
Tenemos además un problema macroeconómico. La crisis internacional nos agarra en un mal momento, debido al desequilibrio externo. Las importaciones han aumentado de US$ 1,200 millones mensuales a finales del gobierno anterior, a más de US$ 2,500 millones mensuales. Ese enorme gasto de divisas ha podido ser solventado debido a que los precios de nuestras exportaciones han estado muy altos, pero aún así el déficit externo (en cuenta corriente) ha sido de 4,3% del PBI en el primer semestre de este año. Si los precios de nuestras materias primas caen en 30% (y están en plena caída), nuestras exportaciones tradicionales van a retroceder en US$ 7 mil 500 millones el próximo año. Las declaraciones de la ministra Mercedes Araoz afirmando que el 2009 exportaremos 33,000 millones de dólares igual que el 2008 (Gestión 24/10/08), están totalmente equivocadas.

Al mismo tiempo, los exportadores no tradicionales – de ropa, de espárragos y de los demás productos- van a ver sus mercados reducidos porque los consumidores norteamericanos y europeos estarán desempleados y ajustados por sus deudas. Ya las exportaciones de ropa a Estados Unidos se han reducido en 10%, y se calcula que el próximo año se reducirán otros US$ 150 millones de dólares. Incluso otros mercados, como los latinoamericanos y asiáticos, se van a ver afectados por la crisis: por ejemplo, Venezuela no podrá seguir comprándonos ropa como ahora, con el precio del petróleo tan bajo.

Mientras tanto, las remesas van a reducirse, los capitales que antes venían ahora van de salida, y las inversiones van a ir más lento. En resumen, todas las condiciones para una seria crisis externa, que ya se está reflejando en el alza del precio del dólar, pero que podría ser todavía mucho mayor.

El Presupuesto Público
En realidad, ya desde el año pasado, con la gestión del ex-ministro Carranza, el gobierno prácticamente adelantó muchos de los negativos efectos del TLC sobre la economía peruana al reducir sustancialmente los aranceles a muchos productos. De esta manera, se facilitaron las importaciones, quitándole mercado a los productos peruanos, sin que eso tuviera ningún efecto sobre la inflación como pretendía el gobierno.

Estas rebajas arancelarias han significado, según la jefa de la SUNAT, 3 mil millones de soles menos de recaudación arancelaria. Como ha indicado Humberto Campodónico, el mayor efecto negativo se produce en la rebaja de aranceles a los bienes de consumo duradero. En efecto, con el DS 158 2007 EF, se redujo de 12 a 9% el arancel a las máquinas tragamonedas (??), las grabadoras, cámaras fotográficas, muebles, colchones y aparatos de dormitorio, joyas de oro, plata y otros metales preciosos, cuchillería, entre otros. Por tanto, la solución se cae de madura: hay que revertir la rebaja de aranceles de Carranza (que solo beneficia a los extranjeros, a los importadores y a los sectores A y B)”.

Alternativas
El gran riesgo que enfrentamos, es que está situación lleve a una continua pérdida de reservas internacionales y una disparada del dólar, llevando a la economía peruana a una profunda recesión.

Este es el momento de defender a la industria y al agro nacional. Reestablecer aranceles y dictar medidas contra la competencia desleal – Estados Unidos subsidia su agro y China su industria – permitiría reducir las importaciones, favoreciendo el equilibrio externo. Por otro lado, esto favorecería a los productores nacionales, dándoles mejores condiciones de competencia en momentos de crisis y protegiendo los empleos nacionales. Los TLCs nos impedirían tomar estas medidas que son indispensables para enfrentar la crisis; menor postergar su entrada en vigencia y pensar mejor qué tratados nos convienen ahora que la economía mundial entra en una fase de profundos cambios.

¿Esto nos dificultaría exportar a Estados Unidos? No, porque ya ese país ha prorrogado por cuarta vez el ATPDEA, que nos permite vender nuestros productos en ese país sin pagar impuestos a la importación. De hecho, hasta el momento el gobierno norteamericano no ha dado pase al TLC porque no hemos cumplido condiciones como la protección del bosque amazónico.

Revisar el sistema de AFPs

lunes, 10 de noviembre de 2008

Los afiliados a las AFPs en los últimos doce meses hemos perdido 43% de nuestro fondo. Este es el caso de quienes estamos en el Fondo 3, según los datos oficiales. Lo que hace un año valía 100, hoy apenas vale 57. Quien había llegado a juntar 100 mil soles para su vejez, perdió 43 mil soles. Es el momento de revisar el sistema de pensiones.

El haber jugado las pensiones a una ruleta financiera altamente riesgosa, no es el único problema causado por la privatización del sistema de pensiones. Hay otros problemas igual de serios. El primero: 85% de los trabajadores peruanos no contribuye a un sistema de pensiones, con lo que no tendrá una pensión. Es decir, apenas uno de cada 6 trabajadores tiene su jubilación protegida económicamente. El segundo: establecer las AFPs ha causado que el fisco tenga que destinar 3 mil millones de soles anuales a sustentar las pensiones de los actuales jubilados, que de otra manera serían sustentados por los trabajadores activos, quienes podrían obtener pensiones 30% superiores a las que tienen ahora.

Varios países de Latinoamérica, incluso con sistemas de pensiones privados, han establecido mejores sistemas y reformas importantes. En Uruguay, se mantiene un sistema público obligatorio y las AFPs solo son complementarias, y hay una AFP estatal que regula en el mercado las comisiones, registrando la mitad de los afiliados. En Chile, una reciente reforma ha reforzado sustancialmente las pensiones públicas, asegurando una pensión mínima a todos los chilenos y aumentando – con parte del Tesoro – las pensiones a los sectores de bajos ingresos. Otros países, como Argentina, han optado por una solución radical: desaparecer el sistema privado de pensiones y regresar a un sistema público.

En el Perú, un cambio es necesario. Este cambio debe estar orientado a hacer realidad el derecho universal a la seguridad social, a reestablecer la solidaridad en el sistema de pensiones y a instalar un equilibrio adecuado entre lo público y lo privado, entre el Estado y el mercado, en esta área.

Los cambios básicos implican establecer una pensión mínima universal, reducir los riesgos de los afiliados al sistema privado estableciendo mayores garantías sobre sus fondos y las pensiones, y otorgar un mayor rol del Estado en resguardo de los intereses de los trabajadores. La regulación pública debe ser reforzada, pero también debe hacerse más transparente y participativa: la información actualmente brindada por la Superintendencia es altamente insuficiente, y se necesita que haya un ente de gobierno del sistema de pensiones dirigido por un Directorio plural con participación de los afiliados.

Ahora todos (o casi) somos keynesianos

sábado, 8 de noviembre de 2008

La enorme mayoría de los economistas peruanos frente a la crisis internacional propone la necesidad de actuar en forma contracíclica. Es muy lógico. Pero recordemos que frente a la crisis de 1999, los neoliberales, encabezados por Fritz Dubois y el IPE, decían que lo mejor era que el estado no hiciera nada. Y efectivamente, eso fue lo que hizo el Banco Central de Reserva: nada. Como además el liberalismo extremo había permitido que los bancos actuaran irresponsablemente, la salida de capitales se convirtió en una crisis bancaria. A su vez, el Ministerio de Economía, presionado por el FMI, recortó el gasto público. De esa manera nos hundieron en una recesión que duró varios años, atravesando el gobierno de transición y afectando la primera mitad del gobierno de Toledo. Se redujo el empleo, la pobreza aumentó, el gasto social sufrió: la caída económica tuvo grandes costos sociales.

Ante la crisis actual, casi a nadie se le ocurre que el gobierno debiera quedarse de brazos cruzados. Incluso los economistas de derecha hablan de una política contracíclica. Claro que no dijeron nada en los meses anteriores, cuando hubo una política pro-cíclica: en plena expansión económica el BCR abrió el caño de los préstamos externos de corto plazo a la banca, generando un boom crediticio altamente riesgoso, al mismo tiempo que también se daba un fuerte impulso fiscal sustentado en ingresos tributarios extraordinarios. Pero que bueno que ahora hayan entrado en sensatez y están planteando una política macroeconómica orientada a amenguar la crisis. Pena que el Ministerio de Economía y Finanzas, encargado a un funcionario del FMI, no tenga esto del todo claro aún, aunque parece que va en camino. Las ideas de Keynes avanzan, y la ventaja que ello puede traer en términos de menos crisis y menos sufrimiento para las familias, es enorme.

Sólo que Keynes estudió los países desarrollados, y no a quienes estamos en el subdesarrollo. Una diferencia crucial entre ambos grupos de países fue advertida por las corrientes económicas llamadas “estructuralistas”: la dependencia externa. Si hay algún elemento distintivo fundamental en nuestro equilibrio macroeconómico, es que el equilibrio externo, nuestra capacidad de importar y la evolución del tipo de cambio (el precio del dólar), son centrales en una economía como la peruana. 5 de 6 crisis económicas habidas en el Perú en los últimos 50 años han sido causadas por desequilibrios externos.

Quienes desde la derecha neoliberal hoy plantean políticas anticíclicas, olvidan este elemento fundamental. Esta crisis internacional no tiene solamente un efecto financiero, rápido y fuerte, manifestado en la salida de capitales y la caída de la bolsa. Tiene también un grave efecto sobre nuestro equilibrio externo, por la abrupta caída de los precios de las materias primas que exportamos. Y como las importaciones han crecido enormemente por la apertura externa, estamos en una posición vulnerable.

Es por eso que el Perú no está “blindado” frente a la crisis. Para las mayorías nacionales, para los pobres del Perú, esta crisis puede ser una tragedia. Si había un goteo, con la crisis este pararía. Peor aún, sus economías familiares pueden también irse para abajo. Esto es algo que hay que evitar a como de lugar. Una política anticrisis, que preserve el gasto público y en especial aumente las inversiones en infraestructura y el gasto social, y que al mismo tiempo reestablezca el equilibrio externo reduciendo las importaciones mediante impuestos selectivos a los productos de lujo y mayor protección arancelaria a la industria y agricultura nacionales que generan empleo, es fundamental.

Regresó Keynes, ¿regresa el estructuralismo?

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Un consenso claro ha emergido entre los economistas peruanos frente a la crisis internacional: la necesidad de actuar en forma contracíclica. Recordemos que frente a la crisis de 1999, los economistas neoliberales, encabezados por Fritz Dubois y el IPE, decían que lo mejor era que el estado no hiciera nada. Y efectivamente, eso fue lo que hizo el Banco Central de Reserva: nada. Permitió así que una salida de capitales se convirtiera en una sequía crediticia aguda con crisis bancaria. A su vez, el Ministerio de Economía, presionado por el FMI, recortó el gasto público. De esa manera nos hundieron en una recesión que duró varios años, atravesando el gobierno de transición y afectando la primera mitad del gobierno de Toledo. Se redujo el empleo, la pobreza aumentó, el gasto social sufrió: la caída económica tuvo grandes costos sociales.

Ante la crisis actual, casi a nadie se le ocurre que el gobierno debiera quedarse de brazos cruzados. Incluso los economistas de derecha hablan de una política contracíclica. Claro que no dijeron nada en los meses anteriores, cuando hubo una política pro-cíclica: en plena expansión económica el BCR abrió el caño de los préstamos externos de corto plazo a la banca, generando un boom crediticio altamente riesgoso, al mismo tiempo que también se daba un fuerte impulso fiscal sustentado en ingresos tributarios extraordinarios. Pero que bueno que ahora hayan entrado en sensatez y están planteando una política macroeconómica orientada a amenguar la crisis. Pena que el Ministerio de Economía y Finanzas, encargado a un funcionario del FMI, no tenga esto del todo claro aún, aunque parece que va en camino. Las ideas de Keynes avanzan, y la enorme ventaja que ello puede traer en términos de menos crisis y menos sufrimiento para las familias, es enorme.

Sólo que Keynes estudió los países desarrollados, y no a quienes estamos en el subdesarrollo. Una diferencia crucial entre ambos grupos de países fue advertida por las corrientes económicas llamadas “estructuralistas”: la dependencia externa. Si hay algún elemento distintivo fundamental en nuestro equilibrio macroeconómico, es que el equilibrio externo, nuestra capacidad de importar y la evolución del tipo de cambio (el precio del dólar), son centrales en una economía como la peruana. Un estudio de Oscar Dancourt y Waldo Mendoza hace unos años encontró que 5 de 6 crisis económicas habidas en el Perú desde los 50s habían sido causadas por desequilibrios externos.

Quienes desde la derecha neoliberal hoy plantean políticas anticíclicas, olvidan este elemento fundamental. Piensan que la crisis podrá no afectar mucho a nuestro país, porque tenemos bastantes reservas internacionales para sostener el crédito y la circulación monetaria. Pero esta crisis internacional no tiene solamente un efecto financiero, rápido y fuerte, manifestado en la salida de capitales y la caída de la bolsa. Tiene también un fuerte efecto sobre nuestro equilibro externo, por la abrupta caída de los precios de las materias primas que exportamos, incluyendo los espárragos. Y como las importaciones han crecido enormemente por la apertura externa, estamos en una posición vulnerable.

Es por eso que el Perú no está “blindado” frente a la crisis. Para loas mayorías nacionales, para los pobres del Perú, esta crisis puede ser una tragedia. Hay quienes creen que como el crecimiento anterior no chorreaba, si no crecemos pues será lo mismo. Están equivocados totalmente. En primer lugar, porque había un goteo, que la crisis pararía. En segundo lugar, porque con la crisis, sus economías familiares pueden también irse para abajo.

Esto es algo que hay que evitar a como de lugar.