En el imaginario país de Segmentilandia, la educación pública está dividida en dos partes. Cerca de una cuarta parte de la población tiene contratos de trabajo formales, y sus hijos pueden asistir a los colegios del “Sistema de la educación asegurada - SEA” exclusivo para ellos. El resto de las familias trabaja en el campo o de manera informal, y por eso sus hijos no pueden ir a “colegios SEA”; tienen que ir a los “colegios MINEDU” sostenidos por el Ministerio de Educación. Ambos grupos contribuyen a la educación: en el primer caso mediante porcentajes del salario, en el segundo mediante el IGV sobre los productos que compran. Pero estos dos tributos se manejan de distinta manera. Mientras las contribuciones sobre el salario van a un fondo especial destinado solo para las familias de trabajadores formales, los demás impuestos van al tesoro público y de ahí al presupuesto en educación. Como los “colegios MINEDU” tienen poco presupuesto, tienen que cobrar matrícula y pensión; quienes no pueden pagar no se les permite ir al colegio.
En Segmentilandia, además, hay provincias de tamaño mediano – como Talara, digamos - en las que sólo hay Universidades del sistema SEA, a los cuales no pueden ir los jóvenes cuyos padres no tienen trabajo formal. Podría hacerse otra Universidad con cargo al presupuesto público, pero es ineficiente tener dos Universidades en Talara: necesitaría dos administraciones. Mientras tanto, si los jóvenes talareños “No SEA” quieren ir a la Universidad, tienen que irse hasta Piura.
Hay otras provincias menores y más pobres, digamos como Vilcashuamán, donde solo hay colegios MINEDU. Como hay pocos trabajadores formales, el sistema SEA no ha puesto colegios propios. En este caso, los hijos de trabajadores formales, que en otros lugares tienen “colegios SEA” gratuitos, tienen que ir a “colegios MINEDU” y pagar pensión.
A veces pasa que un padre de familia pierde su trabajo formal, y pasa a informal. En ese caso, luego de pocos meses su hijo ya no puede seguir en el “colegio SEA”; tiene que trasladarse a un “colegio MINEDU”. El padre de familia, además de perder su trabajo, ahora se ve obligado a pagar por la educación de su hijo.
Segmentilandia es, definitivamente, un país extraño. Extrañísimo. ¿A quién se le ocurriría hacer una cosa así? ¿Acaso el derecho a la educación debería depender del tipo de trabajo que tiene el padre? ¿Y si uno cambia de trabajo, debe el niño cambiar de un colegio a otro? Además unos pagan por la educación y otros no pagan. Por si eso fuera poco, en la realidad que tipo de colegio tiene una familia no sólo depende de que tipo de trabajo tiene y si contribuye o no, sino además de en qué provincia o localidad reside. Definitivamente, se trata de un sistema muy pero muy extraño, podríamos decir absurdo.
Segmentilandia en educación no existe. Pero la salud en el Perú funciona como Segmentilandia. Exactamente igual. En las líneas anteriores, cambien “Sistema SEA” por “EsSalud”, “MINEDU” por “MINSA”, “colegios” por “centros de salud” y “universidades”por “hospitales”, y verán que la salud en el Perú, en Talara y en Vilcashuamán, funciona como Segmentilandia. Si no fuera por la costumbre que tenemos de ver lo bizarro como normal, diríamos que esto es extraño, muy extraño, hasta podríamos decir absurdo.
En Segmentilandia, además, hay provincias de tamaño mediano – como Talara, digamos - en las que sólo hay Universidades del sistema SEA, a los cuales no pueden ir los jóvenes cuyos padres no tienen trabajo formal. Podría hacerse otra Universidad con cargo al presupuesto público, pero es ineficiente tener dos Universidades en Talara: necesitaría dos administraciones. Mientras tanto, si los jóvenes talareños “No SEA” quieren ir a la Universidad, tienen que irse hasta Piura.
Hay otras provincias menores y más pobres, digamos como Vilcashuamán, donde solo hay colegios MINEDU. Como hay pocos trabajadores formales, el sistema SEA no ha puesto colegios propios. En este caso, los hijos de trabajadores formales, que en otros lugares tienen “colegios SEA” gratuitos, tienen que ir a “colegios MINEDU” y pagar pensión.
A veces pasa que un padre de familia pierde su trabajo formal, y pasa a informal. En ese caso, luego de pocos meses su hijo ya no puede seguir en el “colegio SEA”; tiene que trasladarse a un “colegio MINEDU”. El padre de familia, además de perder su trabajo, ahora se ve obligado a pagar por la educación de su hijo.
Segmentilandia es, definitivamente, un país extraño. Extrañísimo. ¿A quién se le ocurriría hacer una cosa así? ¿Acaso el derecho a la educación debería depender del tipo de trabajo que tiene el padre? ¿Y si uno cambia de trabajo, debe el niño cambiar de un colegio a otro? Además unos pagan por la educación y otros no pagan. Por si eso fuera poco, en la realidad que tipo de colegio tiene una familia no sólo depende de que tipo de trabajo tiene y si contribuye o no, sino además de en qué provincia o localidad reside. Definitivamente, se trata de un sistema muy pero muy extraño, podríamos decir absurdo.
Segmentilandia en educación no existe. Pero la salud en el Perú funciona como Segmentilandia. Exactamente igual. En las líneas anteriores, cambien “Sistema SEA” por “EsSalud”, “MINEDU” por “MINSA”, “colegios” por “centros de salud” y “universidades”por “hospitales”, y verán que la salud en el Perú, en Talara y en Vilcashuamán, funciona como Segmentilandia. Si no fuera por la costumbre que tenemos de ver lo bizarro como normal, diríamos que esto es extraño, muy extraño, hasta podríamos decir absurdo.
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