Ignorancia y Acción Política

jueves, 30 de diciembre de 2004

Como profesor universitario, a menudo me asusto con lo poco que sabe la humanidad sobre como lograr el desarrollo. Dicto un curso que se llama pomposamente "Teoría del Desarrollo", cuando la verdad es que no hay UNA teoría del desarrollo. Hay muchas interpretaciones, pero no hay LA receta o EL camino pre-establecido. Esa es sea una de las grandes verdades re-descubiertas en la última década: tras el Consenso de Washington, que fue el último gran recetario universal, el nuevo consenso es que no hay recetario. Cada país debe encontrar su propio camino, y las reglas que parecen tener validez universal solo cubren una pequeña parte del complejo camino político que necesitamos recorrer.
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Trasladada esta realidad al terreno de la política, surge la enorme contradicción entre las fáciles recetas de los políticos y las enormes limitaciones de nuestro conocimiento. Hay una enorme distancia entre los discursos políticos lanzados al aire como si fueran grandes verdades y el escasísimo respaldo que esas ideas tienen en teorías y menos todavía en comprobaciones históricas. Más aún, la enorme mayoría de los políticos no hace sino repetir ideas venidas de fuera; ¡cuánto extrañamos a esos grandes pensadores políticos peruanos del pasado, Mariátegui, Haya de la Torre, hasta el propio Belaunde, que tuvieron una idea propia de los problemas del país y sus alternativas de solución!. Esa es una de las grandes explicaciones de porqué en el Perú pasamos de una política a otra, según las modas internacionales nos lleven.
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Es por eso que una forma fundamental para aportar al desarrollo nacional es con la reflexión y el estudio, y con la formación de nuevos economistas y científicos sociales que ayuden a interpretar y a entender el país. Eso es lo que me gusta de trabajar en la Universidad Católica y su Facultad de Ciencias Sociales: más que técnicos que manejen finanzas o dirijan proyectos, su espíritu es el de entender el país para encontrarle el norte que necesita.
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Pero si bien hay muchas cosas por conocer respecto de cómo desarrollar al país, los economistas y científicos sociales contamos con algunas enseñanzas universales y con un conocimiento básico de nuestro propio país. Las noticias de todos los días nos muestran, sin embargo, a políticos aprobando leyes y aplicando recetas claramente inconvenientes, directamente cerrando los ojos frente a problemas centrales del país.
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Los políticos actúa así por dos grandes razones: ignorancia y conveniencia. A menudo actúan pensando más en su propio beneficio que en el interés nacional, lo que explica tanta corrupción y también tanta dejadez respecto de problemas cruciales para la ciudadanía. Pero muchos de los problemas del actual gobierno se deben simplemente a desaciertos, estrechez de miras, simples y llanos errores y desaciertos.
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¿O no creen ustedes que a Toledo le gustaría tener una aprobación de 60 0 70% como Lula o Lagos?Si sólo tuviéramos dirigentes políticos realmente interesados en los destinos del país y que estuvieran mejor preparados, cuánto podríamos avanzar. A pesar de nuestras ignorancias e incertidumbres, a pesar de los errores que inevitablemente se cometerán, tener dirigentes honestos y servidores, preparados y estudiosos, haría una enorme diferencia. Una mayor y mejor participación ciudadana puede lograrlo.

Políticas de Salud: Debate Ausente

A finales de la década pasada, se inició una interesante discusión sobre políticas de salud. Los intentos de reforma del sector salud de los años 90 habían terminado en un fracaso. El balance indicaba que si bien hubo una ampliación de la cobertura, todavía persistían grandes brechas de equidad agravadas por el cobro indiscriminado de tarifas en los hospitales públicos. Por otro lado, la eficiencia no había mejorado. Experiencias interesantes como los CLAS no se habían generalizado ni se había puesto el énfasis necesario en una participación comunal efectiva, y la experiencia de Acuerdos de Gestión que buscaba establecer metas explícitas que permitieran una mejor rendición de cuentas, estaba en sus inicios.
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Entre 1999 y el 2001, hubo esfuerzos de discusión colectiva de alternativas globales en el Consorcio de Investigación Económica y Social, el Comité de Salud Pública del Colegio Médico y el Ministerio de Salud durante el gobierno de transición. Temas como la descentralización en salud, el cambio del modelo de atención, el sistema de salud y los seguros públicos, fueron analizados y debatidos. Hoy, poco queda de todo ese debate. Por un lado, algunas de las propuestas han sido llevadas a la práctica pero con una orientación y una gestión inadecuadas, como es el caso del Seguro Integral de Salud. Por otro lado, la alternativa de un sistema integral descentralizado fue desechada a favor de la inaplicable y poco democrática alternativa del pomposamente llamado "Sistema Coordinado y Descentralizado", que no es ni lo uno ni lo otro.Sin embargo, posiblemente el saldo más negativo del quinquenio es que el análisis de los problemas de fondo de la salud pública peruana, ha quedado de lado. Un enfrentamiento estéril y agotador, marcado por el terco intento de sectores católicos ultraconservadores por imponer sus creencias religiosas en relación a la anticoncepción, ha absorbido la discusión de políticas de salud.
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Es tiempo de dar vuelta a esta página y reiniciar un debate sobre las políticas de salud que el país necesita. ¿Cómo vamos a lograr que la atención de salud llegue hasta los pueblos más alejados y que la falta de medios económicos no sea una barrera que impida el derecho a la salud? ¿Qué reformas debemos hacer para hacer gobernables a los hospitales públicos, para que brinden una atención de calidad y rindan cuentas a la ciudadanía de los recursos que les confiamos? ¿Cuál es el modelo de descentralización que debemos adoptar para lograr una amplia participación ciudadana y al mismo tiempo resguardar las prioridades nacionales y la equidad? ¿De qué manera vamos a lograr un sistema de salud integral y eficiente, que termine con las enormes ineficiencias y inequidades del funcionamiento paralelo de MINSA, EsSalud y las sanidades militares y policial? ¿Cuándo vamos a tener una política de promoción y prevención en salud que reduzca la enorme cantidad de muertes y enfermedades evitables que se producen día a día en el país? ¿Qué mecanismos necesitamos establecer para que la política de salud refleje realmente las necesidades y demandas de la ciudadanía? ¿Cuánto presupuesto realmente necesita el sector y cómo conseguirlo? Esos son los problemas de fondo que debemos resolver para que los peruanos avancemos hacia un efectivo derecho a la salud.

¿Y la Reforma de los Programas Sociales?

Aunque la política social es uno de los temas de mi especialidad, últimamente escribo poco sobre ella. La razón es simple: me deprime. Pasan los meses y pasan los años, y los problemas parecen ser exactamente los mismos, y aunque los diagnósticos son conocidos y las alternativas también, todo sigue igual. El país sigue esperando a que se haga algo efectivo para que los más pobres y vulnerables tengan un apoyo real cuando lo necesitan.

Tras la caída de la dictadura fujimorista, la transición democrática requería una nueva política social, renovada y vigorosa. Se necesitaba pasar del reparto de migajas a quienes asistían a los mítines del chino ladrón, a asegurar derechos básicos a todos los peruanos y promover las redes sociales y las capacidades humanas para el desarrollo en las localidades más pobres y alejadas.

Tres años y medio después, es poco lo que se ha hecho. La reorganización de los programas sociales no se ha efectuado, y seguimos con las mismas siglas duplicando funciones y abultando burocracia. La potencialidad de instituciones como Foncodes, que había sabido llegar a los rincones más apartados del país, no fueron aprovechadas combinando eficiencia con democracia, y por el contrario han ido perdiendo su capacidad institucional y su profesionalismo. Los programas alimentarios siguen sin reorientarse hacia la prevención de la desnutrición infantil, no llegan hacia los sectores más necesitados y carecen del contenido nutricional requerido. Varias otras entidades públicas subsisten como burocracias que carecen totalmente de sentido. La mayor novedad ha sido la política de vivienda, pero ésta ha dejado de lado a los pobres rurales - para quienes no ha habido iniciativa alguna-, y ha alcanzado a apenas el 5% de las necesidades nacionales a un costo elevado.

El desenlace es bastante triste, sobretodo para quienes hemos visto de cerca lo importante que pueden ser estos programas, aun con todas sus debilidades, para mejorar las condiciones de vida de los pobres. Es claro también que ésta ha terminado siendo una de las grandes debilidades del gobierno actual; si Toledo hubiera tenido la visión de mantener un rumbo claro de reforma, hoy podría estar cosechando un respaldo que tanto necesita.

Las alternativas son conocidas. Se necesita una política social reforzada, con mayores recursos presupuestales que permitan extender beneficios básicos para todos. Los programas deben reorganizarse en dos o tres fondos centrales, reduciendo la burocracia y concentrando recursos en pocos objetivos centrales, como la desnutrición infantil y el acceso universal a servicios básicos. Los recursos deben ser descentralizados, entregándose a las propias comunidades para su manejo. Una gerencia calificada debe establecer directrices y normas técnicas que aseguren eficiencia en el uso de los recursos, haciendo supervisión y evaluaciones permanentes. Todo ello en un marco de transparencia que permita a la ciudadanía conocer en detalle lo que se está haciendo y fiscalizar a los funcionarios públicos.
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No es tan difícil de hacer. Solo hace falta voluntad política de poner el bienestar de los pobres por encima de pequeños apetitos de aprovechamiento personal. Que este sea nuestro buen deseo nacional para el 2005.

Salud y la Descentralización

martes, 7 de diciembre de 2004

Introducción

Con pocos avances en aspectos fundamentales de la política social, parece que la descentralización será la principal reforma de los sectores sociales durante el presente gobierno.

La descentralización de los sectores sociales puede ser un proceso de gran importancia para: (i) apoyar que se haga efectiva la descentralización, desarrollando un mejor vínculo entre representantes y representados que fortalezca la democracia y la gobernabilidad; (ii) mejorar la eficacia y eficiencia de estos servicios básicos, haciéndolos más adaptados a las realidades locales y regionales, elevando la participación social en su diseño y gestión, y haciendo que los dirigentes políticos y gerentes estén más interesados en la calidad de su gestión.

Sin embargo, la descentralización conlleva también riesgos, en cuanto a: (i) la posibilidad de fragmentación política y social, (ii) la posibilidad de que haya una pérdida de derechos de la población en caso de problemas financieros o de gestión en el gobierno subnacional donde viven, y (iii) la posibilidad de que en vez de profundizar la democracia haya una captura de estos poderes subnacionales por élites regionales. En ese sentido, la descentralización es una política de gran importancia y trascendencia, pero cuyo efecto positivo sobre el desarrollo nacional no está garantizado por sí mismo y depende críticamente de que el proceso se lleve bien.

Al respecto, aunque en relación a la descentralización se han aprobado varias leyes (Ley de Bases de la Descentralización, la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales y la Ley Orgánica de Municipalidades), las disposiciones legales vigentes no establecen una clara distribución de competencias entre los tres niveles de gobierno. En el sector salud, en agosto del 2002 se aprobó la ley del Sistema Nacional Coordinado y Descentralizado de Salud (SNCDS), que tampoco aclara este problema y que genera un sistema burocrático de coordinación al interior del estado (MINSA, Essalud, sanidades de FFAA y PNP) con un estrecho espacio a la participación ciudadana. Así, en la norma aprobada por las gestiones de Solari y Carbone no hay una visión objetivo clara de adónde debe llevarnos el proceso de descentralización en salud, y mucho menos de cual es la ruta o camino que seguirá el proceso.

Sin embargo, a contrapelo de lo que indica la ley de bases de la descentralización[1], se ha iniciado de facto la descentralización de salud, al entregar la mayor parte del presupuesto del gasto corriente (ver gráfico) de estos sectores a los gobiernos regionales[2]. El mecanismo para el control efectivo de esos recursos por los gobiernos regionales pasa por los Directores Regionales Sectoriales, cuyo nombramiento se ha hecho por concurso dirigido conjuntamente entre los gobiernos regionales y los ministerios centrales respectivos, pero que sin embargo ahora dependen ahora de los Gobiernos Regionales. Como hemos dicho, sin embargo, la indefinición legal en la que se desarrolla este proceso hace que no sea posible establecer conclusiones definitivas sobre el curso que tendrá el mismo.

[1] Particularmente la Ley de bases de la regionalización, que establece que los sectores de educación y salud se transfieren en la cuarta y ultima etapa del proceso de descentralización.
[2] Excepto en Lima y Callao. También han transferido los gastos corrientes para educación, que es presupuestalmente importante, y para agricultura, minería, turismo, industria, pesquería, transportes y trabajo, de importancia presupuestal bastante menor.
La descentralización de facto del sector salud hacia los gobiernos regionales implica que:
a. El gobierno central efectivamente pierde control (excepto en Lima y Callao). Efectivamente, el 34% del de salud (44% si incluimos SIS y PAAG que son programas dirigidos centralmente pero que operan a través de las direcciones regionales) está ahora bajo control de los gobiernos regionales. Ello demanda que se establezcan nuevos mecanismos para la aplicación de prioridades y políticas nacionales, un ejemplo de los cuales podrían ser los Acuerdos de gestión y el Seguro Integral de Salud en el sector salud.
b. Se define de facto un modelo de descentralización en el que las instancias subnacionales claves para salud son los gobiernos regionales y no los locales o comunales, quedando en cuestión los avances habidos en experiencias como los CLAS. Al mismo tiempo, programas destinados al tema nutrición (actualmente manejados por PRONAA-MIMDES) están siendo descentralizados a los municipios, con lo que la descoordinación de estos programas con salud podría agudizarse, o al menos dificultarse su vinculación. La relación entre gobiernos regionales, gobiernos locales y comunidad en la gestión de los servicios de salud aparece como un tema clave por resolver.

En los últimos meses el esfuerzo del sector en torno a la descentralización ha estado más orientado a conformar los Consejos Regionales de Salud[1]. Como aspectos positivos, tenemos que el MINSA es el único ministerio que está teniendo reuniones trimestrales con los Gobiernos regionales y sus DIRESA (ya ha tenido tres) para discutir temas de política de salud, mejora de los procedimientos administrativos MINSA-DIRESA y descentralización. Adicionalmente, el MINSA, ante la imposibilidad de corto plazo de transferir competencias, ha firmado convenios con las DIRESA para encargar competencias como la del nombramiento de funcionarios en las regiones. Finalmente, se ha venido fortaleciendo los Acuerdos de Gestión como instrumento para el cumplimiento de su rol rector, instrumento que en relación con los otros ministerios son los más avanzados.
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A manera de síntesis, podemos decir que el gran cambio que puede tener las políticas sociales en este gobierno, mas que a una iniciativa y estrategia formulada desde dentro de los sectores sociales, corresponde al proceso de descentralización. Este proceso se desarrolla sin que estén claros las condiciones a las que se quiere llegar ni el camino para lograrlas, y esto es válido tanto a nivel general como a nivel de los sectores sociales. En esta situación, en salud se viene caminando simplemente por inercia hacia una descentralización centrada en los gobiernos regionales. Esto puede reducir el espacio a una mayor descentralización y participación que podía haberse dado a nivel local. Adicionalmente, la falta de dirección del proceso genera el riesgo de que la descentralización de la salud termine en desorden y descontrol.
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[1]) La mayor parte de los Consejos regionales de Salud fueron conformados durante la gestión del Minisrto Alvaro Vidal.

Corrupción y Pobreza

lunes, 22 de noviembre de 2004

Pedro Francke y Alexandro Saco

INTRODUCCION

El presente trabajo aborda los mecanismos mediante los cuales la corrupción agrava y reproduce la pobreza. Estos mecanismos son de dos tipos. En primer lugar, se analizan los mecanismos directos, que son las formas mediante las cuales los programas y servicios sociales del estado orientados a reducir la pobreza, terminan desviándose de su objetivo y orientando sus recursos hacia otros fines. En segundo lugar, se discuten los mecanismos a través delos cuales la corrupción afecta el funcionamiento global del sistema económico y político, agravando una distribución desigual e injusta de los ingresos y frenando el crecimiento económico.

I. CORRUPCIÓN EN PROGRAMAS Y SECTORES SOCIALES

La corrupción en los programas sociales y servicios básicos es especialmente dolorosa, porque implica un enriquecimiento ilícito que atenta contra vidas humanas. Entendemos en este caso la corrupción como toda desviación, de estos programas, de su objetivo declarado cual es el de reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de la población objetivo. En ese sentido, la corrupción no es solamente la desviación de recursos públicos para bolsillos particulares, son también desvíos hacia otros fines, como la manipulación clientelista.

Clientelismo y reflejo corruptor

Estos problemas se vienen arrastrando desde hace varias décadas, y llegaron a su cenit cuando el gobierno autoritario de Fujimori convirtió la asistencia social en una de sus principales armas de capitalización política, no dudando para ello utilizar prebendas y consolidar el clientelismo entre justamente los sectores más necesitados. Además, este uso distorsionado de una política estatal, no tuvo reparo alguno para condicionar los procesos electorales que en esas épocas se dieron. Es decir, un instrumento clave de apoyo social sobre sectores necesitados, pasó así a ser claramente un foco de irregularidades. Para lograr este fin, el gobierno fujimorista armó una amplia organización política, sustentada desde el aparato público, que comprendió la casi totalidad de instituciones y dependencias públicas.

La corrupción en estos programas entonces debe de ser vista desde dos ángulos: uno el que podríamos definir como el aprovechamiento por parte de dirigentes sociales adscritos al gobierno de turno, y otro mayor y más grave que le da origen, el del reflejo corruptor que las altas esferas de poder trasmiten a los encargados de hacer efectivo el apoyo social. Así, no está de más recordar aquellas protestas multitudinarias manipuladas desde el gobierno que trasmitieron sobre el candidato opositor la bandera de la clausura de los programas sociales como el vaso de leche. Acaso eso en parte pueda explicar las dificultades que luego de caído el gobierno autoritario existieron para readecuar el correcto funcionamiento de los programas de apoyo social. Al anteponerse entonces intereses ajenos al problema de fondo de la asistencia social, se configuró así una situación irregular que más allá de sus implicancias legales atenta contra la dignidad de las personas, convirtiéndolas en instrumentos de un proyecto político que poco a poco se fue desbaratando.

La transición democrática, desde el gobierno de transición hasta el actual, ha controlado y reducido buena parte de las versiones más extremas de esas prácticas. La sensibilización de la población y de los medios de prensa frente a esas prácticas clientelares y manipulatorias ha jugado un gran rol en este desenlace.

Aprovechamiento privado de los recursos públicos: la gran corrupción

Podemos pensar que hay dos clases de corrupción en programas y sectores sociales: la gran corrupción y la pequeña corrupción.
La mecánica de la gran corrupción ocurre de dos maneras: haciendo lobbies para que los productos o servicios a comprar sean los que una empresa o grupo particular produce sin que sean los más adecuados al objetivo del programa, o directamente haciendo trampa en la licitación.

Las presiones para modificar los productos a comprar de acuerdo a intereses particulares es especialmente fuerte en los programas alimentarios. En el caso del PRONAA se han producido enormes presiones para la compra de determinados alimentos como la leche UHT, a un costo mayor que otras alternativas y producida por pocos y determinados proveedores. Estas compras implican un aumento del costo de los desayunos del 55% frente a lo que cuesta otra opción, el enriquecido lácteo, a pesar de que la leche UHT se reparte en Lima y el enriquecido lácteo en zonas rurales donde el costo de transporte es mucho mayor. Si se reemplazara la leche UHT por el enriquecido lácteo, 110 mil niños adicionales podrían recibir desayuno escolar.

En el caso de influencias directas en la licitación, se ha podido observar irregularidades en grandes licitaciones para construcciones de colegios y hospitales, compras de equipos médicos, medicinas, materiales educativos o alimentos en grandes cantidades.

Cabe mencionar que ante la posibilidad de la firma de TLC con Estados Unidos, cobra importancia el asunto de las compras estatales. Ya que si los empresarios nacionales mantienen esos lobbies y prácticas irregulares, no habrá modo de poder exigir con el ejemplo frente a otros intereses, ahora mucho más poderosos, que desplazarían por un lado a la producción nacional y por otro puede que acentúen maniobras que se ya se vienen dando internamente de manera constante.

La “pequeña corrupción” causa gran destrucción

Llamaremos pequeña corrupción a aquella en la cual cada acto de corrupción no genera sino efectos reducidos, tanto para el estado como para el corrupto. Sin embargo, su efecto destructor se debe a que estos pequeños actos de corrupción se producen diariamente, permanentemente, repitiéndose miles y miles de veces.

La pequeña corrupción, a diferencia de la anterior, es mucho más difícil de detectar y de sancionar por la pequeña escala de servicios que en la que se da. Un estudio sobre el programa del vaso de leche determinó que un 30% de los recursos (equivalente a 100 millones de soles) se pierde antes de llegar a las madres encargadas de su distribución.

En todos estos casos, se tiende a caer fácilmente en una trampa conceptual: como son pobres, entonces se disculpa que puedan caer en estas prácticas . Como si el bajo sueldo de los policías justificara que cobren una coima, y no fuera que cada uno debe responder por las responsabilidades y obligaciones legal o socialmente asumidas.

Otro aspecto que podría enmarcarse en alguna faceta de la corrupción es el de las prácticas aceptadas como comunes en sectores como educación y salud. En el sector salud, en una de las negociaciones entre trabajadores de ESSALUD y los responsables políticos del sector, los médicos lograron que no se les exija marcar tarjeta ni a su llegada ni a su retiro de los hospitales y centros asistenciales de la referida entidad. Si bien esto puede verse desde algún sector reivindicativo como un derecho que le asiste al profesional de la salud, lo cierto es que se trata de un pésimo precedente que no contribuye en lo más mínimo a generar confianza en la población y que dista mucho de una legitima reivindicación laboral. Es, en realidad, una forma de legalizar el hecho de que los médicos llegan tarde, salen temprano o se ausentan durante el trabajo por atender a sus clientes particulares.

En el sector educación un estudio demuestra una inasistencia de entre 15 y 30% de los maestros a los colegios. Dato que refuerza otras estadísticas acerca de las pocas horas de clase que reciben los estudiantes en el Perú, y que debe ponerse sobre el tapete al momento de responder a las exigencias docentes. Más aun en un sector tan poco permeable a una real reforma que se ha negado y se sigue negando a cualquier propuesta que tenga que ver con evaluar a los docentes para sobre esa base seleccionar a los que asciendan en el escalafón magisterial.

Si bien la corrupción es un delito tipificado por las leyes penales y puede que conductas como las evidenciadas por trabajadores del sector salud y educación no se enmarquen en una categoría punible por la ley penal, estas acciones sí se inscriben en lo que podemos delimitar como ámbitos de corruptelas apañados en reivindicaciones sectoriales. Señalar entonces estas situaciones de hecho, es llamar la atención de prácticas al interior del Estado que generan perdidas económicas reflejadas en las horas de trabajo efectivo y en una sensación por parte de la población de que laborar en el Estado otorga carta blanca para desde una posición de fuerza obtener prebendas claramente reñidas con la trasparencia que debe primar en el sector público. Médicos y maestros no puede ser pues identificados con exigencias que no contribuyen al sentido de sus responsabilidades, en las que en la actualidad siguen desenvolviéndose.

Trabajadores victimizados y realidad laboral

Hay una idea constante que ronda en el imaginario social, y es aquella que señala que como los trabajadores judiciales, policías o maestros perciben ingresos bajos, en cierto sentido las ventajas que estos obtienen por medios cuestionables se justifican porque tienen que llevar el pan a sus hijos. Si aceptáramos estos presupuestos justificativos, no tendría sentido ninguna política estatal sobre la corrupción. Hay pues estándares mínimos de convivencia cívica que no resisten los postulados de partes interesadas como en los casos mencionados.

Los policías, trabajadores judiciales o maestros, que es cierto que perciben ingresos bajos, sabían a lo que se atenían cuando decidieron ingresar a laborar en esos sectores de la administración pública. No es algo reciente esta limitación presupuestal sobre sectores clave como educación justicia o seguridad, es una carencia que se arrastra desde hace casi medio siglo. Los trabajadores de estos sectores entonces conocían muy bien de antemano la realidad a la que destinaban su profesión. En tanto estos trabajadores continúen con un discurso en el que ellos son únicamente víctimas de un sistema injusto, y no también actores responsables de desarrollo y cambio social, no habrá posibilidad de iniciar los pasos serios para ir remontando esa triste realidad.

En conclusión, debemos tener muy en claro que el bajo nivel de los sueldos en la administración publica no es justificación de la corrupción sea esta grande pequeña o mediana. La corrupción o cualquier otra mala práctica social deben ser vistas desde un ángulo impermeable para poder crear así una cultura de legalidad. Pero al mismo tiempo el Estado y sus representantes deben asumir obligatoria y perentoriamente que para desincentivar la corrupción, mientras contemos con sistemas de acceso a la formalidad a la justicia o la seguridad que se constituyen en trabas para el poblador común, será más arduo hacerlo. Urge entonces eslabonar la lucha contra la corrupción a políticas claras de desconcentración de requerimientos administrativos para todo tipo de tramites que el ciudadano deba enfrentar en la administración local regional o central.

La Corrupción y las organizaciones sociales de base

La corrupción es un hecho social que no sólo atraviesa al Estado peruano en diversos escalafones, sino que se trata de una actitud frente a la cual la nación ha sido y es permeable. Por eso los límites entre la buena gestión pública y la corrupción no son percibidos claramente por la sociedad, que en mucha medida justifica algunas conductas reprobables.

En la misma línea de lo tratado en párrafos anteriores, podemos identificar un estado de cosas al interior de nuestro tejido social que tiene que ver con la permeabilidad de la opinión pública y de los propios inmersos en esta problemática, que en términos generales podemos identificar como una corrupción socialmente aceptada. Este género de corrupción tiene uno de sus puntos de partida en una serie de reglas de juego administrativas poco definidas, que por su complicación o indefinición permiten el afloramiento de situaciones frente a las que la sociedad puede hacer muy poco. En ese sentido es conocido que muchas veces se prefiere aceptar ciertas prácticas o los llamados "favores" en aras de conseguir por parte de la administración estatal la abreviación de los tiempos que los trámites pre establecidos tomarían.

Es incuestionable el vigor que las organizaciones populares le imprimen al tejido social, tanto así que sus aspiraciones no son aún debidamente interpretadas por los que pretender convertirse en sus representantes. Es la desorganización proveniente de un Estado que no cuenta con los medios para estar presente en cada espacio en el que se le requiera, la que hace surgir formas paralelas de autoorganización que suplen en la medida de sus posibilidades la ausencia. Pero estas organizaciones tanto de comedores populares como de vasos de leche, al pertenecer a nuestra sociedad, no están exentas de la realidad y pueden padecer anomalías comunes a nuestra realidad. Una cultura democrática no ha asentado sus bases ni en las dirigencias políticas centralizadas, ni en las organizaciones de base.

Hay una conexión intrínseca que como en un juego de espejos conecta dimensiones de la práctica social y es un impedimento latente para que una fluidez mayor de los recursos se haga realidad. Quien haya podido desarrollar alguna actividad que lo vincule con estas organizaciones, podrá haber comprobado que existen pugnas locales por el control de las provisiones que el Estado hace llegar. Esa realidad natural en los grupos humanos, se ve influida también por una ausencia educacional respecto de las maneras más efectivas en las que utilizar los escasos recursos en beneficio del conjunto necesitado. Lo que sucede entonces es que el voluntarismo admirable que estas organizaciones despliegan a lo largo y ancho de nuestro territorio, se confronta con una forma no uniforme de proceder para maximizar los beneficios que pueden traer los programas de apoyo social. El límite entre lo público y lo privado se hace confuso, y junto con él, el límite entre la corrupción y la probidad se hacen poco claros.

Urge en ese sentido implementar una noción de administración de recursos simple, que pueda ser asimilada por los o las dirigentes de los sectores populares. Esta noción de administración de la asistencia social podría así contribuir a que las filtraciones que acumulan porcentajes elevados de pérdidas de la ayuda estatal, puedan ir reduciéndose, o ampliado su campo de asistencia. La duplicidad de labores o funciones con la consecuente pugna que de ella se puede generar, sí debe ser sometida a una observación inmediata por parte de los órganos estatales.

Si bien la primera etapa del presente gobierno, acorde con sus mensajes de campaña electoral, pareció entender que la única forma de evitar el desperdicio de los recursos destinado a la asistencia social es despolitizarla lo más que se pueda, al cabo de unos meses de ejercicio del poder prefirió adoptar las mismas formas que gobiernos anteriores utilizaron. Se frenó así en gran medida, como en otros varios sectores, una oportunidad de modificar este proceder político. El control y la administración de los programas sociales sigue siendo ante todo una herramienta de llegada del partido en el poder a lo sectores que puede manipular y condicionar.

Corrupción y Focalización

Uno de los temas que más se ha discutido en los últimos años en relación a la política social es el de la focalización, habiéndose propuesto avanzar con mecanismos de focalización individual que discriminen entre quienes necesitan la ayuda del estado y quienes tendrían medios suficientes para su propio sostenimiento.

Al respecto, existe todo un debate sobre la focalización individual del apoyo social que cuenta con argumentos a favor y en contra. Las posiciones favorables a la determinación lo más exacta posible de a quiénes debe ser otorgada la ayuda social tienen como antecedente el trabajo realizado en México sobre el tema. Allá, una de las acciones implementadas por los encargados de la asistencia social, en particular con el programa Oportunidades (antes conocido como Progresa) ha sido la de establecer vía estudios de campo las personas a las que efectivamente debe de considerarse pasibles de la asistencia social que el Estado está en la obligación de otorgar.

La posición contraria a esta focalización como se ha planteado, sustenta su escepticismo frente a estas medidas, señalando que es muy difícil determinar realmente a los que debieran ser los beneficiarios, ya que las mediciones en este sentido se enfrentan a una serie obstáculos que la dinámica social pone al frente. Es decir, resulta arriesgado definir dentro de determinados grupos o comunidades quiénes son los que poseen la calidad de pobres a los que corresponde asistir, porque existen una serie de factores dinámicos que podrían terminar por excluir a personas que si bien no llegan a un estado de indigencia, se ven apoyadas y su desarrollo vital será mucho más adecuado si es que son pasibles de estos alcances de la asistencia social.

El gobierno recientemente ha promulgado un Decreto Supremo poniendo en marcha este sistema. Al respecto, una de las cuestiones que habrá que supervisar con mucho cuidado en ese proceso es precisamente el de la corrupción: dado que ser calificado como sujeto de ayuda social del estado implica una serie de beneficios, quienes califican tendrán un poder en sus manos que podrán utilizar en provecho personal.

II. CORRUPCIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO

Ello nos lleva a plantear la relación entre la corrupción y el bajo crecimiento económico de los últimos años, pero no como una secuencialidad irrebatible, sino como un factor más dentro de una gama de aspectos que condicionan el crecimiento. Para decirlo de otra manera, la corrupción si bien frena en crecimiento económico porque puede extraer recursos públicos hacia fines delictivos, no es la razón única de la falta de crecimiento económico. Esta falta de crecimiento tiene que ver con muchos otros factores, en los cuales la corrupción es uno de ellos, importante pero no concluyente. Al respecto podría señalarse experiencias como la japonesa e italiana, países en los que la corrupción ha sido grave, y sin embargo durante las últimas décadas han crecido considerablemente.

En nuestro país, el problema de la corrupción se inscribe dentro de un ámbito mayor que para el caso podríamos enfocar en una Reforma del Estado aún pendiente sólo sacada a la luz cada nueva campaña electoral; y en el poder de los valores y relaciones sociales con los que vivimos.

Corrupción e ineficiencia estatal

Un elemento sustancial en las experiencias modernas de desarrollo económico es el funcionamiento del estado, que de proveer bienes públicos e infraestructura, garantizar la equidad y vigencia de los derechos humanos incluyendo los económicos y sociales, resolver las fallas de mercado y actuar como agente promotor del desarrollo. Un estado ineficiente será por ello un lastre para el crecimiento económico.

Como el Estado sigue siendo visto como un medio orientado a satisfacer compromisos sobre todo surgidos en etapas pre electorales antes que al bien común, existe una relación de complicidad que engloba en ella a los diversos grupos que logran acceder sea al poder local regional o central. Es decir, se prefiere no confrontar este tipo de acciones que generan corruptelas, ya que, o bien cuando se fue gobierno se uso las mismas, o bien en la expectativa de ser gobierno se asume que estas prácticas también podrán ser utilizadas. Un círculo vicioso es el sustento de este modo de operar común en las entidades estatales, que cuando se rompe generalmente se hace por el lado más débil, es decir funcionarios atrapados infraganti que es casi imposible que desenreden la compleja madeja que al interior de cada institución se desenvuelve. Así se ha construido en el país y en muchos otros de nuestra región en conocido razonamiento: roba pero hace obra, que finalmente es la justificación de todo autoritarismo habido y latente.

En este punto encontramos uno de los aspectos otra vez obviados ante la postergada y urgente reforma del Estado, lo que no es impedimento para que en la medida de las posibilidades y de la creatividad de los funcionarios públicos se puedan diseñar esquemas que permitan acortar esa ineficiencia. Ese mal uso de los escasos recursos que conlleva a la limitada acción estatal puede dividirse en dos vertientes.

La primera para el presente análisis la llamaremos endógena, por inscribirse en lo que la administración pública hace con sus recursos en asuntos que conciernen a su administración interna.

Esa incapacidad de las instituciones estatales para dotarse a sí mismas de una organización en la que el privilegiado sea el usuario del servicio brindado por el Estado, por un lado se confronta con la excesiva tramitología que los funcionarios públicos deben enfrentar, y que ciertamente puede basarse en un justificado temor de que un error de procedimiento termine costándole el puesto. Ello resta capacidad expeditiva a los trámites que le conciernen y genera al interior de las instituciones una suerte de responsabilidad a medias que hace las decisiones extemporáneas en algunos casos.

El funcionario público y sus trabajadores se encuentran entre dos frentes que les exigen y cuestionan por igual. Por un lado los funcionarios públicos de mayor responsabilidad dentro del aparato estatal para los cuales lo principal no es que los indicadores de gestión deben evidenciar efectividad sino evitar acusaciones y problemas que pueden costarles el puesto. Por otro lado los sectores de la sociedad que requieren del servicio por parte de determinada entidad pública, pero que terminan no siendo prioritarios a la luz de las normas y demandas provenientes de arriba.

Otra variante de este problema de ineficiencia estatal tiene que ver con las inversiones públicas, que se desarrollan específicamente hacia fuera de cada institución pública legalmente amparada para esos fines. Esa poca actividad que nuestro magro porcentaje de inversión pública nos permite (alrededor de 11% del presupuesto nacional) se encuentra condicionada a una serie de urgencias y presiones de diferentes actores estatales y sociales que la hacen en muchos casos de nula rentabilidad. Se sigue privilegiando lo que podríamos llamar la obra visible a contrapelo de lo que una lógica económica y social del siglo XXI debiera impulsar. Antecedentes de este tipo de obra son los maga proyectos de irrigación que han permanecido y permanecen estancados por la enorme inversión que necesitan para operar, cuya poca rentabilidad ha hecho que los privados no se involucren en estas necesarias obras de infraestructura.

Los nombramientos de favor

Un tema que tiene cada vez más importancia a este respecto es el nombramiento de funcionarios públicos, y las presiones partidarias y familiares por un aprovechamiento particular del estado. Siendo un punto que nos puede desviar del tema central abordado en este análisis, quizá baste con señalar que los presupuestos para acceder a la función pública deben ser revisados, ya que antes que la filiación partidaria o la titulación exhibida, por sobre eso debiera existir un examen integral que busque en el candidato a determinado puesto una cabal capacidad de enfrentarse a los retos del cargo antes que una categoría política o académica específica.

El problema de que genera el nombramiento de funcionarios por conexiones partidarias o personales es múltiple. Por un lado, se escogen personas que no son las más idóneas, lo que ya es un tremendo problema (sobretodo porque a veces sus limitaciones son tan grandes!). En segundo lugar, el ejemplo hace que ese comportamiento se repita: los funcionarios de alto o medio escalón nombrados por favor, hacen eso mismo a su vez, agravando el problema. Finalmente, al ser nombrados por una conexión política, sus incentivos no están en tener el mejor desempeño, sino en servir mejor y tener mejores relaciones con el contacto político que los apoyó.

El caso más sonado dada la cantidad de familiares y allegados que un ministro hizo ingresar a la planilla estatal fue el de Jesús Alvarado, que sirvió para que toda la acumulación de incomodidad social generada por estas prácticas se le viniera encima cual alud glacial. El problema es que esta ha sido durante décadas una práctica común en el estado peruano, marca central del llamado patrimonialismo

No es extraño así que ante el primer atisbo de poseer un cargo público se echen a andar las presiones para que los familiares o allegados sean los primeros en ser tomados en cuenta dado el caso de que se requiera personal para determinada labor. O en un caso peor, y evadiendo las secuenciales normas estatales que imposibilitan la contratación, se recurra a crear nuevos puestos para contentar a grupos políticos de influencia o familiares. Las limitaciones que el sentido común debiera imponer sobre estas acciones que van en la mayoría de los casos en desmedro de los fondos públicos por no reunir los contratados las calidades suficientes, han sido superadas imponiéndose sobre ellas la adversa concepción de los fines del Estado respecto a la sociedad. El Estado no es reconocido como el actor crucial para el desarrollo del país, sino ha pasado a ser percibido como un agente más de la actividad económica, del que el beneficio debe ser extraído antes de que los vientos políticos cambien.

La corrupción y la inestabilidad jurídica en los inversionistas

Debido a la corrupción, aumentan los costos de transacción, los contratos no son seguros y hay un costo adicional para hacerlos valer: “la coima”. Ello dificulta las inversiones y el funcionamiento del sistema económico, reduciendo el ritmo de crecimiento económico.

Las inversiones en nuestro país deben sortear muchas vallas extralegales para poder efectivizarse. Esas vallas se pueden inscribir dentro de una manera de operar burocrática, de la cual estamos enterados, en todos los niveles del aparato estatal, pero frente a la que poco se puede hacer con acciones y voluntades aisladas. La fragilidad de una relación contractual que el inversor inicia con determinado ente estatal tiene un primer obstáculo al no ser publicada en la página web del Diario Oficial El Peruano sino hasta diez días después de su publicación impresa. Si bien es un aspecto formal este que se menciona, grafica el distanciamiento que existe entre la mentalidad estatal en general y la dinámica con la que debe contar un Estado promotor de la inversión.

En las relaciones con la administración pública, aquellos interesados en acceder a algún tipo de contratación, conocen muy bien que existe toda una costumbre institucionalizada en que a la propuesta contractual debe añadirse un costo: la retribución para aquel o aquellos encargados de determinar la selección de la mejor oferta, que en muchos casos no termina siendo la oferta optima para el servicio requerido.

El llamado contacto al interior de la administración pública es toda una institución no reconocida formalmente pero que opera con atribuciones mayores a su puesto en el Estado. Las conversaciones de café en las que se tratan asuntos referidos a la coima a otorgarse para asegurar el otorgamiento del contrato son una costumbre de la que se puede dar cuenta fácilmente. Ante esta realidad el inversor o contratante con el Estado debe mantener un doble estándar, ya que asumiendo lo irregular de este accionar, debe sopesar entonces el riesgo que ello implica con su futura ganancia. Así la relación con el Estado se vicia de origen y una vez envuelto en esa práctica el empresario tiende a proseguirla.
Esta debilidad en muchas de las relaciones de los privados frente al Estado, hace que los contratos se tornen inseguros, ya que pueden ser sometidos al escrutinio de los órganos de control interno o externo a la institución y terminar siendo cuestionados legalmente.

La debilidad de origen es un aspecto central que se conjuga con otros. Entre ellos podemos señalar el complicado sistema de formularios administrativos con que el Estado trabaja. Si bien en este nivel de contratación es necesario especificar lo más posible cada punto de la relación, persiste una formalidad que tiende a la confusión por parte del no iniciado en estas lides, y justamente crea una dependencia frente a los tramitadores oficiales u oficiosos que pululan alrededor de la actividad estatal. Este sistema de formulariado debiera ser un eje central que se puede trabajar paralelamente a la Reforma del Estado, ya que unido a la variante contacto-comisión funcionan como una puerta de entrada desgastante frente a la que muchos empresarios con intenciones de contratar con el Estado simplemente prefieren obviar esta posibilidad, limitando así la capacidad electiva que sustenta la competencia comercial.

La democracia se afecta y se genera inestabilidad política y social.

La democracia se deslegitima cuando los estados que se consideran democráticos no hacen mucho por ir desmontando las situaciones de hecho conocidas que corrompen la relación del Estado con el sector privado que finalmente somos todos. Los regímenes democráticos deben entonces colocar en un primer plano de sus agendas acciones que, conjugando fiscalización desburocratización y ejemplo en la celeridad, puedan hacer frente a la institucionalización de prácticas en las que se pierde mucho de lo que el Estado está urgido por ahorrar.

Si en una de las bases de la construcción de un sistema democrático, como es la de las relaciones contractuales con el Estado, seguimos manteniendo unas prácticas por decir lo menos poco trasparentes, estamos condenando al sistema que decimos proteger a una ilegitimidad corrosiva, ya que ésta se trasmite de boca en boca colaborando así a legitimar los discursos antisistémicos que en su radical cuestionamiento a la formalidad encuentran sustento real en casos como el abordado.

Ese cuestionamiento, tomado por los ámbitos extremistas del espectro político, tiene un sustento en una realidad fácilmente constatable por las mayorías. Con un mayor y decidido trabajo en aspectos esenciales que vayan desmontando estructuras pseudo legales que funcionan en la práctica como una tela impermeable entre el Estado y los que se relacionan con él, se generaría un efecto social en el que poco a poco la deslegitimación y lejanía del Estado pueda recobrar en cada espacio ganado el vigor que la sociedad ve perdido. Siendo un aspecto que parece no tener incidencia directa en el conjunto del régimen político que deseamos afianzar, esta relación deteriorada con el Estado en las contrataciones o en los simples trámites que en muchos casos cuestan más de lo que la ley autoriza, es un aspecto crucial que cual trabajo de hormiga merma la credibilidad en el sistema en general.

ALGUNAS CONCLUSIONES

UNO
La corrupción pública o privada es un fenómeno muy imbricado en las sociedades sean estas desarrolladas o en vías de desarrollo como la nuestra. Este hecho comprobable no es óbice alguno para que exista por parte del Estado y de las organizaciones de la sociedad civil una voluntad y una estrategia que permita ir aminorando y arrinconando este fenómeno.

DOS
La pobreza no es justificación de la corrupción. Desmontar esta idea generalizada en la sociedad peruana es un requisito primordial, ya que esta justificación atraviesa transversalmente a todo el tejido social y genera la mantención de un estado de cosas, en el que la victimización de los trabajadores públicos da paso al consiguiente abuso por parte de estos a los ciudadanos en general.

TRES
El efecto de reflejo corruptor que se genera por los actos de personajes políticos de primera línea, es un claro incentivo a la corrupción y a que se cuestione la legalidad vigente. Las medidas ejemplificadoras al interior de las entidades como el Congreso de la República, al no funcionar se suman a incentivar la irregularidad. Es un imperativo entonces obrar con el ejemplo en el campo de las acciones publicas, y así haya actos que no constituyan corrupción pero se puedan ver mal a los ojos de la población, tratar de evitarlos en la mayoría de los casos aplicando la ley del costo sobre el beneficio general.

CUATRO
La asistencia social debe ser totalmente neutra en términos partidarios y contar con atribuciones que le permitan accionar independientemente de los vientos y ánimos electorales. Más allá de opciones políticas validas, en la lucha anticorrupción se requiere consensos clave que persistan en el tiempo en Políticas de Estado, y éste es uno de ellos.

CINCO
Establecer claramente la prioridad de los programas sociales de cumplir sus objetivos, frente a cualquier presión de empresas o grupos por aprovecharse de esos recursos siendo privilegiados en las compras, es fundamental.

SEIS
La corrupción, mediante diversos mecanismos frena el desarrollo económico e impide soluciones sostenibles al problema de la pobreza. Una política de lucha contra la pobreza, por ello, debe necesariamente involucrar también el tema de la lucha anticorrupción.

No quiero que las AFP´s se lleven mi plata

martes, 9 de noviembre de 2004

Las AFPs están en campaña por llevarse más fondos de los afiliados al exterior. Yo estoy afiliado a una AFP y no quiero que hagan eso con MI plata. Yo prefiero que el dinero que me descuentan obligatoriamente todos los meses de mi sobre de pago, sea invertido en el Perú. En parte es porque soy nacionalista. Pero también es porque pienso seguir viviendo en este país durante las próximas décadas, y pienso que si hay más desarrollo económico, más empleo y menos pobreza, viviré mejor. Es obvio que a la economía nacional le irá mejor si hay más fondos para invertir en el Perú. Ya que me descuentan de mi sobre, prefiero que ese dinero desarrolle el país y no se invierta en otro lado.

Tal vez mis razones no sean buenas. Tal vez a otros no les importe mucho que haya más desarrollo y más empleo. Tal vez otros le tienen miedo a lo que pueda pasar en el Perú. Lo lamento y quisiera que cambiaran de opinión, pero finalmente es su opinión. Tratándose de plata ganada honestamente, pueden llevársela afuera. Allá ellos. Lo que no entiendo es porque las AFPs quieren llevarse MI plata. No la suya, la mía.

En realidad, estoy equivocado. La AFP a la que estoy afiliado YA invirtió en el exterior un 9% de MI fondo. Lo peor es que no puedo hacer nada al respecto. Si me cambio a otra AFP; es lo mismo. No me dejan ahorrar por mi cuenta, no me dejan pasarme al sistema público, no puedo darle instrucciones a la AFP para que invierta solo en el Perú como a mi me gustaría. Ahora, quieren llevarse una mayor parte de MI plata al exterior, aumentando el tope de inversiones que pueden realizar en el exterior.

No es que las empresas extranjeras que administran las AFPs no obtengan ganancias. Todo lo contrario. Todos los meses, por cada 100 soles que entra a mi fondo de jubilación, ellos me cobran 28 soles por administrarme el dinero, lo inviertan en el Perú o en el exterior. Otra vez, no tengo opción. Si no estuviera obligado, ni loco pondría mi dinero en un fondo que me cobra esa comisión.

Las empresas AFPs son de lejos los más rentables del país; a marzo de este año su rentabilidad anual era de ¡87%¡. Es decir, recuperan su capital completo cada 14 meses. El segundo sector más rentable, la minería, apenas supera el 15%. Los propios fondos que las AFPs nos administran, solo tiene una rentabilidad de 8% anual. A pesar de esa tremenda rentabilidad propia, encima de esas ganancias quieren poder llevarse mi dinero a sus bancos y casas de inversión. No quiero.
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Si dicen que aumentar el tope de inversiones en el exterior es en beneficio de los afiliados, la cuestión es muy fácil: déjennos escoger. Permítannos decidir si preferimos en el Perú o en el exterior, en un banco o en una AFP, en bonos o acciones (ultraliberales ¿dónde están? Guibellini, Salazar, quiero oír su voz). Para quienes pensamos que el sistema de pensiones es una política pública en beneficio de la ciudadanía, es obvio que llevarse la plata de los trabajadores al exterior no beneficia a los peruanos, sino sólo a los dueños extranjeros de las AFPs.

Justicia en las pensiones

jueves, 21 de octubre de 2004

Está en plena discusión la reforma de la 20530, debate en el cual el tema del equilibrio fiscal debe ir aparejado de una consideración sobre sus efectos sobre la pobreza y la justicia social.

Sobre este tema, hay dos criterios de justicia social contrapuestos necesarios de dilucidar. Por un lado, está el criterio de que la pensión debe ser igual al aporte realizado. Este es un criterio de justicia estrictamente contractual, que podemos asociar a la concepción ultraliberal de Nozick: cualquier situación social es justa si proviene de arreglos contractuales realizados por individuos libres[1]. Solo si cada uno tiene aquello por lo que pagó, un sistema es justo. Este es sin duda el criterio que se utiliza en un sistema como el de las AFPs. Es también el criterio utilizado cuando se presentan datos que resaltan la diferencia entre el aporte y las pensiones recibidas, mostrando de esa manera la injusticia de mantener pensiones altas en la 20530.

Pero, ¿es ese el único criterio de justicia social a tener en cuenta en un sistema de pensiones? ¿es siquiera el principal? ¿estamos de acuerdo que quien vivió en la pobreza extrema toda su vida y no logró ahorrar para su vejez, se muera de hambre o de enfermedades curables, porque no tiene el dinero necesario para subsistir?

Frente al enfoque ultraliberal, otra concepción de justicia social pone énfasis en los derechos. El derecho a la seguridad social está inscrito dentro de los principios establecidos en la Convención Universal de los Derechos Humanos. Tras esta convención se encuentra la idea de que todos los seres humanos debemos tener las condiciones básicas para poder vivir y desarrollar nuestra vida con dignidad, lo que se asocia al objetivo de los sistemas de pensiones de evitar la pobreza entre las personas de edad avanzada.

Es claro que bajo ninguno de estos dos criterios de justicia social, es sostenible la existencia de pensiones excesivamente altas dentro del régimen de la 20530, que como se sabe es mayoritariamente subsidiado por el fisco. Ello debe dar lugar a la imposición de topes razonables sobre las pensiones y la revisión de los casos irregulares.

Pero hay otros dos elementos adicionales en la reforma pensionaria propuesta que es fundamental discutir. El primero es la eliminación del llamado “efecto espejo” o “cédula viva”. Esto es razonable, sin embargo, la propuesta del MEF es francamente abusiva contra los pensionistas: establece que los reajustes dependerán de “la disponibilidad de la caja fiscal”. Sin embargo, a la hora del presupuesto, siempre resulta que dinero para fragatas Lupo y pagar la deuda externa, mientras que se reajusta poco las pensiones (caso de la 19990). Lo mínimo aceptable es que las pensiones se reajusten con la inflación medida por el índice de precios al consumidor: los jubilados tienen derecho a una seguridad básica respecto del valor real de su pensión.

La otra discusión que debe plantearse es respecto de qué se debe hacer con el dinero que se ahorre de recortar las pensiones excesivas. Una propuesta surgida del Congreso es darle una parte – no todo - a los pensionistas de la 20530 que reciben las pensiones más bajas. Se pierde de vista que las pensiones más bajas son las que valen cero. Tres de cada cuatro personas mayores de 65 años carecen de pensión alguna que les ayude en su vejez. Si el estado tiene recursos, ¿por qué debería aumentar el subsidio una “huérfana” de 40 años, mientras hay ancianos extremadamente pobres a los que el estado no les da ningún apoyo? ¿acaso esos ancianos pobres no han pagado a lo largo de su vida impuestos a través del IGV, ISC, aranceles y demás tributos indirectos? Ya es tiempo que el estado peruano empiece a dar algún apoyo a los ancianos pobres, como se hace en Brasil, Bolivia o Argentina, donde han tenido un tremendo efecto en reducir la pobreza.
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La reforma de la 20530 es necesaria pero debe hacerse sobre la base de la justicia. Junto al recorte de pensiones excesivas, otorgar seguridad del valor real de la pensión y atender a los más necesitados es la base para ello.
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[1] Incluso en este caso, Nozick criticaría que se obligue a las personas a ahorrar para la vejez, y no dejarlos tomar sus propias decisiones.

Punta y Base

miércoles, 20 de octubre de 2004

No hay problema más importante para el desarrollo económico nacional que la difícil combinación entre los sectores de punta de la economía nacional, y la enorme base de peruanos empobrecidos que se refugia obligadamente en su pequeña chacra o negocio ambulante.

Para la derecha, hay que dejar que los grandes capitales arrastren al resto. Toda la iniciativa corresponde a ellos, y todo el bienestar proviene de los empleos que ellos generan y los impuestos que pagan. Parten del preconcepto ideológico que todo lo que hagan será siempre bueno, sin importar si generan poco empleo, causan daño al medio ambiente o – incluso- se involucran en actos de corrupción.

La historia ha demostrado, sin embargo, que ese enfoque no ha logrado incorporar a la mayoría de peruanos a un empleo digno y una vida decente. Todavía tres cuartas partes de los peruanos se gana la vida en condiciones inadecuadas, sin seguridad social. La pobreza no se ha reducido en la última década. La enorme desigualdad, con una minoría privilegiada y un estado que no tiene recursos para cumplir su función, no puede mantenerse.

Una propuesta de desarrollo que incluya a las mayorías tiene que otorgar un lugar central a los mecanismos para que este desarrollo tenga una ancha base. El objetivo no es que “chorree más”, es decir, que el crecimiento económico siga concentrado en pocos mientras la mayoría espera que le caigan algunas gotas de mejora social. Lo que debe buscarse es que el desarrollo sea de todos, también y sobretodo de los campesinos pobres, los pequeños y microempresarios de la ciudad y del campo, y de los trabajadores industriales, del comercio y los servicios. Todos los peruanos debemos ser actores y beneficiarios de ese desarrollo.

Del mismo modo, la derecha piensa que el crecimiento económico determina todo, y que una vez que este llegue, mejorara también la salud, la educación y la seguridad social. No es así. Siendo cierto que el crecimiento económico promueve el desarrollo social, este tiene también su propia dinámica. Países del mismo nivel económico tienen diferencias en su esperanza de vida de 20 años. La educación puede estar divorciada del quehacer económico de un país, como sucede mucho en nuestra patria, o puede ser un gran promotor de ella. Una visión integrada de desarrollo económico y desarrollo social es fundamental, y no puede pensarse ni que lo social vendrá solo con lo económico, ni que sólo debe existir en función a éste

Una propuesta de desarrollo alternativo no puede ignorar, sin duda, la necesidad de que también se incrementen las inversiones de gran volumen. Aunque sea poco, generan empleo, aportan al fisco, traen divisas y promueven la modernización. Pero hay que ir más allá de la simpleza derechista y considerar que lo que queremos como sociedad no es maximizar inversiones sino maximizar bienestar. Considerar también que las mayorías también tienen potencial económico y pueden producir más y mejorar sus negocios e ingresos.

En este esquema, atraer grandes capitales al país es importante, siempre que aporten al desarrollo nacional: que no sean corruptos, que paguen impuestos, que generen empleo, que transfieran tecnología. Para ello, hacer que estos sectores no se encapsulen sino que se alíen y trabajen con los pequeños productores, es fundamental.

Los Precios de Combustibles ¿Quién gana, quién pierde?

martes, 5 de octubre de 2004

El aumento de precio del petróleo en el mercado internacional, sobrepasando largamente los US$ 50 el barril, tiene efectos serios sobre la economía peruana, sobre los cuales el gobierno ha sido totalmente incapaz de articular una alternativa sensata.

Estos efectos son dos. Por un lado, reduce la capacidad adquisitiva de las mayorías, sobretodo al trasladarse a pasajes y precios en general. Por el otro, aumenta la inflación, poniendo en riesgo el cumplimiento de la meta establecida por el banco central que es de 3,5% anual como tope.

Frente a ello, el gobierno debió tomar medidas al respecto. En mayo de este año se puso en marcha un mecanismo de estabilización de precios de combustibles, consistente en la reducción del ISC. De acuerdo a lo afirmado en el reporte de inflación del BCR, el costo fiscal durante el presente año de esta medida es nulo, ya que la menor recaudación por ISC se compensó con mayor recaudación por IGV y aranceles. En otras palabras lo que se le ahorró a los ciudadanos por el ISC se recuperó por el IGV y aranceles.

Si el efecto fiscal neto es nulo, eso quiere decir que la política fiscal es neutra frente al shock de oferta negativo que implica un alza de precio del petróleo: ni lo amplifica (cosa que ocurriría automáticamente vía IGV y aranceles si no se reduce el ISC) ni lo modera (cosa que ocurriría si la reducción del ISC fuera mayor que la recaudación generada por IGV y aranceles).

De esta manera, el mecanismo de estabilización, estabilizó poco. Lo único que logró fue no amplificar el shock de oferta negativo, que es lo que hacia el mecanismo antiguo de estabilización de los precios de los combustibles hoy liquidado. Para un país con nuestra lamentable experiencia, eso era un gran avance en la política fiscal.

Mejor todavía seria moderar el shock aprovechando la holgura fiscal actual. La meta fiscal se va a sobrecumplir en el 2004 con un déficit de 1.2 o 1.3 del PBI, pero eso ya es política ficción dado el dominio de PPK y el neoliberalismo ramplón sobre el MEF actual.

Por el contrario, las cosas en vez de mejorar, han empeorado. El gobierno eliminó este débil mecanismo de estabilización hace mes y medio. Desde entonces, los precios internacionales de los combustibles se han incrementado en 5 por ciento. En ausencia de un mecanismo de estabilización, las empresas refinadoras han aumentado sus precios desde esa fecha. Petroperú ha subido las gasolinas en 10 por ciento, el diesel en 7 por ciento y el kerosene en 2 por ciento; Relapasa lo ha hecho en 4, 2 y 7 por ciento respectivamente. Pero aún así, tienen un rezago respecto de los precios internacionales de entre 5 y 10 por ciento, el que tendería a cerrarse rápidamente en ausencia de un mecanismo de estabilización efectivo, y entre el MEF y Energía y Minas están cocinando una propuesta que, según parece, no sería nada efectiva.

El principal efecto que esto tendría es el de aumentar los precios de los pasajes, lo que aún no ha ocurrido. La última vez que aumentaron los pasajes fue hace año y medio, y el aumento acumulado del diesel podría generar un aumento de 10 por ciento en el precio del pasaje urbano, lo que tendría un impacto inflacionario de cerca de uno por ciento, con lo que la meta de inflación sería imposible de cumplir.

La política de PPK se muestra una vez más torpe y ciega. Eliminó un mecanismo de estabilización de precios de los combustibles sin tener una propuesta alternativa, justo cuando el precio internacional vuelve a subir. Amenaza con afectar negativamente la economía, frenando su crecimiento y promoviendo la inflación.

De Izquierdas y Derechas

jueves, 30 de septiembre de 2004

¿Los términos izquierda y derecha son suficientes para analizar el escenario político peruano? La respuesta es sólo parcial, y un sí pero no o no pero sí es la mejor respuesta.

Las divisiones entre izquierda y derecha han estado referidas al peso que cada sector daba al tema de la igualdad y a la necesidad resultante de una estado que tuviera la fuerza para actuar redistributivamente. El re- examen de lo que significa la libertad por el premio nobel Amartya Sen ha mostrado que también la salud, la educación y los ingresos son importantes para la libertad efectiva que tienen las personas de ser y hacer. Desde ese punto de vista, la desigualdad generadora de pobreza lo que hace es quitarle la libertad a la mayoría, la libertad de trabajar en lo que a uno le guste, de no morir tempranamente por una enfermedad evitable y de leer el periódico. Desde este punto de vista, poner énfasis en corregir la extrema desigualdad es poner énfasis en la libertad de las mayorías.
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Junto a la igualdad y esta nueva visión de la libertad, el segundo aspecto definitorio de una posición de izquierda es la participación política. La izquierda propone des-elitizar la política, promover la democracia participativa, empoderar a las mayorías. Por ello, no creo que pueda haber una "dictadura de izquierda". La división izquierda-derecha no es perpendicular a la división dictadura-democracia, sino que incluye ese eje. Pero para poder ser consecuentemente democrático, es decir, para apostar realmente por que todos tengan iguales derechos políticos, hay que promover también la igualdad económica y social. Con enormes desigualdades de ingresos y condiciones de vida, con pobreza extendida, no es posible una democracia profunda. Por eso, a mi entender la derecha es, en el fondo, antidemocrática: por más que defienda los mecanismos de la democracia representativa, defiende también las condiciones sociales que hacen que, en la práctica, las mayorías queden excluidos o disminuidos en ella.
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Igualdad, libertad, democracia, integradas de esa manera, son lo que identifican a la izquierda, y son diferencias plenamente vigentes en el Perú de hoy. Pero también es cierto que en relación a los problemas del Perú de hoy, hay al menos otras dos dimensiones que no se ubican claramente en esta dicotomía izquierda – derecha: transparencia y eficiencia.

La lucha contra la corrupción es un tema fundamental en el Perú de hoy, y esta es una bandera que no es sólo de la izquierda. Es cierto que la corrupción está mucho más presente en la derecha, donde pululan fujimoris, camets y bedoyitas. Pero la corrupción ha estado presente en todas las tiendas políticas, y también en todas hay dirigentes probos y consecuentes.
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Por otro lado, está el tema de la eficiencia. Los peruanos lo que quieren muchas veces, antes que grandes discursos, es respuestas efectivas a sus problemas. Problemas como la falta de seguridad ciudadana, el desastroso transporte público, la pesada burocracia, lo engorroso de trámites inútiles, son cuestiones frente a los que los ciudadanos queremos soluciones. Soluciones que en todos estos casos tiene poco que ver con izquierdas o derechas, porque resolver estos problemas es concordante con cualquiera de los enfoques. Un administración pública eficiente es todo lo que pedimos.

Presupuesto 2005 en Salud: Ningún aumento real

jueves, 16 de septiembre de 2004

El Poder Ejecutivo ha enviado recientemente su proyecto de presupuesto 2005 al Congreso, y a contrapelo de lo afirmado por el gobierno, no aumenta el presupuesto en salud.

En efecto, el proyecto de presupuesto del sector salud (que incluye el Ministerio de Salud y sus organismos públicos descentralizados como el Instituto Nacional de Salud y el Seguro Integral de Salud) pasa de 2,456 millones en el presupuesto 2004 vigente, a 2,412 millones en el presupuesto 2005. Como puede observarse, según esta propuesta el presupuesto para el sector salud no aumenta sino que disminuye en 44 millones de soles, es decir, 1,8%. Considerando que la inflación este año estará cerca de 3,5%, en términos reales la reducción sería mayor al 5%.

¿Cómo es posible que en estas condiciones el Premier Ferrero haya afirmado que el presupuesto en salud crece? Recorriendo a un absurdo juego de cifras: ha comparado el presupuesto 2005 propuesto con el presupuesto 2004 inicialmente aprobado que no considera los recursos del ITF. Pero el aumento al presupuesto 2004 financiado por el ITF ya se aprobó y se está gastando. Ya es hora de que ministros y funcionarios públicos traten de engañarnos de maneras tan burdas.

Considerando que el PBI está creciendo y que el presupuesto en su conjunto aumenta, la propuesta del gobierno haría que salud reciba una menor proporción de los recursos nacionales. En efecto, el presupuesto del sector salud pasaría de 1,07% del PBI en el 2004 a 1,04% del PBI en el 2005, y de tener 5,4% del presupuesto total a tener solo 4,5% del mismo. Con este presupuesto, el gobierno estaría decidiendo no sólo que salud siga siendo la última rueda del coche de la política nacional, sino que esa situación se agrave.

Particularmente grave es el recorte propuesto en el presupuesto para medicinas, insumos, servicios públicos como luz y agua y otros gastos corrientes, que se reduciría en 162 millones de soles. El presupuesto del Seguro Integral de Salud, que está en crisis por falta de presupuesto y problemas de gestión, se propone reducir aún más, pasando de 276 millones de soles a 264 millones de soles. Debido a ello, de mantenerse estas menguadas cifras presupuestales, el 2005 sería un año en el que se agudizarán los problemas de falta de insumos y medicinas en los hospitales y centros de salud.
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¿Qué pasaría en estas condiciones con las necesidades de recursos para establecer un programa de tratamiento a los enfermos de VIH / SIDA que siguen abandonados a su suerte, para detener la amenaza de la tuberculosis multirresistente y la malaria, para hacer que las emergencias de los hospitales puedan atender los casos que les llegan, para evitar la muerte de más de mil madres al año debido a que el 40% de los nacimientos se realizan sin ayuda especializada, para rehabilitar a las personas con discapacidad y atender la salud mental de quienes fueron afectados por la violencia como lo plantea el Plan de Reparaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación? El derecho a la salud requiere que el sector salud tenga los recursos presupuestales necesarios, y el proyecto de presupuesto 2005 propuesto por el MEF en vez de avanzar en ese sentido, agrava la situación.

Salud: Más financiamiento con más eficiencia

miércoles, 25 de agosto de 2004

Para lograr tener salud para todos, es fundamental que exista mayor financiamiento para la salud y una reforma que eleve sustancialmente la eficiencia del sector. Ambas políticas, el lograr mayores recursos y el mejorar su uso, tienen que desarrollarse conjuntamente. Si simplemente se destina más dinero para que sea mal utilizado, no se lograrán los objetivos. Es más, ni siquiera se logrará convencer a la ciudadanía de que vale la pena aportar para ese fin.

Por otro lado, tampoco será posible una reforma del sector sin tener más recursos. El problema de extender la atención de salud a localidades rurales, por ejemplo, requiere contratar más médicos y profesionales, y dotarlos de medios de transporte y comunicaciones, además de infraestructura, medicinas e insumos. Reforzar la salud pública, el control ambiental, la educación en salud, la promoción de hábitos de vida saludables, requiere fondos. Modernizar los hospitales requiere implantar instrumentos de gerencia moderna, con mayor uso de la informática, lo que también tiene su costo. Los ejemplos pueden multiplicarse, pero todos ellos nos dicen lo mismo: la reforma y modernización del sector requiere recursos, tal como lo muestran la experiencia colombiana, costarricense y brasileña, por señalar algunas de las más conocidas en la región.

El Perú es uno de los países de Latinoamérica que destina, como proporción de su PBI, un monto menor a la salud. Este es, sin duda, una de las razones del pobre servicio de salud que recibimos. Además, un 40% de ese financiamiento proviene del gasto llamado “de bolsillo” de las familias, el que realizan directamente en el médico, la clínica o la farmacia. Este tipo de gasto limita el derecho a la salud, ya que solo se tiene atención de salud si se tiene el dinero para ello, y hace que la salud represente un riesgo económico elevado para la población.

Es necesario, entonces, aumentar los fondos para salud mediante mecanismos de financiamiento colectivo y progresivo, en los que se comparten los riesgos y el pago corresponde a las posibilidades económicas y no a las necesidades de salud. Entre estos mecanismos, destacan el pago de seguros sociales y el financiamiento a cargo del tesoro público.

El financiamiento del tesoro público para salud es de alrededor de 1% del PBI, proporción que es menos de la mitad de la que hay en países latinoamericanos similares al nuestro (en países desarrollados es aún mucho mayor). Siendo la salud pública una función esencial del Estado, posiblemente la mejor forma de financiarla sea mediante el tesoro público. Los recursos de éste provienen de la tributación general, que representa la contribución de todos los ciudadanos vía impuestos directos o indirectos, y tiene como uno de sus principios el de equidad, es decir, que cada ciudadano debe aportar de acuerdo a su capacidad de pago. De esta manera, se combina una amplia base contributiva para un fin público, con el respeto del derecho a la salud que no debe depender del nivel económico de cada persona.
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Para lograr que aumenten los fondos públicos destinados a salud es necesario que, de la recaudación tributaria adicional, la salud tenga una asignación prioritaria. Para ello, deben tomarse iniciativas para lograr un acuerdo nacional que fije un porcentaje adicional del PBI que debe ser destinado a salud cada año. Para asegurarse el buen uso de estos recursos, este acuerdo debería garantizar asimismo que la salud pública sea priorizada y que se adopten las reformas necesarias para que el sector salud sea eficiente, transparente y participativo.

Inversión: Algunas explicaciones básicas para Alan García

miércoles, 18 de agosto de 2004

Pasando la cincuentena, tras cinco años de Presidente y más de 35 años de político activo, Alan García parece recién haberse dado cuenta de la importancia de las inversiones. Al menos así ha interpretado la mayor parte de la prensa sus recientes declaraciones –emitidas inicialmente desde Nueva York y ratificadas acá poco después de su regreso – en el sentido de la necesidad de atraer inversiones.

No queremos en esta oportunidad ponernos a recordar las políticas y medidas que al respecto adoptó García durante su gobierno. Tampoco queremos realizar un análisis de las distintas declaraciones que ha realizado durante los últimos años tras su regreso al Perú. Ni desearíamos - Dios nos libre - preguntar acerca de la situación de las inversiones que realizó mientras vivía en el extranjero, que sin duda deben haber sido muy exitosas dado que le permitieron vivir en condiciones muy adecuadas durante una década completa.

Queremos, por el contrario, darle algunos consejos honestos y sinceros. Compartimos con Alan García el objetivo de buscar aumentar las inversiones. Sin embargo, hasta el momento él no ha planteado a los peruanos mayores ideas sobre cómo lograr este objetivo; se ha limitado a proponer que el apoyo político aprista dará la confianza necesaria y a proponer como una única prioridad el logro del “investment grade” por parte de los financistas internacionales, siguiendo el camino neoliberal transitado por el fujimorismo. De tal manera que queremos darle algunas ideas iniciales sobre el rol de la inversión en el desarrollo y las políticas y condiciones para que esta se materialice.

1. Desarrollo e Inversiones

El neoliberalismo considera que la única fuerza que impulsa el desarrollo es la inversión privada, que se encuentra dirigida por el afán de lucro y el deseo de acumulación individual. Esa pareciera ser la nueva creencia de Alan García, a tenor de sus declaraciones recientes. De ser así, está equivocado. Para lograr el crecimiento económico, y con mayor razón el desarrollo, junto con la inversión privada, está el esfuerzo de los trabajadores calificados y no calificados que aumenta la productividad, está la investigación científica como valor colectivo que tiene ese mismo efecto con nuevos productos y técnicas adaptadas a la realidad nacional, están la cohesión y organización social que dan estabilidad política y social, están los valores de honestidad y confianza mutua que permiten que las transacciones se desarrollen más fácilmente aumentando la eficiencia del sistema, y está la acción pública a través del estado que establece las políticas macroeconómicas que evitan las crisis, establece las reglas básicas y promueve la infraestructura.

En efecto, los estudios sobre el crecimiento económico han mostrado, ya hace mucho tiempo, que la inversión no explica sino una parte minoritaria del crecimiento. Sorprendente como puede parecer a muchos, los estudios que se han hecho, tanto para diversos países desarrollados como para todo el mundo, indican claramente esta rotunda verdad: el aumento del capital no es la principal fuerza detrás del crecimiento económico. Y esta no es, por cierto, una extraña idea izquierdista, sino una realidad reiteradamente encontrada en centenares, literalmente, de estudios al respecto. El mayor misterio del capital es, precisamente, que su importancia no era tan absoluta después de todo (Hernando de Soto también tiene algo que aprender al respecto).

Junto a las inversiones, los avances en educación y salud, la integración y cohesión social, la estabilidad macroeconómica y las instituciones son igualmente importantes para lograr un aumento de productividad. Sin embargo, no se puede fácilmente dividir estos aspectos entre sí, y más bien resulta evidente su estrecha interrelación, de tal manera que una estrategia de desarrollo tiene que considerarlos como interdependientes.

2. Inversión pública y privada

El credo que hoy parece abrazar Alan García, indica que lo único que importa es la inversión privada. Ello no es así en realidad, la inversión pública es complementaria a la inversión privada, y en algunos casos, indispensable para que ésta se desarrolle.

La infraestructura es fundamental para integrar el país y lograr la competitividad. Sin las condiciones básicas que permiten una circulación fluida de mercancías y conocimientos, y que facilitan el acceso a servicios e insumos básicos para la producción, los negocios privados no tendrán un ambiente para florecer y la inversión privada se retraerá. El desarrollo de la infraestructura debe lograrse con una combinación de inversiones públicas y concesiones adecuadamente reguladas. Obviamente, no puede haber inversión en infraestructura pública sin un adecuado financiamiento, lo que requiere de una presión tributaria adecuada. Esta es sin duda una de las grandes deficiencias en el Perú de hoy; por eso, una propuesta para el crecimiento económico y el aumento de la inversión incluye una reforma tributaria que permita al estado cumplir su rol en este terreno.

3. Para rentabilizar las inversiones

La forma de atraer las inversiones, es, claramente, otorgándoles una rentabilidad adecuada. ¿Esto se resume en simplemente reducirles impuestos, como quieren las mineras oponiéndose a las regalías, y mantener el “cholo barato” como quieren quienes defienden el marco actual de relaciones laborales que despoja de derechos fundamentales a los trabajadores? No, claro que no.

Un primer elemento básico es la adecuación de los macro precios con tipos de cambio y más altos y tasas de interés más bajas. Es obvio que con una moneda sobrevaluada como el sol, es decir, con un tipo de cambio bajo, las importaciones llegan a precios menores y nuestras exportaciones reciben menos en moneda nacional (o, de manera equivalente, afrontan salarios y costos que resultan ser mayores en dólares). Un modelo basado en la exportación de materias primas tiende a producir este efecto, dado que se basa en las excepcionales condiciones de las minas peruanas, cuya alta ley de mineral les permite ser muy rentables incluso con monedas sobrevaluadas. Del mismo modo, es importantísimo una política monetaria como la actual orientada a reducir las tasas de interés y la dolarización, lo que debe ser complementado con buenas políticas de regulación bancaria, orientadas tanto a evitar quiebras como a fomentar la competencia y evitar tasas de interés abusivas.

Un segundo elemento fundamental para la inversión es la ampliación de los mercados, tanto interno como externo. Si no hay donde vender, no habrá ninguna inversión. Esto implica por un lado la búsqueda activa de mercados en el exterior (mediante políticas de promoción de exportaciones y negociaciones comerciales que pongan por delante los intereses nacionales) en forma conjunta entre el estado y el sector privado. Por otro lado demanda también promover el mercado interno, por ejemplo, buscando elevar los salarios y mejorando la conexión vial. Ambas cosas son necesarias, pues en muchos casos para poder vender en el exterior hay que acumular conocimientos, capacidades tecnológicas y economías de escala a partir de los mercados internos.

Un tercer elemento fundamental tiene que ver con que los inversionistas puedan encontrar con facilidad los insumos que requieren para poder operar. Así, el tener una fuerza laboral capacitada es fundamental, y de ahí la importancia de la educación y de la capacitación laboral (con programas específicos e incentivos al sector privado). Lo mismo puede decirse respecto del crédito y los servicios financieros, sobretodo para sectores como la pequeña empresa el agro, donde éstos no están aún accesibles, y donde también hay enormes potencialidades en espera de las inversiones necesarias. La organización de redes productivas entre empresas de diverso tamaño, en particular entre pymes y alrededor de cadenas de valor agregado, es otra política importante al respecto.

Finalmente, debemos considerar la innovación y modernización tecnológica con alianzas público-privadas y el impulso a la productividad mediante la competencia.

Todos estos elementos adquieren mayor importancia que las respuestas fáciles e inmediatistas de nuestros neoliberales y muchos empresarios criollos, que no ven más allá de sus narices. Es decir, que no pueden pensar en las dinámicas que construyen el largo plazo y que confunden lo que habrá en su billetera en el mes con el desarrollo nacional.

4. Inversiones y estabilidad

La promoción de las inversiones exige efectivamente estabilidad jurídica y política. Para la derecha neoliberal, esta es la estabilidad de los cementerios y las bayonetas, razón por la que Pinochet les cae tan bien. El nuevo Alan garcía, en esto tan parecido al anterior, cree que él solo, con su carisma y la fuerza de su partido al que puede manipular a su antojo, pude garantizar la estabilidad política y social. En realidad, lo que resulta necesario es un marco adecuado, en el cual se conjuguen el interés por la ganancia privada de los inversionistas, con un contexto de relaciones sociales favorables a la estabilidad y la cooperación que deben estar basadas en un nivel básico de justicia social y equidad.

Este marco incluye el respeto al derecho de propiedad, pero en el marco de una regulación de los mercados que equilibre los intereses de inversionistas y de los consumidores y ciudadanos. El respeto al derecho de propiedad no implica aceptar la contaminación ni el abuso sobre los consumidores ni la explotación de los trabajadores.

Las condiciones de estabilidad política y social devienen de una democracia estable sustentada en condiciones básicas de equidad. Pretender que se logrará atraer inversiones porque un líder carismático o algunas decenas de tanques así lo dicen, es una ilusión que no sobrevive más allá de corto plazo (salvo excepciones). Los escépticos frente a esta afirmación pueden preguntarle a Alberto Fujimori al respecto. La alternativa pasa por afirmar una política de desarrollo sustentada en la ampliación de derechos económicos y sociales para todos, de tal manera que los peruanos tengamos una base de igualdad que nos hermane.

Junto a ello, es necesario la promoción de relaciones laborales justas que promuevan la cooperación entre trabajadores y empresas y la capacitación de los trabajadores. Además de ser parte de un escenario social donde primen condiciones de justicia social que sienten las bases de la estabilidad política, este tipo de relaciones servirá para que en cada empresa los trabajadores se sientan comprometidos e interesados en su competitividad y desarrollo.

5. Colofón

No queremos dejar a Alan García sin recordarle que la inversión extranjera no es más de una quinta parte del total de inversiones en el Perú: la inversión nacional es mucho más importante, y dentro de esta, la de los pequeños productores y pequeños agricultores es una a la que debe dársele especial importancia, porque de ella depende la mayor parte de la PEA nacional, porque las dificultades que afronta en el acceso al crédito, los mercados y la tecnología son mayores y porque en su desarrollo están las posibilidades de un país más equitativo en su distribución de ingresos. Sabemos que en su viaje a Nueva York a conocido a poderosos personajes, pero no han sido ni serán los financistas internacionales los que lleven al Perú al desarrollo.

Desarrollo: No solo inversiones*

Tras su regreso, Alan García parece creer que la única fuerza que impulsa el desarrollo es la inversión privada. Este credo neoliberal es simplemente equivocado. Los estudios sobre el crecimiento económico han demostrado que la inversión no explica sino una parte minoritaria del crecimiento. Aún cuando esto puede parecerle sorprendente a muchos, centenas de investigaciones realizadas en todo el mundo indican claramente esta rotunda verdad: el aumento del capital no es la principal fuerza detrás del crecimiento económico. El mayor misterio del capital es, precisamente, que su importancia no es tan absoluta después de todo (Hernando de Soto también tiene algo que aprender al respecto).

Para lograr el crecimiento económico y el desarrollo, junto con la inversión privada, es crucial la capacitación y motivación de los trabajadores calificados que aumenta la productividad. Si no se tiene una fuerza laboral capacitada, ¿quién va a poner en marcha los equipos y máquinas que trae la inversión? Tanto el capital como el trabajo son necesarios para el desarrollo, y lograr la colaboración entre ambos es fundamental, para lo cual se requiere un marco de justicia en las relaciones laborales.

Es también importantísima la investigación científica y tecnológica para desarrollar nuevos productos y procesos productivos. Si bien las inversiones traen consigo avances tecnológicos, esto no están adaptados a la realidad peruana ni aprovechan nuestras potencialidades adecuadamente. Para aprovechar nuestras poencialidades, es necesario un gran esfuerzo conjunto del estado, las universidades, los centros de investigación y las empresas privadas, como lo hacen - con presupuestos millonarios- los países que han logrado el desarrollo.

Otro ingrediente clave para el desarrollo es la cohesión y organización social, que dan estabilidad política y social y permiten una amplia colaboración de todos los actores en pro de un objetivo común. Además de todo ello, el estado debe establecer políticas macroeconómicas que eviten las crisis, mantener el orden público y promover la infraestructura.

Lograr el desarrollo, como se ve, no es sólo atraer el capital. Las personas también contamos. Mucho.

* Más detalles pueden encontrarse en http://www.actualidadeconomica-peru.com/

Investigaciones Publicadas

sábado, 14 de agosto de 2004

  • "Un análisis de la eficiencia del gasto municipal y de sus determinantes”, Documento de Trabajo 206. Departamento de Economía PUCP, 2007, junto con Pedro Herrera.
  • “Explicando las diferencias en la participación en salud y en los programas alimentarios”, en “La participación desplegada en la política y la sociedad”, R. Grompone editor, Red para el desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú / IEP-PUCP-UP, 2007.
  • “Las políticas sociales de Alan 2.1”, en “Un año sin rumbo”, Serie Perú Hoy Nro 11. Desco, Lima, 2007.
  • “El Plan de Igualdad de Oportunidades para las personas con. Discapacidad: Balance y Propuesta”, con Carlos Cordero, Comisión Especial de Estudios sobre personas con discapacidad del Congreso de la República, Lima, abril 2005.
  • “El Seguro Integral de Salud: una historia política”, en “La política y la pobreza en los países andinos”, Kristen Sample y Gustavo Guerra-García editores, IDEA Internacional y Asociación Civil Transparencia, Lima 2006.
  • “Perú: Programa Juntos”, con Armando Mendoza, en “Transferencias con corresponsabilidad. Una mirada latinoamericana”, en Ernesto Cohen y Rolando Franco editores, FLACSO, México, SEDESOL 2006.
  • “El TLC en Perú”, en “los pueblos andinos contra el libre comercio”, Red colombiana de acción frente al libre comercio y el ALCA - RECALCA, Colombia 2006.
  • “Políticas de Salud 2006-2011”, con A. Guzmán y J. Arroyo, CIES 2006.
  • “Crecimiento con inclusión en el Perú”, con Javier Iguíñiz, Calandria, Lima 2006.
  • “Cambios institucionales en los programas sociales (1980-2005)”, en “Construir Instituciones: democracia, desarrollo y desigualdad en el Perú desde 1980”, John Crabtree editor, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú – Universidad del Pacífico – Instituto de Estudios Peruanos, Lima 2006. También publicado en inglés como “Making institutions work in Peru: democracy, development and inequality since 1980, Institute for the study of the Americas – University of London, London 2006.
  • “En el gobierno y en la sociedad civil. Una experiencia donde las fronteras se difuminan”, en “Activistas e intelectuales de sociedad civil en la función pública en América Latina”, Carlos Basombrío Iglesias editor, IEP, 2005.
  • “Políticas sociales: balance y alternativas”, en “Los nudos críticos de la gobernabilidad: Propuestas para un buen gobierno”, Colectivo Ciudadanos por un buen gobierno, IDEA, 2004.
  • “Los programas de inversión social y la generación de empleo: el caso de Foncodes”, con Juanpedro Espino, en “Políticas de empleo en Perú”, Norberto García y colaboradores, CIES, Lima enero 2004.
  • “Las políticas sociales y la descentralización”, en Allpanchis N° 63, 2004.
  • “Los programas sociales como medio para fortalecer la gobernabilidad y enfrentar la pobreza en medios rurales”, en La nueva ruralidad. Desafíos y propuestas, Ayuda en Acción, Lima 2004
  • “La estrategia de focalización y su trade-off con la eficacia en un proyecto de promoción de negocios rurales: el caso de Proyecto desarrollo del Corredor Cusco-Puno”, FIDAMERICA, http://www.fidamerica.cl/seccion.php?seccion=282.
  • “Impacto económico de la malaria en el Perú”, revista Economía, vol XXVI, N° 51-51, junio-diciembre 2003, Pontficia Universidad Católica del Perú, Lima.
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  • “Desafíos de las Políticas Sociales. Superación de la Pobreza e Integración Social en América Latina”, P. Francke y C. E. Aramburú editores, FONCODES-CIES, 2002.
  • “La experiencia del PAR. Lecciones para redefinir la estrategia de intervención estatal en poblaciones afectadas por la violencia política”, con Augusto Castro, Marfil Francke y Juanpedro Espino, en Allpanchis año XXXI N° 58, 2001, Instituto de Pastoral Andina.
  • “El grado de orientación pro-pobre de las políticas económicas peruanas: una revisión bibliográfica”, con Waldo Mendoza, Documento de Trabajo CISEPA N° 198, Departamento de Economía, Pontificia Universidad Católica del Perú, julio 2001.
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  • “La lucha contra la pobreza en el Perú de los noventas”, en “Perú. Actores y escenarios al inicio del nuevo milenio”, Orlando Plaza editor, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2001.
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  • "Focalización del Gasto Público en Salud en el Perú: Situación y Alternativas", Documento de Trabajo Nº 155, Centro de Investigaciones Sociales, Económicas, Políticas y Antropológicas, Pontificia Universidad Católica del Perú.
  • “Targeting public health expenditures in Peru: situation and alternatives”, Small Applied Research Paper N° 1, Partnerships for Health Reform - USAID, Abt Associates, Bethesda Md, EEUU, septiembre 1998.
  • "Focalización del Gasto Público en Salud en el Perú: Situación y Alternativas", Proyecto de Pequeña Investigación Aplicada N° 1, Partnerships for Health Reform - USAID, Abt Associates, Bethesda Md, EEUU, septiembre 1998.
  • "Pobreza y bienestar social: evolución en los últimos años", con el Departamento de Estudios del Sector Social, en Estudios Económicos, Banco Central de Reserva del Perú, Abril 1998.
  • "Indicadores de focalización: Perú 1994", con Andrés Medina, en Estudios Económicos, Banco Central de Reserva del Perú, Abril 1998.
  • "Una revisión de la evolución de la pobreza entre 1991 y 1994", en Estudios Económicos, Banco Central de Reserva del Perú, Abril 1998.
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  • "FONCODES: ¿llega a los pobres?, en revista Moneda, Nº 103, junio-julio 1997.
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  • “Seguridad social: ¿Perú supera a Chile?”, en Perfiles Liberales N° 56, México.
  • "¿Qué hacer en salud? Algunas propuestas", en Socialismo y Participación Nº 78, junio 1997, Centro de Estudios Democracia y Participación - CEDEP, Lima.
  • "Análisis del Gasto Público en Salud", Ministerio de Salud, marzo 1997.
  • “Empleo y desempleo: ¿problemas ficticios o reales?” en QueHacer N° 106, marzo 1997.
  • "Evolución de la pobreza entre 1991 y 1996", en revista Moneda Nº 101, febrero-marzo 1997.
  • "Programas Sociales en el Perú: alcances actuales y retos a futuro", en "¿Cómo estamos? Análisis de la Encuesta de Niveles de Vida", UNICEF-Instituto Cuánto, 1996. Una versión resumida se encuentra en "El alcance de la política social peruana", revista Moneda Nº 96, junio 1996.
  • "Tipos de crecimiento y pobreza: una aproximación", en "¿Cómo estamos? Análisis de la Encuesta de Niveles de Vida", UNICEF-Instituto Cuánto, 1996. También en: “Ensayos sobre economía peruana”, F. Jiménez editor, Centro de Investigación de la Universidad Ricardo Palma, Lima, mayo 2000. Una versión resumida con algunas modificaciones se encuentra en "Crecimiento, sectores económicos y pobreza", en revista Moneda, Nº 94-95, abril-mayo 1996.
  • "Equidad en el acceso y efectos distributivos del gasto público en salud: Perú 1994", en "Investigaciones en salud. Contribuciones del convenio OPS-CONCYTEC", OPS, 1996.
  • "Evaluación de la distribución geográfica de los gastos de salud", en revista Moneda Nº 98, agosto 1996.
  • “Política Social: retos para el próximo quinquenio”, en Desarrollo Social N° 9, Boletín del Taller de Políticas y Desarrollo Social, Año II, marzo 1996.
  • "Indicadores de Focalización Perú 1994", con Andrés Medina, investigación presentada al XII Encuentro de Economistas de la Gerencia de Estudios Económicos del BCRP, diciembre 1995. Un resumen de la misma ha sido publicado bajo el mismo título en revista Moneda, Nº 95, año VII, diciembre 1995.
  • "El Impacto de las Contribuciones y Cargas Laborales sobre el Mercado de Trabajo", XII Encuentro de Economistas de la Gerencia de Estudios Económicos del BCRP, diciembre 1995.
  • “La educación básica pública y los pobres”, en Tarea N° 35, junio 1995, Tarea – Asociación de Publicaciones Educativas, Lima.
  • "Focalización: identificando a los pobres según características socioeconómicas de los hogares", con J. Guabloche, Documento de Trabajo Nº 4, Banco Central de Reserva del Perú. Un resumen del mismo se encuentra publicado en "Focalización según características socio-económicas de los hogares: primera aproximación", con Judith Guabloche, revista Moneda, marzo 1994, Banco Central de Reserva del Perú.
  • "Los determinantes extraescolares del atraso educativo: evidencias a partir de los datos censales", revista Moneda, año VI, Nº 78, Banco Central de Reserva del Perú, 1995.
  • "Un balance de la política de ajuste estructural promovida por el FMI y el Banco Mundial en el Perú", en "Desarrollo, pobreza y medio ambiente. FMI, Banco Mundial, GATT al final del siglo", C.Vaquero comp., ed. tAlAsA, Madrid, 1994.
  • "Efectos del ajuste sobre la educación pública y la distribución", revista Moneda, año V Nº 76-77, octubre-noviembre 1994, Banco Central de Reserva del Perú.
  • "El combate a la pobreza sí tiene alternativas", Serie Políticas Sociales, Área de Investigaciones del Centro de Asesoría Laboral - CEDAL, 1994.
  • "La educación pública, los pobres y el ajuste", libro editado por Asociación pro-Derechos Humanos y Centro de Asesoría Laboral, Perú 1994.
  • "La distribución del consumo y el gasto público en educación en 1991", en ¿Cómo estamos? Revista trimestral de situación social Instituto Cuánto-Fundación Ford, Nº 4, Vol. I, pp. 34-44.
  • "El Trabajador y el Sistema Privado de Pensiones. ¿Cómo Elegir?", en "Sistema Privado de Pensiones. Desafíos y Respuestas", Centro de Asesoría Laboral, Perú 1994.
  • "Estrategias de Alivio de la Pobreza", estudio realizado con el Departamento de Estudios del Sector Social, BCRP, 1993.
  • "La Pobreza Rural en el Perú", en "Impacto del programa de Ajuste sobre el sector agrario del Perú", Serie Ponencias, Resultados y Recomendaciones de Eventos Técnicos, Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola, Lima febrero de 1993.
  • "Variación del consumo de los hogares como efecto del ajuste: Lima junio 1990-noviembre 1991", revista Moneda año V, febrero 1993, Nro. 56, Banco Central de Reserva del Perú.
  • "Ayacucho siglo XXI: paz, justicia y desarrollo", J. Iguíñiz y P. Francke editores, Fundación F. Ebert, 1998.
  • "La renegociación de la deuda externa peruana 1983-1994", Sub-Gerencia del Sector Externo, Gerencia de Investigación Económica, Banco Central de Reserva del Perú, 1985.
  • "Perspectivas del sector externo 1985-1990", Sub-Gerencia del Sector Externo, Gerencia de Investigación Económica, Banco Central de Reserva del Perú, 1984.