Recetas para el Chorreo

viernes, 26 de agosto de 2005

A pesar del crecimiento económico, la situación de los pobres no ha mejorado de manera sustancial durante este gobierno. Salvo el gobierno, todos los sectores políticos, desde Javier Diez Canseco hasta Lourdes Flores y Alan García (simpatizantes de PPK), están de acuerdo en esto: No chorrea, apenas si gotea.

¿Qué se puede hacer para lograr un crecimiento incluyente? Empecemos por desvirtuar la receta neoliberal de más privatizaciones y liberalización, propuesta cuya aplicación en toda América Latina desde 1983 no ha llevado a una reducción de la pobreza. El neoliberalismo ni siquiera ha sido bueno para el crecimiento económico, pues éste fue mayor en los años cincuenta y sesenta cuando en toda la región cuando se aplicó otra política basada en un estado económicamente activo. El neoliberalismo, además, ha aumentado enormemente la desigualdad, que ya era muy grande.

Tres ideas centrales pueden proponerse para que el crecimiento económico sea muy favorable a los pobres. En primer lugar, hay que dejar de favorecer sólo a la minería y las trasnacionales, pasando a promover las actividades económicas donde se concentran los pobres y se genera más empleo: la agricultura, las pymes y el turismo. Estrategias integrales que incluyan crédito, capacitación, organización de cadenas productivas, promoción de exportaciones y defensa del mercado interno, permitirían que esos sectores lideren el crecimiento y generen empleos de forma masiva.

En segundo lugar, es indispensable una mejor distribución de la riqueza entre los trabajadores y los dueños de las empresas. Llevamos cuatro años de crecimiento y los salarios siguen estancados, mientras las utilidades de las principales empresas han pasado de 680 a 6,300 millones de soles. Ya es tiempo de que la riqueza generada sea compartida con los trabajadores mediante pactos colectivos que al mismo tiempo promuevan un mayor compromiso e iniciativa de los trabajadores con la productividad y la modernización tecnológica. La negociación colectiva por rama debe ser promovida, bajo reglas que aseguren el respeto a la organización sindical, que vinculen aumentos salariales con incrementos de la productividad y que faciliten la capacitación y el desarrollo profesional de la fuerza laboral.

Finalmente, el estado tiene que tener un rol de redistribución mucho mayor. Hoy sólo 8 de cada 100 soles del PBI nacional se van en gasto social, uno de los niveles más bajos de toda América Latina. Aumentar el gasto público en salud, educación y lucha contra la pobreza es imprescindible. Para ello hay que mejorar la recaudación, eliminando exoneraciones y deducciones al impuesto a la renta como las que siguen gozando las grandes empresas mineras e insistiendo en la fiscalización con respeto a la autonomía de la SUNAT.

Estas orientaciones no sólo permitirían mejorar la situación de los pobres, también promoverán el crecimiento, a través de un aumento de la productividad, una mayor acumulación de capital humano y social, y una sólida base social para la estabilidad política.

Otro modelo económico, que mejore efectivamente las condiciones de vida de los pobres confiando y promoviendo sus potencialidades, es posible. Es cuestión de lograr cambios políticos para que se pongan por delante los intereses de las mayorías.

Los extraños datos del “Chorreo”

domingo, 21 de agosto de 2005

Cuando el Presidente Toledo anunció el 28 de julio algunos datos optimistas sobre la disminución de la pobreza y el “chorreo”, nos pusimos a investigar un poco. Según el estudio que propagandiza el gobierno, basado en las Encuestas Nacionales de Hogares, entre el 2001 y el 2004 el porcentaje de pobres se mantuvo estacionado en 55% mientras el porcentaje de pobres extremos disminuye de 24% a 20%.

Sin embargo, varios aspectos de los datos nos permiten dudar de ellos. Lo primero es que indican que la situación económica ha mejorado en la sierra y la selva pero no en la costa. Esto no concuerda con las estadísticas de empleo, ya que donde hay más trabajo es en las zonas de agroexportación costeñas, como Ica y Trujillo. Por otro lado, los datos usados por el gobierno también indican que los hogares que trabajan en la sector público han reducido su consumo en 15%, lo cual no concuerda con los (limitados pero reales) aumentos remunerativos a maestros, profesionales de salud y otros.

Por otro lado, esta información muestra que los ingresos laborales y el valor del autoconsumo han disminuido ligeramente (- 1%). ¿Cómo entonces podría reducirse la pobreza, si los ingresos de la gente disminuyen? Lo que según las encuestas realizadas por el INEI han aumentado son los alimentos que las familias reciben de los programas del gobierno, que según dicen se habrían duplicado en los últimos tres años. Sin embargo, estos datos no son consistentes con el presupuesto del gobierno en el rubro de programas alimentarios, que no ha aumentado en los últimos tres años. Y son estos datos inconsistentes los que estarían permitiendo que se calcule una disminución de la pobreza extrema.

Estas inconsistencias y rarezas ameritan no confiar a ciegas en la información presentada y demandan una investigación más a fondo para entender qué esta realmente pasando con los ingresos de las familias peruanas. El gobierno, en vez de un triunfalismo absurdo, debería reconocer los problemas existentes para empezar a trabajar en su solución.

¿Chorrea o no chorrea? Una mirada a los datos

El Presidente Toledo mencionó en su discurso de 28 de julio algunos datos en relación al “chorreo económico”, el beneficio que según él estarían recibiendo las mayorías pobres. Una revisión de los datos del estudio que le sirvió de base (http://www.mef.gob.pe/propuesta/DGAES/doc001072005.pdf) nos permite sustentar algunas dudas al respecto.

Los datos, obtenidos a partir de las Encuestas Nacionales de Hogares (ENAHO) para el periodo 2001-2004, indican que el porcentaje de pobres se mantiene en 55% sin disminuir en absoluto, pero el porcentaje de pobres extremos sí se reduce (de 24,4% a 20,2%). El efecto de la mejora de ingresos de los pobres y reducción de la pobreza sería positivo en el ámbito rural (donde el consumo promedio aumenta 15,4%) pero negativo en las zonas urbanas (donde el consumo cae 6%). Para discutir el “chorreo”, estos datos pueden ser leídos de dos maneras totalmente diferentes, según que indicador se tome. Según el porcentaje de pobres, ha habido 3 años de crecimiento económico sin ningún efecto, y el chorreo sería inexistente. Pero por otro lado el porcentaje de pobres extremos se ha reducido en 17,3%, lo que indicaría que 1% de crecimiento la pobreza se reduce en 2%, lo que es un buen “chorreo” (un reciente estudio para 14 países indica que en promedio, por cada 1% de crecimiento la pobreza se reduce en 1,7%, aunque hay grandes variaciones).

Sin embargo, estos datos tienen algunas rarezas. La primera es que entre el 2001 y 2004, mientras el consumo privado per cápita de las cuentas nacionales (BCR-INEI) aumenta +5,7% real, el de las ENAHO cae en -2,5%. ¡Una diferencia de 8 puntos porcentuales!. Algo parecido pasa con el ingreso disponible per capita, que según las cuentas nacionales aumenta +8,7% y según la ENAHO apenas lo hace en +0,1%. Extrañamente, esta diferencia no es inédita: una comparación similar para el periodo 1997-2001 indica que mientras el consumo privado per capita de las cuentas nacionales cayó 3,3%, el de la ENAHO lo hizo en 14,6% (aunque en este periodo diferencias metodológicas complican la comparación entre ENAHOs). ¿Cómo puede suceder esta enorme discrepancia entre cifras de una y otra fuente? Una explicación es que el grupo que aumenta sus ingresos y consumo es el 1% de mayores ingresos, grupo que no contesta las encuestas de hogares. Habría “concentración arriba” en vez del “chorreo para abajo”, y el gran aumento de las utilidades empresariales en estos años sería indicador de ello.

La segunda rareza de los datos de las ENAHO es que las zonas con mejor evolución en términos de indicadores de pobreza (todos ellos) son la sierra y la selva. Esto no concuerda con el aumento del empleo, que se ha dado en varias ciudades costeñas cercanas a la producción agroexportadora, como Ica y Trujillo, y no en estas zonas más alejadas. Por otro lado, según esta fuente de información, los hogares que trabajan para la administración pública han reducido su consumo per capita en 15%, lo que tampoco concuerda con los aumentos remunerativos a maestros, profesionales de salud y otros.

Además, los ingresos que han aumentado para los hogares no son los laborales (incluyendo dependientes e independientes), que han caído en 1,3% según la ENAHO. El valor del autoconsumo (lo que los campesinos producen y consumen directamente, sin vender al mercado) ha caído en otro 1% del ingreso total, y éste rubro es particularmente relevante para los más pobres. Más bien los ingresos que han aumentado son los provenientes de las transferencias del gobierno por programas alimentarios, que según estas encuestas del INEI se habrían duplicado, aumentando del 3% al 6% del ingreso total de los hogares. Pero ese aumento del consumo de los hogares por transferencias alimentarias no es consistente con el comportamiento del gasto del gobierno en este rubro: el presupuesto del vaso de leche no ha aumentado nada en términos reales.

Este tercer efecto, el de los programas alimentarios, sería el que en las encuestas estaría generando la reducción estadística de la pobreza extrema. En el grupo más pobre (decil 1), el ingreso per capita paso entre 2001 y 2004 de 40.3 a 53.3 soles; si ellos recibieron el aumento promedio de ayuda alimentaria que pasó de 10 a 21.4 soles, la ayuda alimentaria sería responsable por el 88% de su aumento de ingresos!!. Esto sería consistente con el hecho de que la pobreza estadística se esté reduciendo en las zonas rurales y en la sierra y selva, que son precisamente las zonas más pobres. Lástima que sólo sea un efecto estadístico, y no que sea una ayuda real.

PPK: ¿Orden a palos?

viernes, 19 de agosto de 2005

En sus primeras palabras públicas, el nuevo premier Pedro Pablo Kuczynski ha puesto énfasis en la necesidad de “poner orden” ante las protestas sociales, reaccionando en particular contra los reclamos de campesinos que se sienten afectados por la minería, movimiento que antes estuvo activo en el sur (Espinar- Cusco) y ahora lo está en el norte (Majaz –Piura).

Todos queremos orden. También queremos seguridad para nuestras cosas y para nuestras vidas. Pero hay dos ideas sobre cómo se puede obtener ese orden: una es imponer ese orden por la fuerza; la otra es lograrlo a partir del consenso, la equidad y el trato justo. Es verdad que mantener el orden requiere una dosis de ambas recetas. Ni la más dura de las dictaduras puede dejar de hacer algo para la mayorías y sobretodo dar la imagen que “gobierna para todos”. Por otro lado, la más abierta de las democracias tiene también que defender el orden con la fuerza pública. Pero para los demócratas, el orden tiene que basarse sobretodo en el consenso y la equidad, dejando para la fuerza un rol secundario.

La relativa falta de orden en el Perú, ¿es por falta de fuerza o por falta de consenso y equidad? Si los campesinos protestan, no es por capricho ni por manipulación; es porque sienten que la tierra que ha sido suya por siglos les es arrebatada y porque creen que una mina en su zona no los va a beneficiar - como Cerro de Pasco o La Oroya parecen demostrar. Si las enfermeras y los docentes universitarios protestan, es porque su sueldo mensual no es ni el 5% del que recibirá PPK. Según una encuesta de Latinobarómetro, el 82% de los peruanos opina que las políticas se hacen en función de los intereses de los poderosos económicamente. La multiplicación de marchas, movilizaciones y protestas sociales no se debe a la falta de fuerza, sino a la injusticia social existente y al rechazo masivo a las políticas vigentes.

Sin embargo, en sus primeras palabras al país como Premier, PPK ha hablado de las protestas sociales como si fueran lo mismo que los secuestros y los robos. Estas frases traslucen claramente la idea de que para reestablecer el orden en el Perú, hace falta más represión, más botas y más balas.

Esta visión de PPK parece estar influenciada por el respaldo que en semanas anteriores obtuvo de las principales fuerzas políticas, recibiendo frases elogiosas de Alan García y Lourdes Flores. Posiblemente ha recibido también el respaldo de su compatriota Rumsfeld, el secretario de defensa de Bush. La soberbia de PPK, que ya era grande, parece haberse desarrollado aceleradamente, por lo que piensa que en base a este respaldo en las alturas de la clase política puede defender con más violencia el orden injusto que caracteriza al Perú actual. Seguramente se siente incluso más poderoso que el propio presidente Toledo.
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PPK parece no haberse dado cuenta del enorme descrédito de la clase política que lo respalda. Tal vez debiera recordar el Arequipazo de junio 2002, o mirar lo que sucede en Bolivia y Ecuador, para percatarse que la “mano dura” no salvó a Gonzalo Sánchez de Lozada ni a Lucio Gutiérrez de perder el cargo. Aunque claro, PPK no es presidente y siempre puede regresarse a su patria, los Estados Unidos, a su rancho de Minnesota.

Desigualdad y Crecimiento

sábado, 13 de agosto de 2005

Recientemente una revista local preguntaba a destacados políticos si preferían una sociedad más rica y más desigual, o menos rica pero más igualitaria. Pregunta interesante pero equivocada: decenas de investigaciones económicas en la última década han mostrado que los países con mayores niveles de equidad, son los que han crecido más.

El crecimiento de los países asiáticos en las últimas décadas ha sido una de las grandes comprobaciones en ese sentido. Tanto los llamados “tigres del Asia” como China han estado entre los países con mayor crecimiento económico, y se trata de países con niveles de desigualdad mucho menores a los del Perú y Latinoamérica, que en este lapso hemos crecido mucho menos.

Varias teorías han buscado explicar los efectos beneficiosos de la igualdad sobre el crecimiento. Un enfoque enfatiza que países con altos niveles de exclusión y pobreza, son también países inestables social y políticamente. La historia de Sendero Luminoso en el Perú y los levantamientos indígenas y populares en Ecuador y Bolivia, son un claro ejemplo. Estos conflictos alejan la inversión y retrasan el desarrollo.

Un segundo enfoque resalta que la pobreza impide desarrollarse económicamente a millones de personas que tienen imaginación y empeño. Porque para sacar adelante un negocio, no hacen falta solamente buenas ideas y trabajo responsable: también hacen falta recursos económicos para comprar las instalaciones y equipos necesarios. Pero los pobres no tienen el dinero para ello.

Además, debido a la necesidad de supervivencia, las familias pobres tienen grandes dificultades para cuidar la salud y la educación que permitirían a sus hijos - cuando sean adultos - adaptarse a nuevas tecnologías y ser más productivos. Como resultado de ello, la pobreza se trasmite de generación en generación: padres pobres, hijos pobres.
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Una política pro-equidad bien pensada puede ser una gran palanca para el desarrollo nacional, reduciendo conflictos sociales, dando oportunidades económicas a las mayorías y cuidando a los niños que son el futuro. Esperemos que esta necesidad ocupe un lugar central en los debates políticos de los próximos meses.

Porque el Perú hoy no es como Bolivia o Ecuador

viernes, 12 de agosto de 2005

Tres países andinos. Tres países con alta proporción de población indígena. Tres países con una economía dependiente de recursos naturales agotables, sean estos minerales o hidrocarburos. Tres países de herencia colonial y democracia intermitente. Tres países en los que el neoliberalismo se aplicó con fuerza inusitada. Tres países con un alto desprestigio de sus instituciones políticas. Pero uno de estos tres países no atraviesa por la extrema inestabilidad política de los otros dos: el Perú. ¿Porqué? ¿Porqué nosotros somos diferentes? Ensayemos tres explicaciones posibles.

La primera explicación es que no estamos todavía allí pero vamos en esa dirección. Señales al respecto no faltan: la gran dispersión de las fuerzas políticas, los cada vez más airados y violentos reclamos populares y la posibilidad iniciada con la ordenanza del Cusco de gobiernos regionales centrifugantes. A pesar de ello, nadie duda que las próximas elecciones se llevarán a cabo y que sus resultados serán respetados. Tampoco tenemos fuerzas políticas importantes llamando a la guerra civil como Felipe Quispe o a la secesión como en Santa Cruz.

La segunda explicación posible es la historia reciente y el factor Sendero. Sólo en el Perú hubo Sendero Luminoso seguido de una dictadura en los años noventa. Somos un país de democracia recientemente recuperada y con el trauma de la guerra interna aún presente. Por eso, llamados a acciones violentas todavía generan en la enorme mayoría de la población una reacción de rechazo. Tal vez a esto pueda llamársele instinto de preservación, porque lo cierto es que hacia 1990, el país parecía al borde del caos o el dominio senderista. Esta segunda explicación no es, por cierto, incompatible con la primera: a medida que pase el tiempo y este trauma se vaya borrando en la sociedad, las posibilidades de una inestabilidad “estilo andino” se acrecientan.

La tercera explicación tiene que ver con la estructura geográfico-social: tanto en Bolivia como en Ecuador, hay dos grandes centros urbanos de similar tamaño demográfico. En ambos casos estos son dos grandes centros de poder, concentrándose en la ciudad andina el poder político (Quito y La Paz), y en la otra ciudad el poder económico (Guayaquil y Santa Cruz). Esto hace que se concentren conflictos étnicos y político-económicos. En Perú no hay un segundo centro urbano que le haga competencia a Lima, que es el centro político y económico. Las rebeliones andinas, en el Perú, se desarrollan siempre desde los extremos de la periferia, donde el poder central es extremadamente débil pero también donde las posibilidades de llegar hasta el centro son muy difíciles (a Sendero le tomó una década de acción violenta). La secesión en el Perú es impensable: nadie tiene la fuerza como para separarse de Lima. De ser esto así, tal vez en nuestro país el riesgo mayor no es parecerse a Bolivia sino parecerse a Colombia, con una guerra interna durando décadas en los márgenes del territorio.
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Si alguna lección podemos extraer de la historia reciente de nuestros vecinos, es que la economía debe tener también equilibrio social. No la está teniendo. La extrema desigualdad y exclusión, producto de nuestra herencia colonial, es un problema central de la nación peruana que tiene que ser considerado en cualquier propuesta seria de desarrollo.

El riesgo del último año

domingo, 7 de agosto de 2005

El riesgo del último año de gobierno es que éste incurra en un déficit fiscal excesivo, gastando mucho más que los ingresos que recauda. La tentación de echar mano a los fondos públicos para “levantar la imagen” del partido político en cuestión es grande, sobretodo cuando es la última oportunidad y las elecciones se acercan. Cuando eso sucede, a menudo gastando en proyectos sin sustento técnico, se generan deudas que luego pagamos todos.

Buscando evitar ese riesgo, hace unos años se aprobó la ley de responsabilidad fiscal, que buscaba impedir un déficit fiscal excesivo prohibiendo que el estado gastara por encima de sus ingresos de manera desproporcionada.

Pero bajo influencia de los neoliberales criollos, la ley incluye algunas reglas absurdas, como establecer que el gasto del gobierno no podía crecer más de 3% anual (inicialmente, era incluso sólo 2% anual). Para un país que tiene un gasto público muy bajo y enormes necesidades en salud, educación e infraestructura, tal regla no tiene ningún sentido. Hay que evitar el déficit fiscal, sí, pero mejorando la recaudación para que se pueda asegurar derechos básicos a todos los ciudadanos.

Además, si la economía nacional crece en términos reales al 5% anual, una regla como la aprobada significa que en 20 años el gasto del gobierno como porcentaje del PBI se reduciría en un tercio!!

El resultado de haber aprobado una ley incumplible es que fue rápidamente violada. Pero como se trataba de PPK, no pasó nada. Ahora, la capacidad de que esta ley sea un límite efectivo de la acción del gobierno es nula.
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El gobierno actual no solo ha desperdiciado la oportunidad de aprovechar la transición a la democracia para, como hizo Chile, lograr un nuevo pacto fiscal que incremente la presión tributaria sobre los ricos para mejorar la educación, la salud y la infraestructura. Por ceguera neoliberal, también desperdició la oportunidad de establecer reglas creíbles que limiten un aumento oportunista e ineficiente del gasto fiscal a última hora.

Izquierdistas Precavidos, Derechistas Arriesgados

Hasta el 2000, mucha gente creía que, en el debate sobre políticas macroeconómicas en el Perú, la izquierda promovía medidas que significan cierto riesgo para la economía y la derecha era más bien más conservadora y evitaba riesgos. Esto guardaba lógica con un pensamiento más profundo de la izquierda: lo principal no es resguardar la situación social vigente, sino cambiarla, y todo cambio entraña riesgos. La derecha aparecía, mas bien, como la defensora de no correr riesgos. Tener reservas internacionales altas, una política fiscal prudente, nunca hablar de impuestos o controles sobre el capital. La derecha se busca mantener la situación social, nunca cambiarla.

A pesar de ello, sin embargo, durante el gobierno de Fujimori se aceptó una apertura al flujo de capitales que trajo capitales golondrinos que, cuando fugaron del país, nos llevaron a la recesión. Mientras se incubaban las causas que luego permitirían la recesión, los papeles se invirtieron: desde la izquierda hablábamos de un modelo que “corría sobre canicas” mientras que la derecha defendía el modelo a rajatabla. Ya sabemos hoy como terminó esta historia.

Hoy, nuevamente, en varios puntos el debate sobre política económica enfrenta a izquierdistas precavidos con derechistas arriesgados. Los izquierdistas que dirigen el BCR consideran que no hay que ampliar de golpe y porrazo las inversiones en el exterior, porque reduciría las reservas internacionales y aumentaría el riesgo de devaluación traumática e inflación en el caso de un shock externo. Los derechistas opinan que eso no importa: el riesgo les parece irrelevante, a pesar de que en 1998 ya tuvimos un problema de ese tipo que llevó a la economía a dos años de recesión.

Otro tema es el referido a la dolarización. Desde la década pasada la izquierda ha considerado que la dolarización es un riesgo, por lo que desde el Banco Central hay un esfuerzo sistemático por reducirla. Anteriormente había desde la derecha varios defensores de la dolarización; pero ya quedan pocos, sin duda bajo la influencia del FMI que se cambió del bando hacia el de los anti-dolarizadores. Aun así, cuando el banco central ha planteado medidas para reducir la dolarización, como la obligación de poner precios en soles o la reducción de la remuneración al encaje en moneda extranjera, algunos de estos sectores salen a protestar.

El tercer tema se refiere al riesgo de un conflicto social agudo. Para la izquierda, este riesgo está presente, y conjurarlo demanda que el estado tome medidas redistributivas fuertes, haciendo que la riqueza generada llegue hasta los más pobres. La derecha tiende a minimizar este riesgo, o a lo más a pensar que se puede controlar solo con policía y gestos políticos, no con políticas sociales efectivas. Prefieren tomar riesgos que repartir un poco de la riqueza.

¿Cuán importante es, para el país, la estabilidad macroeconómica? Aunque los últimos 5 años hayan sido buenos en este sentido, no debemos olvidar que la historia económica del Perú está llena de crisis, en su gran mayoría generadas por cambios internacionales frente a los que estábamos muy expuestos y no teníamos los recursos ni las ideas para enfrentarlos adecuadamente. Otras crisis se explican por el conflicto social producto de la desigualdad. Crisis que explican mucho de nuestro atraso y subdesarrollo.
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Desde una izquierda que cambia y busca el cambio, bienvenida la precaución y el resguardo de la estabilidad macroeconómica y social. La derecha haría bien en recordar esos viejos valores.

Fotocheck: Balance del Año

1. En el terreno político, ha habido un mayor deterioro de la democracia y la gobernabilidad, con las siguientes características:

a. Pérdida de rumbo del gobierno que mantiene una bajísima popularidad, con más casos de corrupción interna y poca iniciativa política. Sin embargo, se han disipado las posibilidades de un adelanto de elecciones.
b. Las elecciones se acercan sin que haya agrupaciones y candidatos consolidados, manteniéndose una gran dispersión.
c. Recuperación de fuerza política del fujimorismo, a pesar de que se acumulan pruebas de corrupción en su contra.
d. Pérdida de fuerza en la lucha anti-corrupción, aunque recientemente una respuesta ciudadana ha logrado la inconstitucionalidad de la llamada “ley Wolfenson” abriendo mejores perspectivas.
e. Aumento de las acciones de protesta y movilización social, cuyo origen está en la exclusión social y en los déficits de diálogo democrático.

2. El gobierno ha mantenido en lo esencial el modelo económico neoliberal, y apuesta a su consolidación mediante el TLC. La situación económica, a pesar de buenos indicadores macroeconómicos, no logra resolver los problemas de pobreza de la mayoría de la población debido a que se incrementa la desigualdad. La bonanza actual está sustentada por una situación internacional excepcionalmente favorable, con un crecimiento económico mundial inusitado, cuya duración es incierta dados los enormes déficits fiscal y externo norteamericanos.

3. Las reformas necesarias para desarrollar al país, tales como la reforma del Estado, la reforma social, el impulso a la competitividad, la lucha contra la corrupción y el desarrollo de una ciudadanía integral, se han paralizado. La descentralización parece ser la única reforma importante que sigue avanzando, a pesar de que tras el impulso inicial el gobierno ha estado reticente a promoverla y de las dificultades de varios gobiernos regionales.

4. Hay un creciente desencanto de la población con la democracia y un amplio rechazo a los partidos políticos y a cualquier forma de participación organizada en la vida colectiva del país, dejando el espacio libre para el accionar de poderes fácticos y visiones cortoplacistas.

La II Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos

jueves, 4 de agosto de 2005

La Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos se reunió en Cuenca, Ecuador, del 17 al 23 de julio, congregando a más de 2 mil participantes provenientes de 77 países de todos los continentes. Toda una semana de presentaciones científicas, paneles, discusiones y presentación de experiencias de todo el orbe. Más de 50 integrantes de Forosalud provenientes de 15 distintas regiones del Perú (Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad, Cajamarca, Huánuco, Junín, Pasco, Ucayali, San Martín, Ayacucho, Puno, Tacna, Huancavelica y Lima) asistimos a esta reunión, algunos tras agotadoras jornadas de hasta 48 horas de viaje en ómnibus.

Fuimos conociendo muy someramente de qué se trataba. La primera Asamblea había sido 5 años atrás en Bangladesh, y ninguno de nosotros había podido asistir. Pero teníamos mucho interés en conocer como eran y qué hacían los movimientos ciudadanos por la salud en otras partes del mundo, y en compartir nuestra experiencia.

ForoSalud, el Foro de la Sociedad Civil en Salud del Perú*, es un movimiento social fundado tres años atrás que trabaja por hacer realidad el derecho a la salud. En agosto del 2004 desarrollamos nuestra II Conferencia Nacional de Salud con más de 4 mil participantes. Hoy agrupamos a más de 80 instituciones, 19 foros regionales y 16 mesas temáticas. El derecho a la salud es el eje central de nuestra propuesta y nuestra actividad. Entendemos que el derecho a la salud incluye no solamente el derecho a un cuidado y atención de salud de calidad, sino también la necesidad de que los factores sociales, económicos, políticos y ambientales permitan alcanzar el máximo nivel de salud posible. También consideramos que el derecho a la participación ciudadana en la determinación, ejecución y evaluación de políticas y planes de salud es parte del derecho a la salud.

Durante los días que estuvimos participando en la II Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos (www.phmovement.org), hemos compartido nuestra lucha contra un Tratado de Libre Comercio que encarecería los medicamentos esenciales y atenta contra el derecho a la salud, y hemos visto con alegría que en esta lucha están también comprometidos nuestros hermanos ecuatorianos y de diversas partes del planeta.

Hemos compartido nuevas formas de hacer salud desde abajo, incluyendo prácticas de medicina tradicional y mecanismos de promoción comunitaria de las que somos partícipes, escuchando y recogiendo lo que en el mismo sentido se hace en otras latitudes. Hemos presentado nuestras experiencias de participación ciudadana en la definición de políticas y planes de salud, en la cogestión de servicios y en la vigilancia ciudadana en salud, que hemos sentido tiene mucho en común con otras experiencias.

Tras una semana de participación activa, regresamos a nuestra patria más firmes y felices al sentirnos parte de una voz mundial. Una voz polifónica, con muchos tonos y matices, pero que comparte la idea de que el derecho a la salud es un principio fundamental que debe estar por encima de cualquier otra consideración, y que hacer realidad este derecho demanda una profunda transformación social, a nivel mundial y de cada una de nuestra naciones.

www.forosalud.org.pe