Las dos Reformas del Estado necesarias

jueves, 4 de mayo de 2006

La Reforma del Estado es un imperativo nacional. Resulta ya innecesario recordar las múltiples deficiencias del Estado peruano: territorios sin seguridad ciudadana mínima, educación y salud por los suelos, regulaciones inadecuadas, excesivas exigencias burocráticas impuestas sobre la población y las pequeñas empresas, etcétera, etcétera, etcétera.

¿Como resolver esta situación? ¿Qué temas centrales debe atender quien gobierne el Perú los próximos cinco años? ¿Cómo saber quién de los dos candidatos y organizaciones que pasan a la segunda vuelta lo haría mejor?

La primera reforma que debe atender cualquiera que gobierne los próximos 5 años es la de acercar el Estado a la población. Desde los congresistas cuya representatividad es rápidamente puesta en cuestión, hasta los alcaldes que han sido removidos incluso por la fuerza, hasta los funcionarios públicos que atienden indolentemente en una ventanilla, los ejemplos de un estado que funciona separado y hasta contrario a la población son innumerables. Así, un primer elemento indispensable en cualquier pan de gobierno, que debemos preguntarles a los candidatos, es ¿como harán para transformas esta situación? ¡reformarán la forma como funciona el actual congreso y su elección, así como de alcaldes y gobiernos regionales, para ampliar su representatividad? ¿mantendrán o profundizarán experiencias de cogobierno como los CLAS, los Consejos Locales de Administración en salud, en los que representantes de la población participan en la gestión de los centros de salud? ¿Mantendrán los presupuestos participativos y demás experiencias de concertación y participación en los distritos y provincias del Perú? ¿establecerán nuevas formas de rendición de cuentas y transparencia entre funcionarios públicos y representantes electos, y la población?

Pero la falta de conexión entre el estado y la población se debe también, en buena parte, a la excesiva conexión entre quienes gobiernan el país y poderosos intereses económicos. ¿Se insistirá en que los partidos presenten sus cuentas y serán estas fiscalizadas? ¿Habrá una efectiva política anti-corrupción? ¿Se cobrarán los impuestos y regalías correspondientes a quienes hoy con mucha facilidad evaden sus responsabilidades con la nación? Que de cada candidato y organización sepamos claramente sus conexiones con el mundo de los grandes negocios, es fundamental en esta etapa electoral.

Pero una segunda reforma fundamental es la reforma gerencial. Necesitamos un estado representativo y que responda a los intereses y necesidades de la población, pero también queremos que sea eficiente y eficaz, que logre sus metas sin malgastar recursos. El gran temor es que tengamos en el próximo quinquenio un gobierno improvisado y/o un gobierno que nuevamente use los cargos públicos para satisfacer apetitos de sus allegados y partidarios, aún cuando estos no tengan las capacidades técnicas necesarias. ¡Se establecerá, entonces, una efectiva carrera pública, con concursos estrictos y transparentes para asignar los cargos públicos? ¿Se desarrollará una fuerte iniciativa por aprovechar las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, haciendo realidad el e-government o gobierno electrónico? ¿Se aplicarán herramientas modernas de gestión, con compromisos de metas y evaluaciones permanentes de los logros de cada entidad pública?
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Estas son las dos reformas centrales, y una refuerza a la otra, pues un gobierno ineficaz tampoco puede lograr representatividad. La pregunta es qué planes específicos tienen los candidatos sobre estos temas, y que equipos técnicos tienen para implementarlo.