Punta y Base

miércoles, 20 de octubre de 2004

No hay problema más importante para el desarrollo económico nacional que la difícil combinación entre los sectores de punta de la economía nacional, y la enorme base de peruanos empobrecidos que se refugia obligadamente en su pequeña chacra o negocio ambulante.

Para la derecha, hay que dejar que los grandes capitales arrastren al resto. Toda la iniciativa corresponde a ellos, y todo el bienestar proviene de los empleos que ellos generan y los impuestos que pagan. Parten del preconcepto ideológico que todo lo que hagan será siempre bueno, sin importar si generan poco empleo, causan daño al medio ambiente o – incluso- se involucran en actos de corrupción.

La historia ha demostrado, sin embargo, que ese enfoque no ha logrado incorporar a la mayoría de peruanos a un empleo digno y una vida decente. Todavía tres cuartas partes de los peruanos se gana la vida en condiciones inadecuadas, sin seguridad social. La pobreza no se ha reducido en la última década. La enorme desigualdad, con una minoría privilegiada y un estado que no tiene recursos para cumplir su función, no puede mantenerse.

Una propuesta de desarrollo que incluya a las mayorías tiene que otorgar un lugar central a los mecanismos para que este desarrollo tenga una ancha base. El objetivo no es que “chorree más”, es decir, que el crecimiento económico siga concentrado en pocos mientras la mayoría espera que le caigan algunas gotas de mejora social. Lo que debe buscarse es que el desarrollo sea de todos, también y sobretodo de los campesinos pobres, los pequeños y microempresarios de la ciudad y del campo, y de los trabajadores industriales, del comercio y los servicios. Todos los peruanos debemos ser actores y beneficiarios de ese desarrollo.

Del mismo modo, la derecha piensa que el crecimiento económico determina todo, y que una vez que este llegue, mejorara también la salud, la educación y la seguridad social. No es así. Siendo cierto que el crecimiento económico promueve el desarrollo social, este tiene también su propia dinámica. Países del mismo nivel económico tienen diferencias en su esperanza de vida de 20 años. La educación puede estar divorciada del quehacer económico de un país, como sucede mucho en nuestra patria, o puede ser un gran promotor de ella. Una visión integrada de desarrollo económico y desarrollo social es fundamental, y no puede pensarse ni que lo social vendrá solo con lo económico, ni que sólo debe existir en función a éste

Una propuesta de desarrollo alternativo no puede ignorar, sin duda, la necesidad de que también se incrementen las inversiones de gran volumen. Aunque sea poco, generan empleo, aportan al fisco, traen divisas y promueven la modernización. Pero hay que ir más allá de la simpleza derechista y considerar que lo que queremos como sociedad no es maximizar inversiones sino maximizar bienestar. Considerar también que las mayorías también tienen potencial económico y pueden producir más y mejorar sus negocios e ingresos.

En este esquema, atraer grandes capitales al país es importante, siempre que aporten al desarrollo nacional: que no sean corruptos, que paguen impuestos, que generen empleo, que transfieran tecnología. Para ello, hacer que estos sectores no se encapsulen sino que se alíen y trabajen con los pequeños productores, es fundamental.

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