El gobierno de Alan García ha permitido una extrema concentración de la riqueza: las empresas mineras obtienen diez mil millones de dólares de ganancias extraordinarias, monto con el cual la pobreza podría desaparecer del Perú, las necesidades de agua potable ser totalmente cubiertas y la educación y salud mejorar sustancialmente con una duplicación de su gasto.
El gobierno de Alan García no solamente ha mantenido un orden y unas leyes injustas, que permiten esta enorme apropiación de la riqueza nacional en beneficio de unos pocos. Además promueve que esa apropiación se multiplique, pasando por encima de los derechos a la tierra de los campesinos y pueblos indígenas. Tiene una política social cuyo eje es desacreditar y desmoralizar a maestros y médicos, mientras mantiene la salud y la educación en el mismo desastre de siempre. Ha favorecido el alza de los alimentos, que golpea a los más pobres, y frente a ello se ha limitado a repartir unas pocas bolsas de alimentos a medianoche.
El gobierno de Alan García, que se presentó como el “cambio responsable”, la “socialdemocracia peruana”, según ha dicho la propia Lourdes Flores “está a la derecha de Unidad Nacional y a veces hasta a la derecha de Bush”.
El gobierno de Alan García es uno de los más impopulares en America latina a pesar del crecimiento económico, enfrenta protestas sociales, a pesar de que no hay oposición política seria. La gente protesta ante el alza de precios de los alimentos, ante la contaminación, ante el intento de quitarles sus tierras, ante el abandono del gobierno en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. El gobierno responde con balas y represión. Cuando un campesino muere golpeado por balas de la policía, como en Ayacucho, el Ministerio del Interior miente. Cuando los campesinos promueven una consulta como en Majaz, se les acusa de terroristas. Cuando Melissa Patiño viaja a un encuentro en Ecuador, se le detiene por más de 70 días sin aprobación de un juez como demanda la ley y el gobierno alienta que sus canes mediáticos – a los que tiene bien comprados negociando ventajas tributarias como al Canal 2 – ataquen distorsionando imágenes.
Si esto es lo que muestran dos años de gobierno, el momento actual muestra a un Alan García en medio de un ataque de nervios. Vienen 40 jefes de estado a la cumbre Unión Europea – América Latina (que gestionó el gobierno anterior y él se ganó de pura suerte), y no quiere que pase lo que en 1987, cuando la cumbre de la Internacional Socialista terminó en el baño de sangre que él ordenó y su actual vicepresidente Giampietri ejecutó en El Frontón. Como está en medio de un ataque de nervios, Alan García ataca a las organizaciones de derechos humanos. Las persigue, las acosa, las acusa de traición a la patria y las saca del Consejo Nacional de Derechos Humanos. Alan García también acaba de sacar un decreto para sacar el ejército a las calles a agredir a las manifestaciones pacíficas y la Cumbre de Social de los Pueblos.
El pretexto es lo de menos. Pretextos siempre habrá. Y cuando no los hay, los inventan. Como ha dicho Salomón Lerner: “la carta de Aprodeh al Parlamento Europeo por el tema del MRTA creo ha sido tergiversada, ya que Aprodeh citó a la CVR, quien dijo que el MRTA era un grupo terrorista. El tema es donde está el MRTA hoy, y creo que NO existe”.
No discutamos del árbol sin ver el bosque. Estamos frente a un gobierno que traicionó el mensaje con el que fue elegido, que promueve una concentración de la riqueza extraordinaria, que arremete contra los campesinos y pueblos que se le enfrentan, que persigue a los opositores. Estamos frente a un Alan García que este mes está dispuesto a todo para que no le malogren su foto junto a Nicolás Sarkozy y Angela Merkel, sin importarle la democracia o los derechos humanos. Ese es el riesgo para la democracia y los derechos humanos hoy, y no otro.
El gobierno de Alan García no solamente ha mantenido un orden y unas leyes injustas, que permiten esta enorme apropiación de la riqueza nacional en beneficio de unos pocos. Además promueve que esa apropiación se multiplique, pasando por encima de los derechos a la tierra de los campesinos y pueblos indígenas. Tiene una política social cuyo eje es desacreditar y desmoralizar a maestros y médicos, mientras mantiene la salud y la educación en el mismo desastre de siempre. Ha favorecido el alza de los alimentos, que golpea a los más pobres, y frente a ello se ha limitado a repartir unas pocas bolsas de alimentos a medianoche.
El gobierno de Alan García, que se presentó como el “cambio responsable”, la “socialdemocracia peruana”, según ha dicho la propia Lourdes Flores “está a la derecha de Unidad Nacional y a veces hasta a la derecha de Bush”.
El gobierno de Alan García es uno de los más impopulares en America latina a pesar del crecimiento económico, enfrenta protestas sociales, a pesar de que no hay oposición política seria. La gente protesta ante el alza de precios de los alimentos, ante la contaminación, ante el intento de quitarles sus tierras, ante el abandono del gobierno en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. El gobierno responde con balas y represión. Cuando un campesino muere golpeado por balas de la policía, como en Ayacucho, el Ministerio del Interior miente. Cuando los campesinos promueven una consulta como en Majaz, se les acusa de terroristas. Cuando Melissa Patiño viaja a un encuentro en Ecuador, se le detiene por más de 70 días sin aprobación de un juez como demanda la ley y el gobierno alienta que sus canes mediáticos – a los que tiene bien comprados negociando ventajas tributarias como al Canal 2 – ataquen distorsionando imágenes.
Si esto es lo que muestran dos años de gobierno, el momento actual muestra a un Alan García en medio de un ataque de nervios. Vienen 40 jefes de estado a la cumbre Unión Europea – América Latina (que gestionó el gobierno anterior y él se ganó de pura suerte), y no quiere que pase lo que en 1987, cuando la cumbre de la Internacional Socialista terminó en el baño de sangre que él ordenó y su actual vicepresidente Giampietri ejecutó en El Frontón. Como está en medio de un ataque de nervios, Alan García ataca a las organizaciones de derechos humanos. Las persigue, las acosa, las acusa de traición a la patria y las saca del Consejo Nacional de Derechos Humanos. Alan García también acaba de sacar un decreto para sacar el ejército a las calles a agredir a las manifestaciones pacíficas y la Cumbre de Social de los Pueblos.
El pretexto es lo de menos. Pretextos siempre habrá. Y cuando no los hay, los inventan. Como ha dicho Salomón Lerner: “la carta de Aprodeh al Parlamento Europeo por el tema del MRTA creo ha sido tergiversada, ya que Aprodeh citó a la CVR, quien dijo que el MRTA era un grupo terrorista. El tema es donde está el MRTA hoy, y creo que NO existe”.
No discutamos del árbol sin ver el bosque. Estamos frente a un gobierno que traicionó el mensaje con el que fue elegido, que promueve una concentración de la riqueza extraordinaria, que arremete contra los campesinos y pueblos que se le enfrentan, que persigue a los opositores. Estamos frente a un Alan García que este mes está dispuesto a todo para que no le malogren su foto junto a Nicolás Sarkozy y Angela Merkel, sin importarle la democracia o los derechos humanos. Ese es el riesgo para la democracia y los derechos humanos hoy, y no otro.
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