En sus primeras palabras públicas, el nuevo premier Pedro Pablo Kuczynski ha puesto énfasis en la necesidad de “poner orden” ante las protestas sociales, reaccionando en particular contra los reclamos de campesinos que se sienten afectados por la minería, movimiento que antes estuvo activo en el sur (Espinar- Cusco) y ahora lo está en el norte (Majaz –Piura).
Todos queremos orden. También queremos seguridad para nuestras cosas y para nuestras vidas. Pero hay dos ideas sobre cómo se puede obtener ese orden: una es imponer ese orden por la fuerza; la otra es lograrlo a partir del consenso, la equidad y el trato justo. Es verdad que mantener el orden requiere una dosis de ambas recetas. Ni la más dura de las dictaduras puede dejar de hacer algo para la mayorías y sobretodo dar la imagen que “gobierna para todos”. Por otro lado, la más abierta de las democracias tiene también que defender el orden con la fuerza pública. Pero para los demócratas, el orden tiene que basarse sobretodo en el consenso y la equidad, dejando para la fuerza un rol secundario.
La relativa falta de orden en el Perú, ¿es por falta de fuerza o por falta de consenso y equidad? Si los campesinos protestan, no es por capricho ni por manipulación; es porque sienten que la tierra que ha sido suya por siglos les es arrebatada y porque creen que una mina en su zona no los va a beneficiar - como Cerro de Pasco o La Oroya parecen demostrar. Si las enfermeras y los docentes universitarios protestan, es porque su sueldo mensual no es ni el 5% del que recibirá PPK. Según una encuesta de Latinobarómetro, el 82% de los peruanos opina que las políticas se hacen en función de los intereses de los poderosos económicamente. La multiplicación de marchas, movilizaciones y protestas sociales no se debe a la falta de fuerza, sino a la injusticia social existente y al rechazo masivo a las políticas vigentes.
Sin embargo, en sus primeras palabras al país como Premier, PPK ha hablado de las protestas sociales como si fueran lo mismo que los secuestros y los robos. Estas frases traslucen claramente la idea de que para reestablecer el orden en el Perú, hace falta más represión, más botas y más balas.
Esta visión de PPK parece estar influenciada por el respaldo que en semanas anteriores obtuvo de las principales fuerzas políticas, recibiendo frases elogiosas de Alan García y Lourdes Flores. Posiblemente ha recibido también el respaldo de su compatriota Rumsfeld, el secretario de defensa de Bush. La soberbia de PPK, que ya era grande, parece haberse desarrollado aceleradamente, por lo que piensa que en base a este respaldo en las alturas de la clase política puede defender con más violencia el orden injusto que caracteriza al Perú actual. Seguramente se siente incluso más poderoso que el propio presidente Toledo.
Todos queremos orden. También queremos seguridad para nuestras cosas y para nuestras vidas. Pero hay dos ideas sobre cómo se puede obtener ese orden: una es imponer ese orden por la fuerza; la otra es lograrlo a partir del consenso, la equidad y el trato justo. Es verdad que mantener el orden requiere una dosis de ambas recetas. Ni la más dura de las dictaduras puede dejar de hacer algo para la mayorías y sobretodo dar la imagen que “gobierna para todos”. Por otro lado, la más abierta de las democracias tiene también que defender el orden con la fuerza pública. Pero para los demócratas, el orden tiene que basarse sobretodo en el consenso y la equidad, dejando para la fuerza un rol secundario.
La relativa falta de orden en el Perú, ¿es por falta de fuerza o por falta de consenso y equidad? Si los campesinos protestan, no es por capricho ni por manipulación; es porque sienten que la tierra que ha sido suya por siglos les es arrebatada y porque creen que una mina en su zona no los va a beneficiar - como Cerro de Pasco o La Oroya parecen demostrar. Si las enfermeras y los docentes universitarios protestan, es porque su sueldo mensual no es ni el 5% del que recibirá PPK. Según una encuesta de Latinobarómetro, el 82% de los peruanos opina que las políticas se hacen en función de los intereses de los poderosos económicamente. La multiplicación de marchas, movilizaciones y protestas sociales no se debe a la falta de fuerza, sino a la injusticia social existente y al rechazo masivo a las políticas vigentes.
Sin embargo, en sus primeras palabras al país como Premier, PPK ha hablado de las protestas sociales como si fueran lo mismo que los secuestros y los robos. Estas frases traslucen claramente la idea de que para reestablecer el orden en el Perú, hace falta más represión, más botas y más balas.
Esta visión de PPK parece estar influenciada por el respaldo que en semanas anteriores obtuvo de las principales fuerzas políticas, recibiendo frases elogiosas de Alan García y Lourdes Flores. Posiblemente ha recibido también el respaldo de su compatriota Rumsfeld, el secretario de defensa de Bush. La soberbia de PPK, que ya era grande, parece haberse desarrollado aceleradamente, por lo que piensa que en base a este respaldo en las alturas de la clase política puede defender con más violencia el orden injusto que caracteriza al Perú actual. Seguramente se siente incluso más poderoso que el propio presidente Toledo.
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PPK parece no haberse dado cuenta del enorme descrédito de la clase política que lo respalda. Tal vez debiera recordar el Arequipazo de junio 2002, o mirar lo que sucede en Bolivia y Ecuador, para percatarse que la “mano dura” no salvó a Gonzalo Sánchez de Lozada ni a Lucio Gutiérrez de perder el cargo. Aunque claro, PPK no es presidente y siempre puede regresarse a su patria, los Estados Unidos, a su rancho de Minnesota.
PPK parece no haberse dado cuenta del enorme descrédito de la clase política que lo respalda. Tal vez debiera recordar el Arequipazo de junio 2002, o mirar lo que sucede en Bolivia y Ecuador, para percatarse que la “mano dura” no salvó a Gonzalo Sánchez de Lozada ni a Lucio Gutiérrez de perder el cargo. Aunque claro, PPK no es presidente y siempre puede regresarse a su patria, los Estados Unidos, a su rancho de Minnesota.
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