El Presidente García ha dicho que la existencia de decenas de programas sociales, que subsisten debido a que cada ministerio busca su herramienta de publicidad y soporte político, produce exceso de burocracia y gasto administrativo. La próxima semana se conocería la fusión de varios de estos programas.
La fusión de los programas sociales es necesaria pero insuficiente. Es necesario además aumentarles el presupuesto, afirmar sus objetivos, orientarlos a garantizar derechos sociales, incluirlos en la descentralización y abrirlos más a la participación ciudadana.
Según un reciente estudio del Banco Mundial, el Perú es uno de los países de América Latina con menor nivel de gasto en programas sociales: apenas 0,7% del PBI. No es de extrañar entonces que no lleguen a millones de peruanos pobres y que los programas de mayor alcance – como el vaso de leche – den una ayuda muy pequeña.
El objetivo de los programas sociales es apoyar a quienes viven en pobreza extrema, reducir la desnutrición infantil y permitir que las familias pobres tengan capacidades y oportunidades para progresar. Su objetivo no es que algún ministro, presidente o partido gane aplausos. El gobierno debiera tener esto en cuenta antes de llenar los programas sociales de carnetizados sin experiencia ni conocimientos especializados.
Los programas sociales deben orientarse a establecer derechos sociales, es decir garantizar a todos los peruanos condiciones básicas de salud, nutrición, educación y seguridad social. Para ello, antes que muchos programas diversos que no llegan a todo el país, debe asegurarse que todos – TODOS - los niños tengan la alimentación, atención de salud y educación inicial que necesitan, y que haya apoyo de emergencia a quienes están en pobreza extrema o han sufrido un desastre natural, la pérdida del empleo o de quienes sostienen la familia.
Finalmente, los programas sociales deben tener una estrategia nacional y un fuerte presupuesto, pero deben ser descentralizados fundamentalmente a los municipios y ser dirigidos y gestionados con una amplia participación ciudadana.
Los retos para los programas sociales son grandes. La fusión anunciada debe ser una oportunidad para enfrentar estos retos, y no concentrarse en reducir el número de empleados que trabajan en ellos.
La fusión de los programas sociales es necesaria pero insuficiente. Es necesario además aumentarles el presupuesto, afirmar sus objetivos, orientarlos a garantizar derechos sociales, incluirlos en la descentralización y abrirlos más a la participación ciudadana.
Según un reciente estudio del Banco Mundial, el Perú es uno de los países de América Latina con menor nivel de gasto en programas sociales: apenas 0,7% del PBI. No es de extrañar entonces que no lleguen a millones de peruanos pobres y que los programas de mayor alcance – como el vaso de leche – den una ayuda muy pequeña.
El objetivo de los programas sociales es apoyar a quienes viven en pobreza extrema, reducir la desnutrición infantil y permitir que las familias pobres tengan capacidades y oportunidades para progresar. Su objetivo no es que algún ministro, presidente o partido gane aplausos. El gobierno debiera tener esto en cuenta antes de llenar los programas sociales de carnetizados sin experiencia ni conocimientos especializados.
Los programas sociales deben orientarse a establecer derechos sociales, es decir garantizar a todos los peruanos condiciones básicas de salud, nutrición, educación y seguridad social. Para ello, antes que muchos programas diversos que no llegan a todo el país, debe asegurarse que todos – TODOS - los niños tengan la alimentación, atención de salud y educación inicial que necesitan, y que haya apoyo de emergencia a quienes están en pobreza extrema o han sufrido un desastre natural, la pérdida del empleo o de quienes sostienen la familia.
Finalmente, los programas sociales deben tener una estrategia nacional y un fuerte presupuesto, pero deben ser descentralizados fundamentalmente a los municipios y ser dirigidos y gestionados con una amplia participación ciudadana.
Los retos para los programas sociales son grandes. La fusión anunciada debe ser una oportunidad para enfrentar estos retos, y no concentrarse en reducir el número de empleados que trabajan en ellos.
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