Aunque soy economista, la discusión del presupuesto 2006 me provoca modorra y aburrimiento. Lo paradójico es que el presupuesto es hoy la única vía mediante la cual puede discutirse, de manera comprehensiva, lo que va a hacer el gobierno en el futuro próximo.
Hay aburrimiento sobre el presupuesto, en primer lugar, porque el propio gobierno no se lo toma en serio. No ha terminado de presentarlo, y ya empieza a hablar de aumentos de sueldos a que no están considerados en el presupuesto. ¿Es que acaso cuando PPK habló de aumento a los policías, no sabía que esos gastos debían estar en el presupuesto público que su gabinete estaba presentando en esos mismos días?
La Constitución establece que el Congreso es el que aprueba el presupuesto, pero durante este gobierno – al igual que todos los anteriores – siempre se aprueba lo que dice el MEF. En este gobierno, la comisión de presupuesto ha sido siempre dirigida por un personaje que, invariablemente, tiene conocimientos prácticamente nulos sobre temas económicos y presupuestales. ¿Celina Palomino, presidente de la comisión de presupuesto? Me echaría a reír sino fuera porque da pena lo que esto le hace al país. Al final de cuentas, ya sabemos que el presupuesto presentado por el MEF, casi sin cambios, será aprobado por los votos de Perú Posible y Unidad Nacional. Al César lo que es del César: el único parlamentario que en estos años ha trabajado y sustentado alternativas ha sido Javier Diez Canseco.
El resultado es que el Ejecutivo hace lo que quiere con el dinero de los contribuyentes. Esta año la situación ha empeorado: el MEF no ha publicado en su hoja web las cifras del presupuesto 2006.
Sólo una actitud ciudadana más activa y vigilante puede cambiar esta situación. A final de cuentas, cuando hablamos de presupuesto se trata de nuestro dinero. Así que a sacudirse la modorra: no habrá democracia sólida y eficaz sin ciudadanos interesados en opinar sobre lo que hace el estado con su plata.
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