Mucha gente piensa que, cuando se trata de políticas de salud, es el Ministerio del ramo el único responsable. Aunque sabemos que la salud depende de muchos otros factores, incluyendo un medio ambiente saludable, una educación promotora, vivienda y trabajo dignos y buenos hábitos de vida, terminamos concentrando nuestra mente en el Ministerio y sus médicos.
Ya no es así. Un nuevo actor nació, creció, se desarrolló, está moviendo sus músculos y anuncia su entrada en grande a la política nacional de salud: la sociedad civil. Comenzaron los colegios profesionales, que son muy activos y vocales. Luego se fueron organizando personas afectadas por diversas enfermedades, grupos de voluntarios y organismos no gubernamentales dedicados a la salud. En este grupo hay de todo como en botica: dedicados a medicamentos o a tuberculosis, preocupados por la participación y promotores de derechos, asesores de gestión de servicios o promotores de espacios de trabajo saludables.
Junto a ellos, desde la década pasada, se han venido creando los CLAS, los consejos locales de administración en salud, en los cuales es la propia población organizada la que toma el liderazgo de la gestión en centros y puestos de salud. También se han ido creando y desarrollando nuevos centros de investigación, dentro y fuera de las universidades.
Eso está muy bien, porque aunque la salud debe promoverse colectivamente, ello no debe confundirse con un estatismo hoy ya pasado de moda. Los ámbitos donde la acción pública debe organizarse van más allá de ministerios y hospitales públicos, y tiene que ganar vida en la calle, en las familias, en las empresas y trabajos, en los colegios y universidades.
En los últimos años todo esta vasto movimiento está dando un salto en organización y acción ciudadana frente a la política de salud. Se ha creado Forosalud, el foro de la sociedad civil en salud, cuya primera Conferencia Nacional llevada a cabo dos años atrás congregó a más de 2 mil participantes. Forosalud se apresta a organizar su II Conferencia Nacional para agosto de este año duplicando la asistencia de la primera, dado que se han conformado ya 18 foros regionales y 16 mesas temáticas en salud.
Gestiones anteriores en el ministerio de salud trataron de sabotear esta iniciativa. Solari y su seguidor, por defender sectariamente una política de salud reproductiva basada en opiniones religiosas, se enfrentaron a la sociedad civil. Llegaron a manipular las elecciones de los representantes de ésta al consejo nacional de salud. Felizmente los tiempos han cambiado. La nueva ministra de salud recibe con beneplácito y promueve esta iniciativa, como debe ser, ya que la gestión pública de salud debe procurar la salud de todos los peruanos articulando a todos los actores vinculados al tema.
Las políticas de salud no pueden ser, no son, propiedad de los ministros. Tienen que se producto de un amplio diálogo social, en el que estado y sociedad, ambos, asuman compromisos. La sociedad civil tiene una enorme responsabilidad en la formación de políticas y en su posterior vigilancia. Qué bueno que así se esté entendiendo.
Ya no es así. Un nuevo actor nació, creció, se desarrolló, está moviendo sus músculos y anuncia su entrada en grande a la política nacional de salud: la sociedad civil. Comenzaron los colegios profesionales, que son muy activos y vocales. Luego se fueron organizando personas afectadas por diversas enfermedades, grupos de voluntarios y organismos no gubernamentales dedicados a la salud. En este grupo hay de todo como en botica: dedicados a medicamentos o a tuberculosis, preocupados por la participación y promotores de derechos, asesores de gestión de servicios o promotores de espacios de trabajo saludables.
Junto a ellos, desde la década pasada, se han venido creando los CLAS, los consejos locales de administración en salud, en los cuales es la propia población organizada la que toma el liderazgo de la gestión en centros y puestos de salud. También se han ido creando y desarrollando nuevos centros de investigación, dentro y fuera de las universidades.
Eso está muy bien, porque aunque la salud debe promoverse colectivamente, ello no debe confundirse con un estatismo hoy ya pasado de moda. Los ámbitos donde la acción pública debe organizarse van más allá de ministerios y hospitales públicos, y tiene que ganar vida en la calle, en las familias, en las empresas y trabajos, en los colegios y universidades.
En los últimos años todo esta vasto movimiento está dando un salto en organización y acción ciudadana frente a la política de salud. Se ha creado Forosalud, el foro de la sociedad civil en salud, cuya primera Conferencia Nacional llevada a cabo dos años atrás congregó a más de 2 mil participantes. Forosalud se apresta a organizar su II Conferencia Nacional para agosto de este año duplicando la asistencia de la primera, dado que se han conformado ya 18 foros regionales y 16 mesas temáticas en salud.
Gestiones anteriores en el ministerio de salud trataron de sabotear esta iniciativa. Solari y su seguidor, por defender sectariamente una política de salud reproductiva basada en opiniones religiosas, se enfrentaron a la sociedad civil. Llegaron a manipular las elecciones de los representantes de ésta al consejo nacional de salud. Felizmente los tiempos han cambiado. La nueva ministra de salud recibe con beneplácito y promueve esta iniciativa, como debe ser, ya que la gestión pública de salud debe procurar la salud de todos los peruanos articulando a todos los actores vinculados al tema.
Las políticas de salud no pueden ser, no son, propiedad de los ministros. Tienen que se producto de un amplio diálogo social, en el que estado y sociedad, ambos, asuman compromisos. La sociedad civil tiene una enorme responsabilidad en la formación de políticas y en su posterior vigilancia. Qué bueno que así se esté entendiendo.
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