Stiglitz, Minería y Desarrollo

viernes, 21 de diciembre de 2007

Joseph Stiglitz vino al Perú a dar algunas conferencias, una de ellas sobre “Recursos Naturales, Desarrollo y democracia”. ¿Qué dijo el Premio Nobel de Economía?
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Como dijo el propio Stiglitz, la ciencia económica pensaba que los recursos minerales y de petróleo facilitaban el desarrollo. Pero han surgido estudios diversos mostrando que es al revés, y a esta sorpresa la llamaron “la maldición de los recursos naturales”. El Perú no es el único país minero o petrolero poco desarrollado, ni posiblemente el peor: Nigeria, Angola, Chad o Sierra Leona en África comparten esta triste situación.
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¿Cómo es esto posible? La minería tiene algunos efectos perniciosos que saltan a la vista, como la contaminación ambiental o el desplazamiento de campesinos de sus tierras sin su consentimiento y sin una compensación económica justa. Pero también puede generar otros problemas que no están tan obviamente vinculados, como el aumento de la desigualdad, el descuido de la educación, la mayor corrupción, los conflictos en torno a la captura de la renta y la menor estabilidad macroeconómica.
Uno de los efectos más importantes mencionados por Stiglitz es que el predominio de la gran minería genera una fuerte concentración de la riqueza. Unas pocas empresas, la mayoría extranjeras y de apenas una docena de familias peruanas, se apropian de la riqueza de nuestros recursos naturales, pero al mismo tiempo el empleo generado no alcanza ni a 1 de cada 100 peruanos buscando trabajo. Los problemas que trae la minería de contaminación ambiental, empeoramiento de la salud de la población y desalojo de campesinos de sus tierras, agravan la situación de pobreza. Los impuestos que paga esta minería no alcanzan a sustentar una educación, salud o seguridad social decentes.

La extrema desigualdad económica se traduce a su vez en extrema desigualdad política, al hacer que unos pocos puedan financiar grandes campañas electorales para que luego los presidentes electos defiendan sus privilegios y riquezas. Como en el reciente cambio de gabinete, nombrando como Ministro de Trabajo a un abogado destacado por trabajar a favor de las empresas en sus juicios y lobbies contra los trabajadores. Veremos que pasa con el anunciado Ministerio del Medio Ambiente, al que las empresas mineras ya manifestaron su oposición.

Resolver el tema de la desigualdad favorecida por la minería rentista pasa por que el estado sea quien se apropie de esa riqueza y la utilice para financiar la educación, la salud y la seguridad social, en especial los más pobres. Esto debe ir reforzado por políticas para reducir la desigualdad en otros campos, como asegurar el acceso indiscriminado a la justicia, democratizar lo medios de comunicación masivos e implantar reglas claras que limiten el financiamiento de grandes empresas a los partidos y campañas electorales.

La minería puede ser buena para el desarrollo. Para ello, tiene que controlarse los efectos negativos que puede generar sobre su entorno inmediato: los problemas medioambientales y sociales sobre las comunidades y zonas aledañas. También es necesario que la riqueza generada por la minería sea distribuida con justicia y se evite que las empresas mineras tengan una desmedida influencia sobre el Estado, como sucede actualmente.

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