Ese fue el comentario hecho por el presidente de la Confiep, José Miguel Morales Dasso, ante las propuestas hechas para limitar la presencia de capitales chilenos en puertos y aeropuertos.
Siguiendo su razonamiento, es absurdo que los negociadores de los Estados Unidos en el TLC exijan que se resuelvan los litigios legales que varias empresas norteamericanas tienen con nuestro país. La jefa de negociadores Regina Vargo está desvariando. El departamento de comercio de los Estados Unidos está más perdido que pirata en Bolivia. No saben lo que hacen, porque esas inversiones no tienen nacionalidad.
Cuando por daño al medio ambiente a la empresa Lucchetti se le canceló el permiso de operar en los Pantanos de Villa, congresistas y ministros chilenos protestaron por lo sucedido y defendieron a la empresa chilena, a pesar de los videos filmados que mostraban a Andrónico Luksic, dueño de la empresa, “arreglando” el asunto con Vladimiro Montesinos en una salita del SIN. Seguramente los chilenos también estaban locos. Tampoco se habían dado cuenta que las inversiones no tienen nacionalidad.
¿Toyota japonesa? ¿Peugeot francés? ¿General Motors norteamericana? ¿Odebrecht brasileña? ¿Lan chilena? ¿Varig brasileña? No, son puras imaginaciones de la gente, al decir del presidente de la Confiep. Es pura casualidad que el presidente de Telefónica en Perú es español y que la enorme mayoría de ejecutivos de las empresas norteamericanas son de esa nacionalidad.
Morales está totalmente equivocado. En el mundo, vaya que las inversiones tienen nacionalidad. Tienen el apoyo de su Estado para expandirse en su propio territorio y en el mundo. Sus estados les compran preferentemente a ellos, apoyan su desarrollo tecnológico y, cuando tienen intereses en el exterior, los defienden. Sus nacionales les compran especialmente, y ellos contratan sobretodo a los de su país. También, claro, cuando el asunto pasa a lo político y militar, los estados también se apoyan en sus empresas. Porque es Halliburton quien está reconstruyendo Iraq, no es Graña y Montero.
¿Las declaraciones de José Miguel Morales Dasso son por ignorancia o prejuicio ideológico? Déjenme añadir al análisis un personaje adicional: Raymundo Morales Dasso. Actual Gerente General del Banco de Crédito, banco cuyo principal accionista es Dionisio Romero, quien también compró el puerto de Matarani en sociedad con una empresa chilena. De tal manera que la propuesta de limitar la presencia chilena en los puertos peruanos afecta directamente al jefe de Morales Dasso (Raymundo), y al día siguiente protesta por el hecho Morales Dasso (José Miguel).
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Personalmente, no soy particularmente anti-chileno. Me declaro pacifista. Prefiero ser paloma y no halcón. Imagino, como John Lennon, un mundo sin fronteras. Apuesto por construir una amistad duradera con todos los pueblos del mundo, incluido el chileno y el norteamericano. Pero me resulta obvio que puertos y aeropuertos, electricidad y transportes, son sectores estratégicos en los que más vale ser precavido. Es tiempo de pensar que, entre las condiciones para la inversión en estos sectores, un compromiso con el Perú es un requisito. Es tiempo también de empezar a dar preferencia al capital nacional, para lo cual es necesario cambiar la Constitución fujimorista del 93 que lo impide.
Personalmente, no soy particularmente anti-chileno. Me declaro pacifista. Prefiero ser paloma y no halcón. Imagino, como John Lennon, un mundo sin fronteras. Apuesto por construir una amistad duradera con todos los pueblos del mundo, incluido el chileno y el norteamericano. Pero me resulta obvio que puertos y aeropuertos, electricidad y transportes, son sectores estratégicos en los que más vale ser precavido. Es tiempo de pensar que, entre las condiciones para la inversión en estos sectores, un compromiso con el Perú es un requisito. Es tiempo también de empezar a dar preferencia al capital nacional, para lo cual es necesario cambiar la Constitución fujimorista del 93 que lo impide.
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