Inversión: Algunas explicaciones básicas para Alan García

miércoles, 18 de agosto de 2004

Pasando la cincuentena, tras cinco años de Presidente y más de 35 años de político activo, Alan García parece recién haberse dado cuenta de la importancia de las inversiones. Al menos así ha interpretado la mayor parte de la prensa sus recientes declaraciones –emitidas inicialmente desde Nueva York y ratificadas acá poco después de su regreso – en el sentido de la necesidad de atraer inversiones.

No queremos en esta oportunidad ponernos a recordar las políticas y medidas que al respecto adoptó García durante su gobierno. Tampoco queremos realizar un análisis de las distintas declaraciones que ha realizado durante los últimos años tras su regreso al Perú. Ni desearíamos - Dios nos libre - preguntar acerca de la situación de las inversiones que realizó mientras vivía en el extranjero, que sin duda deben haber sido muy exitosas dado que le permitieron vivir en condiciones muy adecuadas durante una década completa.

Queremos, por el contrario, darle algunos consejos honestos y sinceros. Compartimos con Alan García el objetivo de buscar aumentar las inversiones. Sin embargo, hasta el momento él no ha planteado a los peruanos mayores ideas sobre cómo lograr este objetivo; se ha limitado a proponer que el apoyo político aprista dará la confianza necesaria y a proponer como una única prioridad el logro del “investment grade” por parte de los financistas internacionales, siguiendo el camino neoliberal transitado por el fujimorismo. De tal manera que queremos darle algunas ideas iniciales sobre el rol de la inversión en el desarrollo y las políticas y condiciones para que esta se materialice.

1. Desarrollo e Inversiones

El neoliberalismo considera que la única fuerza que impulsa el desarrollo es la inversión privada, que se encuentra dirigida por el afán de lucro y el deseo de acumulación individual. Esa pareciera ser la nueva creencia de Alan García, a tenor de sus declaraciones recientes. De ser así, está equivocado. Para lograr el crecimiento económico, y con mayor razón el desarrollo, junto con la inversión privada, está el esfuerzo de los trabajadores calificados y no calificados que aumenta la productividad, está la investigación científica como valor colectivo que tiene ese mismo efecto con nuevos productos y técnicas adaptadas a la realidad nacional, están la cohesión y organización social que dan estabilidad política y social, están los valores de honestidad y confianza mutua que permiten que las transacciones se desarrollen más fácilmente aumentando la eficiencia del sistema, y está la acción pública a través del estado que establece las políticas macroeconómicas que evitan las crisis, establece las reglas básicas y promueve la infraestructura.

En efecto, los estudios sobre el crecimiento económico han mostrado, ya hace mucho tiempo, que la inversión no explica sino una parte minoritaria del crecimiento. Sorprendente como puede parecer a muchos, los estudios que se han hecho, tanto para diversos países desarrollados como para todo el mundo, indican claramente esta rotunda verdad: el aumento del capital no es la principal fuerza detrás del crecimiento económico. Y esta no es, por cierto, una extraña idea izquierdista, sino una realidad reiteradamente encontrada en centenares, literalmente, de estudios al respecto. El mayor misterio del capital es, precisamente, que su importancia no era tan absoluta después de todo (Hernando de Soto también tiene algo que aprender al respecto).

Junto a las inversiones, los avances en educación y salud, la integración y cohesión social, la estabilidad macroeconómica y las instituciones son igualmente importantes para lograr un aumento de productividad. Sin embargo, no se puede fácilmente dividir estos aspectos entre sí, y más bien resulta evidente su estrecha interrelación, de tal manera que una estrategia de desarrollo tiene que considerarlos como interdependientes.

2. Inversión pública y privada

El credo que hoy parece abrazar Alan García, indica que lo único que importa es la inversión privada. Ello no es así en realidad, la inversión pública es complementaria a la inversión privada, y en algunos casos, indispensable para que ésta se desarrolle.

La infraestructura es fundamental para integrar el país y lograr la competitividad. Sin las condiciones básicas que permiten una circulación fluida de mercancías y conocimientos, y que facilitan el acceso a servicios e insumos básicos para la producción, los negocios privados no tendrán un ambiente para florecer y la inversión privada se retraerá. El desarrollo de la infraestructura debe lograrse con una combinación de inversiones públicas y concesiones adecuadamente reguladas. Obviamente, no puede haber inversión en infraestructura pública sin un adecuado financiamiento, lo que requiere de una presión tributaria adecuada. Esta es sin duda una de las grandes deficiencias en el Perú de hoy; por eso, una propuesta para el crecimiento económico y el aumento de la inversión incluye una reforma tributaria que permita al estado cumplir su rol en este terreno.

3. Para rentabilizar las inversiones

La forma de atraer las inversiones, es, claramente, otorgándoles una rentabilidad adecuada. ¿Esto se resume en simplemente reducirles impuestos, como quieren las mineras oponiéndose a las regalías, y mantener el “cholo barato” como quieren quienes defienden el marco actual de relaciones laborales que despoja de derechos fundamentales a los trabajadores? No, claro que no.

Un primer elemento básico es la adecuación de los macro precios con tipos de cambio y más altos y tasas de interés más bajas. Es obvio que con una moneda sobrevaluada como el sol, es decir, con un tipo de cambio bajo, las importaciones llegan a precios menores y nuestras exportaciones reciben menos en moneda nacional (o, de manera equivalente, afrontan salarios y costos que resultan ser mayores en dólares). Un modelo basado en la exportación de materias primas tiende a producir este efecto, dado que se basa en las excepcionales condiciones de las minas peruanas, cuya alta ley de mineral les permite ser muy rentables incluso con monedas sobrevaluadas. Del mismo modo, es importantísimo una política monetaria como la actual orientada a reducir las tasas de interés y la dolarización, lo que debe ser complementado con buenas políticas de regulación bancaria, orientadas tanto a evitar quiebras como a fomentar la competencia y evitar tasas de interés abusivas.

Un segundo elemento fundamental para la inversión es la ampliación de los mercados, tanto interno como externo. Si no hay donde vender, no habrá ninguna inversión. Esto implica por un lado la búsqueda activa de mercados en el exterior (mediante políticas de promoción de exportaciones y negociaciones comerciales que pongan por delante los intereses nacionales) en forma conjunta entre el estado y el sector privado. Por otro lado demanda también promover el mercado interno, por ejemplo, buscando elevar los salarios y mejorando la conexión vial. Ambas cosas son necesarias, pues en muchos casos para poder vender en el exterior hay que acumular conocimientos, capacidades tecnológicas y economías de escala a partir de los mercados internos.

Un tercer elemento fundamental tiene que ver con que los inversionistas puedan encontrar con facilidad los insumos que requieren para poder operar. Así, el tener una fuerza laboral capacitada es fundamental, y de ahí la importancia de la educación y de la capacitación laboral (con programas específicos e incentivos al sector privado). Lo mismo puede decirse respecto del crédito y los servicios financieros, sobretodo para sectores como la pequeña empresa el agro, donde éstos no están aún accesibles, y donde también hay enormes potencialidades en espera de las inversiones necesarias. La organización de redes productivas entre empresas de diverso tamaño, en particular entre pymes y alrededor de cadenas de valor agregado, es otra política importante al respecto.

Finalmente, debemos considerar la innovación y modernización tecnológica con alianzas público-privadas y el impulso a la productividad mediante la competencia.

Todos estos elementos adquieren mayor importancia que las respuestas fáciles e inmediatistas de nuestros neoliberales y muchos empresarios criollos, que no ven más allá de sus narices. Es decir, que no pueden pensar en las dinámicas que construyen el largo plazo y que confunden lo que habrá en su billetera en el mes con el desarrollo nacional.

4. Inversiones y estabilidad

La promoción de las inversiones exige efectivamente estabilidad jurídica y política. Para la derecha neoliberal, esta es la estabilidad de los cementerios y las bayonetas, razón por la que Pinochet les cae tan bien. El nuevo Alan garcía, en esto tan parecido al anterior, cree que él solo, con su carisma y la fuerza de su partido al que puede manipular a su antojo, pude garantizar la estabilidad política y social. En realidad, lo que resulta necesario es un marco adecuado, en el cual se conjuguen el interés por la ganancia privada de los inversionistas, con un contexto de relaciones sociales favorables a la estabilidad y la cooperación que deben estar basadas en un nivel básico de justicia social y equidad.

Este marco incluye el respeto al derecho de propiedad, pero en el marco de una regulación de los mercados que equilibre los intereses de inversionistas y de los consumidores y ciudadanos. El respeto al derecho de propiedad no implica aceptar la contaminación ni el abuso sobre los consumidores ni la explotación de los trabajadores.

Las condiciones de estabilidad política y social devienen de una democracia estable sustentada en condiciones básicas de equidad. Pretender que se logrará atraer inversiones porque un líder carismático o algunas decenas de tanques así lo dicen, es una ilusión que no sobrevive más allá de corto plazo (salvo excepciones). Los escépticos frente a esta afirmación pueden preguntarle a Alberto Fujimori al respecto. La alternativa pasa por afirmar una política de desarrollo sustentada en la ampliación de derechos económicos y sociales para todos, de tal manera que los peruanos tengamos una base de igualdad que nos hermane.

Junto a ello, es necesario la promoción de relaciones laborales justas que promuevan la cooperación entre trabajadores y empresas y la capacitación de los trabajadores. Además de ser parte de un escenario social donde primen condiciones de justicia social que sienten las bases de la estabilidad política, este tipo de relaciones servirá para que en cada empresa los trabajadores se sientan comprometidos e interesados en su competitividad y desarrollo.

5. Colofón

No queremos dejar a Alan García sin recordarle que la inversión extranjera no es más de una quinta parte del total de inversiones en el Perú: la inversión nacional es mucho más importante, y dentro de esta, la de los pequeños productores y pequeños agricultores es una a la que debe dársele especial importancia, porque de ella depende la mayor parte de la PEA nacional, porque las dificultades que afronta en el acceso al crédito, los mercados y la tecnología son mayores y porque en su desarrollo están las posibilidades de un país más equitativo en su distribución de ingresos. Sabemos que en su viaje a Nueva York a conocido a poderosos personajes, pero no han sido ni serán los financistas internacionales los que lleven al Perú al desarrollo.

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