La política social del gobierno aprista en sus primeros dos años y medio ha sido decepcionante. En medio de una situación de crecimiento económico y de más dinero en los bolsillos del gobierno, muy poco es lo que se ha hecho. En salud, los ministros Vallejos y Garrido-Lecca estuvieron metidos en corrupción y no mejoraron la atención de salud. El año pasado los alimentos subieron de precio, y el gobierno no hizo nada. Peor: en los programas del vaso de leche, los comedores populares y los desayunos escolares, se mantuvieron los presupuestos cuando los precios de los alimentos subían, con lo que la ayuda a los niños se redujo. Por su parte, mataron a Foncodes, que solo fue resucitado para darle empleo a Carlos Arana, el dirigente aprista amigo del corrupto Agustín Mantilla. Sólo Juntos se ha venido ampliando en zonas rurales andinas, y aunque la gestión no ha sido buena, es dinero que llega a familias campesinas muy pobres.
En ese contexto, llegó la crisis internacional. No, no estábamos blindados. Miles de familias pobres ya están afectadas. A las alzas de precios de los alimentos del año pasado, le han seguido otros golpes. Los alpaqueros, por ejemplo, campesinos muy pobres, resulta que antes les pagaban 12 soles por kilo de lana y ahora les pagan 3 o 2 soles. Los cafetaleros, bananeros y mangueros reciben menos precio por sus productos. En Ica, las empresas agroindustriales ya despidieron más de mil trabajadores; también ha habido miles de despidos en la minería y la industria textil.
¿Qué se puede hacer ante esta situación, más allá de un programa que efectivamente mantenga el crecimiento económico y la creación de empleos?
Alan García y Luis Carranza están aplicando un plan anti- crisis que concentra los recursos en las grandes empresas y los ministerios bajo conducción aprista, como Vivienda y Transportes. Eso debe cambiar, hay que darle prioridad a defender el empleo, aumentar el gasto social y dar apoyo a los pobres golpeados por la crisis.
Dos tipos de programas sociales parecen particularmente adecuados a esta situación. En aquellas zonas donde se están perdiendo empleos masivamente, programas orientados a construir y mejorar caminos rurales, infraestructura de riego, colegios y centros de salud deben generar cientos o miles de empleos temporales. De esta manera, se combina la necesidad de las familias de tener un sostén económico con la mejora de servicios públicos e infraestructura.
Por otro lado, para campesinos como los alpaqueros, un empleo temporal no es la mejor solución: ellos tienen que seguir cuidando su ganado. En estos casos, programas de transferencias, como Juntos, pueden ser más efectivos. En los distritos donde ya existe Juntos y hay ganaderos golpeados por la crisis, el programa podría ampliarse temporalmente para las familias sin hijos, ya que hoy Juntos es sólo para familias que tienen hijos menores.
Además, la salud y la seguridad social para los ancianos son políticas sociales que debieran estar siempre funcionando pero que ahora se vuelven más necesarias. La familia que ya en tiempos normales requieren hacer un gran esfuerzo para pagar las medicinas o la operación que necesita, está mucho más en riesgo cuando el desempleo los golpea. Los ancianos que carecen de pensión que los soporte, y que dependen de la buena voluntad de los hijos, también sufren el golpe cuando estos pierden el trabajo. Si hay un año en el cual la seguridad social, en salud y pensiones, debería reforzarse, es precisamente éste, el 2009. Hacer realidad un aseguramiento universal en salud que brinde buena atención de manera gratuita y darle pensiones a los ancianos pobres con dinero del estado, son dos buenas alternativas.
En ese contexto, llegó la crisis internacional. No, no estábamos blindados. Miles de familias pobres ya están afectadas. A las alzas de precios de los alimentos del año pasado, le han seguido otros golpes. Los alpaqueros, por ejemplo, campesinos muy pobres, resulta que antes les pagaban 12 soles por kilo de lana y ahora les pagan 3 o 2 soles. Los cafetaleros, bananeros y mangueros reciben menos precio por sus productos. En Ica, las empresas agroindustriales ya despidieron más de mil trabajadores; también ha habido miles de despidos en la minería y la industria textil.
¿Qué se puede hacer ante esta situación, más allá de un programa que efectivamente mantenga el crecimiento económico y la creación de empleos?
Alan García y Luis Carranza están aplicando un plan anti- crisis que concentra los recursos en las grandes empresas y los ministerios bajo conducción aprista, como Vivienda y Transportes. Eso debe cambiar, hay que darle prioridad a defender el empleo, aumentar el gasto social y dar apoyo a los pobres golpeados por la crisis.
Dos tipos de programas sociales parecen particularmente adecuados a esta situación. En aquellas zonas donde se están perdiendo empleos masivamente, programas orientados a construir y mejorar caminos rurales, infraestructura de riego, colegios y centros de salud deben generar cientos o miles de empleos temporales. De esta manera, se combina la necesidad de las familias de tener un sostén económico con la mejora de servicios públicos e infraestructura.
Por otro lado, para campesinos como los alpaqueros, un empleo temporal no es la mejor solución: ellos tienen que seguir cuidando su ganado. En estos casos, programas de transferencias, como Juntos, pueden ser más efectivos. En los distritos donde ya existe Juntos y hay ganaderos golpeados por la crisis, el programa podría ampliarse temporalmente para las familias sin hijos, ya que hoy Juntos es sólo para familias que tienen hijos menores.
Además, la salud y la seguridad social para los ancianos son políticas sociales que debieran estar siempre funcionando pero que ahora se vuelven más necesarias. La familia que ya en tiempos normales requieren hacer un gran esfuerzo para pagar las medicinas o la operación que necesita, está mucho más en riesgo cuando el desempleo los golpea. Los ancianos que carecen de pensión que los soporte, y que dependen de la buena voluntad de los hijos, también sufren el golpe cuando estos pierden el trabajo. Si hay un año en el cual la seguridad social, en salud y pensiones, debería reforzarse, es precisamente éste, el 2009. Hacer realidad un aseguramiento universal en salud que brinde buena atención de manera gratuita y darle pensiones a los ancianos pobres con dinero del estado, son dos buenas alternativas.
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