El alza del dólar afecta a la mayoría de peruanos. Miles han comprado departamentos con créditos hipotecarios en dólares, o han comprado una refrigeradora o un carrito con préstamos en dólares. A medida que el dólar sube, todos ellos tendrán que gastar más soles para poder comprar los dólares necesarios para pagar su cuota. Existe además el riesgo de que les suban las tasas de interés, aumentando aún más su cuota. Esto no tiene porqué ser así: la permisividad de gobiernos que han permitido que los bancos actúen sin el cuidado necesario y abusando de los consumidores, nos ha llevado a esta situación. ¿Es que la crisis internacional no nos han dicho ya con suficiente claridad que a los bancos y sistemas financieros hay que tenerlos estrechamente regulados? ¿Qué espera el gobierno para actuar?
El alza del dólar también llevará a que suban de precio todos los productos importados. Medicinas o fertilizantes, yates de lujo o tours a la China, como su precio está en dólares, suben de precio por igual. ¿Pero es acaso lógico que en un contexto de crisis, se trate por igual a medicinas esenciales que a yates o artículos de lujo? ¿No debería tratarse de manera diferenciada el consumo suntuario, eso que no es tan necesario y que sólo pueden consumir los muy ricos, de los productos más básicos y de lo que necesitamos para producir más? ¿La pobreza y la desigualdad, no son acaso elementos a tener en cuenta en las respuestas a la crisis?
La subida del dólar no significa malas noticias para todos. Para los exportadores, sean éstos empresas mineras o cafetaleros, podrán convertir los dólares de los productos que venden, en más soles. ¿Debería tratarse igual a unos pocos mega-empresarios mineros que obtuvieron ganancias increíbles los últimos años, que a cientos de miles de pequeños productores cafetaleros que apenas si logran salir de la pobreza y en cuyas zonas el Estado no provee servicios básicos de salud o caminos decentes? El alza del dólar también es buena noticia para los especuladores en dólares, para los financistas que vienen apostando cientos de millones en este sentido.
El dólar ha subido porque el Banco Central de Reserva, es decir el gobierno lo ha permitido. El dólar en el Perú no depende de la "libre" oferta y demanda: está controlado, en la práctica, por el BCR. Ante los efectos de la crisis internacional, en los últimos 6 meses el BCR ha intervenido en el mercado de dólares vendiendo 7 mil millones de dólares de sus reservas, una enorme suma de dinero para el Perú. Y sigue vendiendo, todos los días, varias decenas de millones de dólares: a veces 50, a veces 80 millones.
El asunto es que la intervención del BCR en el precio del dólar tiene un límite: la cantidad de reservas disponibles que tiene. Cuando ya no tenga dólares que vender, ya no podrá intervenir en el mercado; si llegara ese momento, el dólar se dispararía.
La reciente alza del dólar se debe a que el gobierno y el BCR han reconocido que no pueden seguir perdiendo reservas tan rápido como lo han venido haciendo. Antes, la elevada inflación (6%, el doble de la meta del BCR) los había llevado a aguantar el dólar para evitar un mayor impulso inflacionario, pero la noticia de una inflación baja (0,1%) en enero ha reducido estas resistencias.
Mantener una cantidad de reservas internacionales, de dólares, en manos del BCR es importantísimo para poder tener capacidad de regulación en este precio clave que es el precio del dólar. Al respecto, la crisis internacional pone mucha presión a nuestra economía debido a que no podemos obtener la misma cantidad de dólares que conseguíamos antes: los precios del cobre y otras exportaciones se han derrumbado, vender ropa en Estados Unidos está mucho más difícil, y los préstamos y la inversión extranjera se han replegado.
Frente a ello, la anterior política del gobierno, la política del avestruz, la política de decir que estamos blindado y de perder reservas aceleradamente, era una mala política. Pero la política de devaluar cargando todo el ajuste externo sobre el precio del dólar, tiene altos costos sobre millones de familias peruanas. Poner aranceles o impuestos selectivos para reducir importaciones innecesarias, proteger la industria nacional de ropa china y alimentos norteamericanos que entran a precio de dumping, y restringir las salidas de capitales por parte de bancos y AFPs especuladoras, servirían para evitar una devaluación exagerada y para que los dólares, que el país hoy debe cuidarlos con esmero, se guarden para lo más necesario: el consumo básico, la producción nacional y la inversión.
El alza del dólar también llevará a que suban de precio todos los productos importados. Medicinas o fertilizantes, yates de lujo o tours a la China, como su precio está en dólares, suben de precio por igual. ¿Pero es acaso lógico que en un contexto de crisis, se trate por igual a medicinas esenciales que a yates o artículos de lujo? ¿No debería tratarse de manera diferenciada el consumo suntuario, eso que no es tan necesario y que sólo pueden consumir los muy ricos, de los productos más básicos y de lo que necesitamos para producir más? ¿La pobreza y la desigualdad, no son acaso elementos a tener en cuenta en las respuestas a la crisis?
La subida del dólar no significa malas noticias para todos. Para los exportadores, sean éstos empresas mineras o cafetaleros, podrán convertir los dólares de los productos que venden, en más soles. ¿Debería tratarse igual a unos pocos mega-empresarios mineros que obtuvieron ganancias increíbles los últimos años, que a cientos de miles de pequeños productores cafetaleros que apenas si logran salir de la pobreza y en cuyas zonas el Estado no provee servicios básicos de salud o caminos decentes? El alza del dólar también es buena noticia para los especuladores en dólares, para los financistas que vienen apostando cientos de millones en este sentido.
El dólar ha subido porque el Banco Central de Reserva, es decir el gobierno lo ha permitido. El dólar en el Perú no depende de la "libre" oferta y demanda: está controlado, en la práctica, por el BCR. Ante los efectos de la crisis internacional, en los últimos 6 meses el BCR ha intervenido en el mercado de dólares vendiendo 7 mil millones de dólares de sus reservas, una enorme suma de dinero para el Perú. Y sigue vendiendo, todos los días, varias decenas de millones de dólares: a veces 50, a veces 80 millones.
El asunto es que la intervención del BCR en el precio del dólar tiene un límite: la cantidad de reservas disponibles que tiene. Cuando ya no tenga dólares que vender, ya no podrá intervenir en el mercado; si llegara ese momento, el dólar se dispararía.
La reciente alza del dólar se debe a que el gobierno y el BCR han reconocido que no pueden seguir perdiendo reservas tan rápido como lo han venido haciendo. Antes, la elevada inflación (6%, el doble de la meta del BCR) los había llevado a aguantar el dólar para evitar un mayor impulso inflacionario, pero la noticia de una inflación baja (0,1%) en enero ha reducido estas resistencias.
Mantener una cantidad de reservas internacionales, de dólares, en manos del BCR es importantísimo para poder tener capacidad de regulación en este precio clave que es el precio del dólar. Al respecto, la crisis internacional pone mucha presión a nuestra economía debido a que no podemos obtener la misma cantidad de dólares que conseguíamos antes: los precios del cobre y otras exportaciones se han derrumbado, vender ropa en Estados Unidos está mucho más difícil, y los préstamos y la inversión extranjera se han replegado.
Frente a ello, la anterior política del gobierno, la política del avestruz, la política de decir que estamos blindado y de perder reservas aceleradamente, era una mala política. Pero la política de devaluar cargando todo el ajuste externo sobre el precio del dólar, tiene altos costos sobre millones de familias peruanas. Poner aranceles o impuestos selectivos para reducir importaciones innecesarias, proteger la industria nacional de ropa china y alimentos norteamericanos que entran a precio de dumping, y restringir las salidas de capitales por parte de bancos y AFPs especuladoras, servirían para evitar una devaluación exagerada y para que los dólares, que el país hoy debe cuidarlos con esmero, se guarden para lo más necesario: el consumo básico, la producción nacional y la inversión.
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