En los últimos meses, una inflación que sigue creciendo y que ya sobrepasó el 7%, ha agravado la pobreza de millones de familias peruanas.
El gobierno afirmó, hace unos meses atrás, que la pobreza se había reducido bastante. Pero la medición, cuestionada, del INEI, se refería a un periodo anterior al alza de precios. Ahora, las cosas evidentemente han cambiado, y para peor.
El Presidente García, en su mensaje a la nación, le ha echado la culpa del alza de precios a factores externos, señalando con el dedo a las empresas trasnacionales del petróleo, sin mencionar que a esas mismas empresas, que según García "han declarado la guerra al pueblo" su gobierno las trata muy pero muy bien, dándoles innumerables ventajas. Pero el presidente se ha visto obligado a reconocer que el crecimiento exagerado del consumo, favorecido por su política económica, también ha hecho lo suyo en aumentar la inflación.
Olvidando su función, frente a este serio problema el Presidente no ha dado ninguna alternativa. El haber cambiado al ministro de economía por uno proveniente del Fondo Monetario Internacional no auguraba nada bueno. Ya el nuevo ministro Valdivieso empezó con la misma receta que el FMI recomienda en todo lugar y en toda circunstancia: recortar el gasto público. Si sanar economías enfermas fuera tan fácil como aplicar siempre el mismo remedio.Tanto Valdivieso como García pierden de vista en esta coyuntura, dos elementos esenciales.
El primero es que el alza de precios de las materias primas a nivel internacional tiene dos lados de la medalla: si por un lado encarece productos como el trigo, que importamos, por otro lado también han subido de precio los productos, como el cobre que exportamos.
El detalle está en que quienes pagan harina de trigo, pan y fideos más caros son todos los peruanos, y sobretodo los más pobres, mientras quienes están ganando con el cobre más caro son solamente los accionistas de las empresas mineras. En el caso del petróleo, el asunto es escandaloso, porque aunque el petróleo es peruano, las ganancias se las llevan las empresas trasnacionales que lo extraen y lo refinan, mientras que el costo lo pagamos todos los peruanos - en este caso, cubierto principalmente por la caja fiscal. Es evidente que ante este problema, lo que corresponde es distribuir mejor los costos y los beneficios, sobretodo cuando las grandes ganancias se están haciendo con minerales y petróleo que, constitucionalmente, pertenecen a la nación y no a las trasnacionales.
El segundo elemento que ocultan García y Valdivieso es que, si bien es verdad que ha habido un aumento demasiado acelerado del consumo, es evidente que hay grandes diferencias entre quienes ganan el mismo mísero salario de antes pero ahora pueden comprar departamentos o electrodomésticos a crédito, y quienes están obteniendo enormes ganancias, cinco mil millones de dólares de las cuales se van del país.
Reducir un consumo que está creciendo demasiado rápido debe hacerse con medidas selectivas orientadas a los sectores de mayores ingresos, a quienes se les pueden cobrar mayores impuestos, y a controlar el crecimiento del crédito que sostiene consumos insostenibles o a un alto costo futuro para las familias. No tiene porqué hacerse a costa de los salarios, la educación, la salud, el apoyo al agro o la construcción de caminos que tanta falta le hacen al país.
Publicado en Ideeleradio
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