¿Por qué no podemos, como país, liberarnos de la violencia que el narcotráfico, junto con algunos remanentes senderistas, mantiene en el llamado VRAE, el valle del río Apurímac y Ene?
Hay que afirmar, en primer lugar, que campesinos y narcotraficantes son dos cosas distintas. Los campesinos que siembran coca en la zona no son delincuentes: son pobres buscando subsistir y, con suerte, ahorrar unos soles para poner un negocito en otro lado. Por su parte, los narcotraficantes son delincuentes violentos y corruptos, que se aprovechan de la pobreza para obtener el producto que necesitan.
La primera razón por la que hay narcotráfico es porque hay pobreza. La mayoría de campesinos cocaleros, si tuvieran alternativas razonables para mantenerse y progresar, aunque no fueran tan rentables como la coca, lo harían en aras de su seguridad. De ahí que una primera medida para atacar el narcotráfico es darles alternativas a los campesinos, hacer caminos para que puedan sacar sus productos, promover el café y orgánico, el cacao y otros cultivos, el darles buena educación y salud a sus hijos. Pero eso no es suficiente. De distintas partes de la sierra migran los campesinos a cultivar la coca en esas zonas o en otras, y por eso la alternativa no puede ser local, tiene que ser nacional. Se necesita un nuevo modelo de desarrollo que realmente ponga prioridad en atacar la pobreza.
Pero mientras haya demanda por cocaína en Estados Unidos, habrá quienes quieran hacer negocio vendiéndoles. Para enfrentar eso, hay que cortar las rutas por donde sale la droga y por donde entran los insumos para fabricar la cocaína. Eso no es difícil de hacer, porque el kerosene y los químicos son fácilmente detectables. Pero el gobierno ha sido totalmente ineficaz al respecto, careciendo totalmente de estrategias y de cuadros gerenciales, y prefiriendo hacer politiquería menuda en favor de sus amigos a resolver los problemas del país, como lo han mostrado la defensa de la inepta Mercedes Cabanillas y del inepto Rafael Rey.
La corrupción ha jugado un papel grande en esta ineficacia frente al narcotráfico. Como dice la canción, “Por cinco lucas me compro un diputado, un juez, un fiscal, un par de abogados, un arquitecto y un sub prefecto, un novelista, un par de periodistas, un arzobispo”. Pero este gobierno no solo no ha hecho nada contra la corrupción, sino que está comprometido con ella a muy altos niveles. Para luchar contra la corrupción y el narcotráfico hacen falta dos grandes cosas: estar limpio y estar decidido a hacerlo, y ninguna de las dos las tiene el actual gobierno.
Publicado en CNR
Escuchar audio: http://www.cnr.org.pe/aa/pluma.shtml?x=7523
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