Termina el Foro APEC en Lima, con el gobierno y sus aliados empresariales utilizando esta reunión para respaldar los Tratados de Libre Comercio del Perú con Estados Unidos y con China. Se nos dice que aprendamos de estas economías pujantes y fuertes, y de estos líderes que vienen a promover el “libre comercio”.
Pero, si los Tratados de Libre Comercio son tan buenos, ¿cómo es que no hay, no se está negociando ni está propuesto un TLC entre China y Estados Unidos?
Fácil: es que ninguno de esos países practica nada parecido al libre comercio.
Estados Unidos mantiene subsidios agrícolas por cientos de miles de millones de dólares: eso no es libre comercio. Incluso la Organización Mundial de Comercio ha fallado contra los subsidios del gobierno norteamericano al algodón, declarándolos violatorios a los tratados internacionales. A pesar de ello, en el TLC Estados Unidos ha mantenido sus subsidios y ha exigido que sus productos subsidiados ingresen al Perú sin que se les apliquen sobretasas u otros mecanismos de defensa del mercado.
China, por su parte, tiene una economía bajo fuerte control estatal, su moneda está subvaluada y sus bancos otorgan financiamiento barato. Eso tampoco es “libre comercio”. Esta competencia desleal china, por cierto, ya ha causado graves daños a nuestra industria textil y de confecciones, siendo la principal causa de la pérdida de 80 mil empleos en la industria limeña, según registra el INEI para el tercer trimestre e este año. Tras el TLC con China, el Perú tendrá mayores dificultades para defender su industria nacional de estas importaciones subvaluadas.
China y Estados Unidos no practican el “libre comercio”. Tienen un comercio regulado, defendiendo con celo a sus empresas. En el caso del Perú, ¿qué intereses se defienden cuándo se permite que aumenten las importaciones agropecuarias y textiles hasta en 300%, quitándole mercado, ingresos y empleo a los peruanos?
Además, en el TLC, Estados Unidos ha exigido, y obtenido, varias cláusulas que tampoco tienen nada que ver con el “libre comercio”. Por ejemplo, amplían las patentes, que no representan sino formas de establecer un monopolio legal. Y un monopolio es precisamente lo contrario al “libre comercio”. Los EE.UU. insisten también en que sus inversionistas tengan ventajas especiales, superiores a las de los propios peruanos, de tal manera que el gobierno no pueda obligarlos a transferir tecnología, y si queremos cobrarles más impuestos, ellos puedan reclamar en tribunales internacionales. Esto tampoco tiene nada que ver con el “libre comercio”.
China (igual que India, Brasil y la mayor parte de países en desarrollo, incluidos muchos países asiáticos presentes en el Foro APEC), no acepta estas cláusulas norteamericanas para ampliar las patentes y dar privilegios a sus inversionistas. Es que China busca apropiarse de la tecnología al menos corto posible, y para eso otorga menores patentes y obliga a los inversionistas extranjeros a transferir su tecnología a las empresas chinas. Es por eso que ahora pueden vender sus carros en el mundo. Por su parte, frente a la competencia de la ropa china, los Estados Unidos (igual que Europa y otros países) han establecido cuotas y límites a esas importaciones.
En la defensa y promoción de su producción y sus empleos, China y Estados Unidos pueden brindarnos enseñanzas valiosas. Sólo hay que ver lo que ellos hacen, que es muy distinto a lo que van promoviendo e imponiendo por el mundo.
Pero, si los Tratados de Libre Comercio son tan buenos, ¿cómo es que no hay, no se está negociando ni está propuesto un TLC entre China y Estados Unidos?
Fácil: es que ninguno de esos países practica nada parecido al libre comercio.
Estados Unidos mantiene subsidios agrícolas por cientos de miles de millones de dólares: eso no es libre comercio. Incluso la Organización Mundial de Comercio ha fallado contra los subsidios del gobierno norteamericano al algodón, declarándolos violatorios a los tratados internacionales. A pesar de ello, en el TLC Estados Unidos ha mantenido sus subsidios y ha exigido que sus productos subsidiados ingresen al Perú sin que se les apliquen sobretasas u otros mecanismos de defensa del mercado.
China, por su parte, tiene una economía bajo fuerte control estatal, su moneda está subvaluada y sus bancos otorgan financiamiento barato. Eso tampoco es “libre comercio”. Esta competencia desleal china, por cierto, ya ha causado graves daños a nuestra industria textil y de confecciones, siendo la principal causa de la pérdida de 80 mil empleos en la industria limeña, según registra el INEI para el tercer trimestre e este año. Tras el TLC con China, el Perú tendrá mayores dificultades para defender su industria nacional de estas importaciones subvaluadas.
China y Estados Unidos no practican el “libre comercio”. Tienen un comercio regulado, defendiendo con celo a sus empresas. En el caso del Perú, ¿qué intereses se defienden cuándo se permite que aumenten las importaciones agropecuarias y textiles hasta en 300%, quitándole mercado, ingresos y empleo a los peruanos?
Además, en el TLC, Estados Unidos ha exigido, y obtenido, varias cláusulas que tampoco tienen nada que ver con el “libre comercio”. Por ejemplo, amplían las patentes, que no representan sino formas de establecer un monopolio legal. Y un monopolio es precisamente lo contrario al “libre comercio”. Los EE.UU. insisten también en que sus inversionistas tengan ventajas especiales, superiores a las de los propios peruanos, de tal manera que el gobierno no pueda obligarlos a transferir tecnología, y si queremos cobrarles más impuestos, ellos puedan reclamar en tribunales internacionales. Esto tampoco tiene nada que ver con el “libre comercio”.
China (igual que India, Brasil y la mayor parte de países en desarrollo, incluidos muchos países asiáticos presentes en el Foro APEC), no acepta estas cláusulas norteamericanas para ampliar las patentes y dar privilegios a sus inversionistas. Es que China busca apropiarse de la tecnología al menos corto posible, y para eso otorga menores patentes y obliga a los inversionistas extranjeros a transferir su tecnología a las empresas chinas. Es por eso que ahora pueden vender sus carros en el mundo. Por su parte, frente a la competencia de la ropa china, los Estados Unidos (igual que Europa y otros países) han establecido cuotas y límites a esas importaciones.
En la defensa y promoción de su producción y sus empleos, China y Estados Unidos pueden brindarnos enseñanzas valiosas. Sólo hay que ver lo que ellos hacen, que es muy distinto a lo que van promoviendo e imponiendo por el mundo.
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