Para terminar con el clima de conflictividad social que estanca la economía del país y nos mantiene en constante sobresalto político.
Por Pedro Francke
Son necesarios cambios profundos al modelo económico neoliberal que hoy nos rige. A continuación una lista de prioridades orientadas a promover un crecimiento con mayor equidad y dinamismo tecnológico basado en nuestras propias fuerzas nacionales.
1. Más apoyo al agro y la industria
Alan García ha llevado al extremo la priorización de los sectores extractivos, que generan poco empleo y mantienen una economía desarticulada. A diferencia, la agricultura es la actividad económica de la que viven la mayor cantidad de peruanos, sobre todo los más pobres; y la industria tiene la mayor potencialidad de promover el avance tecnológico y los eslabonamientos entre sectores. Todos los países desarrollados, Estados Unidos, Europa y Japón, dan hasta hoy un fuerte apoyo a estos sectores. En el Perú, para promover su desarrollo, hay que defender el mercado interno de las importaciones que compiten deslealmente, y ampliar este mercado interno con mayores remuneraciones y mejor infraestructura vial.
2. Más desarrollo tecnológico nacional
El neoliberalismo piensa que sólo la inversión extranjera puede traer nuevas tecnologías y las deja en sus manos. Además, en el Perú somos de los que menos invertimos en el mundo en investigación y desarrollo tecnológico. Pero los países que más progreso económico logran en el mundo son los que logran capturar esas tecnologías para sus empresas, como hace China, y generar su propia tecnología. Debemos tener una política que aproveche nuestras relaciones con otros países para obtener tecnología, e invertir mucho más en ese rubro.
3. Más descentralización económica
El predominio del “libre mercado” ha traído crecimiento económico concentrado en Lima y partes de la costa, y casi ningún crecimiento a la sierra y selva. La explotación minera y petrolera que allí se ha asentado no ha traído desarrollo, como lo atestiguan Pasco, Hualgayoc o Huancavelica. La falta de infraestructura, los problemas del mercado y la falta de desarrollo tecnológico propio, han llevado a un escaso crecimiento del agro y la industria en estas zonas. La consecuencia es una enorme desigualdad económica entre regiones que produce una fractura social y que reproduce el centralismo: ahora, por decisiones tomadas en Lima, Cusco no tiene acceso a su propio Gas de Camisea. Cambiar esto pasa por permitir a las regiones que tomen decisiones en un marco de concertación con el sector privado, pero también por un plan nacional de desarrollo económico descentralizado en el que la infraestructura es clave.
4. Más promoción de la pequeña y mediana empresa
Si bien pueden traer progreso, las grandes empresas acumulan enorme poder económico, afectando la competencia; y político, logrando acceso a Palacio de Gobierno y obteniendo leyes a su medida. Ahora, para favorecer al Grupo Romero y sus plantas de etanol, todos pagaremos un sol más por los combustibles, afectando a los consumidores, pero también la competividad de la industria. Las pequeñas y medianas empresas son las que más empleo generan, son reflejo del emprendedurismo popular, llevan a un crecimiento de la clase media y a una mejor distribución del ingreso y del poder. Por eso es que el Estado debe concentrar sus esfuerzos de promoción en ellas, facilitándoles el crédito, abriéndoles mercados, transfiriéndoles tecnología y apoyando su organización gremial.
5. Más presupuesto social
El neoliberalismo peruano ha estado marcado por un enorme desprecio a las políticas sociales. Pero lo social también tiene una fuerza económica. La educación es necesaria para aprovechar y desarrollar nuevas tecnologías. Los sectores sociales son intensivos en empleo. Reducir los riesgos de la gente mediante la seguridad social incentiva a que se animen a invertir sus ahorros. Garantizar derechos sociales reduce la desigualdad y favorece la estabilidad política y social, dando confianza a los inversionistas. Para ello, la política social tiene que tener mayor prioridad presupuestal, lo que pasa por una reforma tributaria.
6. Más sostenibilidad ambiental
Priorizar la extracción de minerales, petróleo y madera, sin una regulación ambiental adecuada, ha llevado a cuantiosos daños ambientales. A lo que hay que sumar el calentamiento global, frente al cual somos el tercer país más vulnerable del planeta, estando la costa en grave riesgo de sufrir escasez de agua, la que ya amenaza la agricultura iqueña. El crecimiento económico tiene que hacerse dentro de un marco de estricta regulación ambiental, y los planes de desarrollo tienen que prepararnos frente a los enormes cambios ambientales que viviremos las próximas décadas. Frente a la pura extracción de recursos agotables como la minería y los hidrocarburos, hay otras alternativas económicas como el ecoturismo, la captura de gases de efecto invernadero o el aprovechamiento de nuestra biodiversidad que sí son sostenibles.
7. Derechos laborales
El “libre mercado” ha llevado a trabajadores sin derechos y con bajos salarios. Esta política del “cholo barato” reduce el mercado interno, frena la capacitación y desincentiva el avance tecnológico. Cambiar esto pasa por permitir la sindicalización, favorecer la negociación colectiva con justicia y promover la capacitación laboral.
8. Más política económica anticíclica
No estábamos blindados ante la crisis. El mayor problema fue el neoliberalismo del gobierno, esa confianza absoluta en el crédito y los capitales privados moviéndose de un país a otro sin ninguna regulación. Está claro en todo el mundo que eso fue un grave error. A futuro, la política económica más importante tiene que ser la de mantener la estabilidad macroeconómica, actuando con inteligencia y a tiempo para evitar, no sólo la inflación, sino también las recesiones.
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