Inversiones, Competitividad e Impuestos

martes, 8 de junio de 2004

El argumento más utilizado contra las regalías mineras ha sido que harán que las inversiones dejen de venir al Perú, y por ello nuestro crecimiento se detendrá. La lógica es simple: como la producción minera tendrá mayores costos, entonces será menos rentable. Y a menor rentabilidad, menos inversiones.

La manera más fácil de demostrar lo absurdo de esta tesis es llevarla al extremo: Si todos los impuestos aumentan los costos, y por lo tanto afectan la rentabilidad, entonces lo mejor sería que las empresas no paguen ningún impuesto.

Esta lógica es incorrecta porque siendo cierto que atraer inversiones requiere otorgarles rentabilidad, no es verdad que el único camino para ello es bajar los salarios y los impuestos. En el Perú los salarios son más bajos que en Chile, pero ellos son más competitivos que nosotros. Nuestros salarios e impuestos son mucho más bajos que los que prevalecen en Estados Unidos o Alemania, y ellos nos ganan en competitividad. Y a ninguno de esos países se les pasa por la cabeza que lo fundamental para competir es reducir sus costos laborales o sus impuestos.

Hay una mejor alternativa para ser rentables: aumentar la productividad. Es decir, introducir nuevas tecnologías y mejorar la organización económica y social para que se pueda producir más con el mismo número de trabajadores y la misma inversión. Este es un mejor camino: la historia de la humanidad muestra que la productividad puede incrementarse casi sin límites, y que cuando esa productividad aumenta, mejoran también los ingresos, los salarios y el bienestar.

Para aumentar la productividad y lograr el desarrollo, la inversión privada no lo es todo. También juegan un rol central el esfuerzo de los trabajadores calificados y no calificados y de las familias enteras por superarse y progresar junto al país, la investigación científica, la cohesión y organización social, los valores de solidaridad y honestidad, y la acción pública. La sociedad entera tiene que establecer un marco que favorezca el desarrollo y, de esa manera, también se logrará una rentabilidad adecuada. Para ello, se requiere conjugar el interés por la ganancia privada de los inversionistas, un estado que provea infraestructura y bienes públicos, una alianza entre el estado y el sector privado para aumentar competitividad, y un contexto de relaciones sociales favorables a la estabilidad y la cooperación entre todos.

Los ingresos del estado deben entenderse como parte de esta política. El estado requiere recursos para poder facilitar el crédito a los agricultores y pequeños empresarios, alentar a los extranjeros a venir a hacer turismo al Perú y comprar nuestros productos, promover la innovación y modernización tecnológica, y educar a la población para que estos cambios sean posibles. El estado debe también promover la generación de mayor confianza y cooperación social, lo que pasa –entre otras cosas- por reducir las enormes brechas de desigualdad y exclusión existentes entre los peruanos.
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Mayores ingresos públicos obtenidos de manera justa y utilizados sabiamente, promueven el desarrollo nacional. Las regalías mineras son justas. Toca ahora asegurarnos de que sirvan para mejorar las condiciones de vida de todos los peruanos.

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