Un reciente artículo de Waldo Mendoza, titulado “En defensa del neoliberalismo” (El Comercio, 19.01.2010) provoca iniciar un debate. Ha puesto la pelota en la cancha de los críticos y corresponde responder.
Primero veamos aquello en lo que estamos de acuerdo con Waldo: tienen que hacerse cambios para “enfrentar mejor los shocks externos” y, para que “dejemos de ser uno de los países más desiguales en América Latina” se requiere “elevar sustantivamente la presión tributaria para sostener un gasto público mayor en capital humano e infraestructura”.
Despejando la cancha
Segundo, dejemos de lado los falsos debates. Criticar al modelo neoliberal no equivale a defender una “intervención estatal que entorpece el funcionamiento de la economía” (estoy seguro de que Waldo Mendoza considerará también la defensa del medio ambiente o la salud pública como objetivos válidos de la acción pública). Claro que no son raros los estados que toman malas medidas. El tipo de cambio múltiple en Venezuela, puede ser un buen ejemplo de eso: por nuestra experiencia con el dólar MUC sabemos a dónde eso nos lleva.
Lo mismo podemos decir acerca de eliminar el derecho de propiedad menospreciando la seguridad de los inversionistas, o de aplicar políticas fiscales insostenibles gastando ingresos extraordinarios a tontas y a locas (como en el Perú hoy se exige que hagan los gobiernos regionales con su canon). El mercado debe funcionar y la estabilidad macroeconómica debe ser cuidada.
Pero iniciar un debate tomando como base las intervenciones estatales tontas, sería como basar la crítica al neoliberalismo en propuestas extremas como las de eliminar el Banco Central (propuesto por Carlos Boloña en su momento, pero que ningún economista serio siquiera consideraría). Dejemos esos recursos polémicos a un lado.
Cambios necesarios
Detengámonos mejor en los cambios que nuestra economía requiere. Si bien hay un acuerdo general en elevar la recaudación (aunque hasta ahora hay muy poco avance real), un tema fundamental es cómo. En un reciente debate que tuve con PPK, este buen representante del neoliberalismo planteaba, para mejorar la recaudación, reducir la CTS y las gratificaciones de 16% del salario a 2%, para que así las empresas se formalicen y tributen más.
Por el contrario, lo principal para mejorar la recaudación es cobrarles impuestos a las empresas mineras, petroleras y financieras que han tenido enormes ganancias los últimos años, y establecer impuestos a las grandes fortunas y a la herencia. Redistribuir el ingreso requiere una tributación que se concentre en los más ricos. Por su parte, promover la formalización no pasa por reducir derechos laborales y los ingresos de los trabajadores, sino por facilitar los trámites y el crédito a los pequeños empresarios, y ser más estricto en la fiscalización hacia las grandes empresas.
Pero la redistribución no solo pasa por impuestos y gastos públicos. También se necesita garantizar derechos laborales que permitan una mejora de los salarios reales, que están estancados hace años y cuya participación en el PBI ha caído de 30% a apenas 21%. Hablamos de que los trabajadores puedan hacer su sindicato y negociar su pliego de reclamos sin temor a ser despedidos, lo que no sucede en el Perú aún siendo un derecho básico reconocido internacionalmente. Luchar contra la pobreza exige también promover aquellas actividades que dan más empleo a la gente, de donde la mayoría de peruanos vive: agricultura y pequeñas empresas.
Punto clave: políticas sectoriales
Otro punto clave en esta discusión sobre el neoliberalismo es: ¿hacen falta o no políticas que promuevan el turismo, que faciliten el avance tecnológico, que apoyen el surgimiento de nuevas industrias, que descentralicen la economía? ¿Basta con el funcionamiento “libre” de los mercados, o es necesario además una intervención consciente del estado para dirigir la economía, promoviendo las actividades que pueden tener mejores efectos sociales, ser sostenibles ambientalmente y promover una mayor dinamización productiva en el largo plazo?
Por cierto, cuando hablamos de intervención estatal, no debemos pensar que esta deba ser exclusiva o principalmente mediante empresas públicas; un rol primordial deben jugar regulaciones de mercado que generan incentivos a la inversión y la empresa privada, como impuestos, créditos, subsidios, normas de defensa del consumidor y estandarizaciones.
El neoliberalismo ha considerado estas políticas como distorsionadoras del mercado y generadoras de ineficiencia, aunque Comex y el IPE, los grandes defensores de la apertura comercial, nada han dicho cuando se protege al biodiesel del grupo Romero de la competencia internacional.
Finalmente, una buena discusión requiere también precisar qué no debe cambiar, y más bien hay que defender y mejorar. Anoto 4 centrales: 1) Una política macroeconómica anticíclica (fiscal y monetaria), que la hemos tenido por primera vez en 2009; tardíamente, pero más vale tarde que nunca; 2) El apoyo a nuestras exportaciones no tradicionales, incluyendo el turismo, que han crecido fuerte en los últimos años y eso está muy bien; 3) El avance de la construcción y la industria orientada al mercado interno; 4) Las inversiones públicas en infraestructura.
Pelota devuelta. Waldo, está en tu cancha.
Publicado en la revista Domingo del diario La República 24/01/2010
Enlace:
http://www.larepublica.pe/archive/all/domingo/20100124/13/pagina/1558
Iniciando un debate con Waldo Mendoza
lunes, 25 de enero de 2010
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1 comentarios:
Me gusta la de cobrar más impuestos a las empresas mineras y a las grandes fortunes ,incluyendo herencias.Aca también hicieron un DNI nuevo que recauda cada 10 años.Es una buena idea y costo poca plata.
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