Uno de los efectos mayores de la crisis internacional está siendo la reducción del canon petrolero, que sustenta las inversiones públicas de gobiernos regionales y municipios en Piura y Tumbes, así como en Loreto y Ucayali.
Como se sabe, el canon petrolero es un porcentaje del valor de producción y por eso está directamente vinculado al precio internacional del petróleo. Como el precio del petróleo ha caído a nivel internacional de los US$ 140 el barril hasta menos de US$ 50, el valor de la producción se reduce en la misma proporción, y con ello el canon petrolero.
Es cierto que el barril de petróleo solo estuvo en US$ 140 poco tiempo. Pero durante muchos meses ha estado encima de los US$ 100 el barril, y ahora parece que se quedará debajo de US$ 50 por un buen tiempo, y se habla de que puede bajar hasta US$ 30. La reducción del canon puede ser, por eso, muy fuerte, y dejar sin presupuesto a muchas de las obras programadas con este financiamiento.
Al público seguramente le llamará la atención que, si la reducción del precio del petróleo provoca una disminución del canon, ¿por qué no produce también una caída en el precio del diesel y la gasolina? Muy sencillo: porque el gobierno ha decidido que ese precio interno no baje, a pesar de la caída en el precio internacional del petróleo, para hacer que la diferencia entre el precio internacional y lo que pagamos los peruanos ingrese en la caja fiscal, es decir, a los bolsillos del gobierno.
Que ese dinero vaya a un bolsillo separado, llamado "fondo de estabilización de los combustibles", hace tanta diferencia como cuando usted, amigo lector, decide poner algún sencillo en un bolsillo separado: sirve para administrarse mejor, pero no cambia para nada el hecho de que el dinero es suyo y aún puede usarlo en lo que quiera.
Por eso, del mismo modo que el gobierno está usando ese dinero para ponerlo en ese bolsillo suyo llamado "fondo de estabilización", podría el gobierno destinar ese dinero o parte de él para compensar los menores ingresos de las regiones que reciben canon petrolero. O podría simplemente reducir el precio interno de los combustibles. Ambas medidas ayudarían a defender la actividad económica de la crisis internacional.
El paquete anti-crisis
Frente a la crisis, el Presidente García ha anunciado un paquete de medidas anti-crisis. ¿Nos resguardará de la crisis? Evitará los despidos, el empobrecimiento de los agricultores, la pérdida de posibilidades para las micro y pequeñas empresas? Ayudará a las familias pobres a capear el temporal?
El discurso de García con el paquete anti-crisis implica un reconocimiento de que no estábamos "blindados", como lo repitiera tantas veces. Más vale tarde que nunca, aunque el tiempo perdido en responder a la crisis internacional tiene un alto costo, haciendo que algunos de los golpes que nos dará esta crisis sean irremediables.
El centro del paquete son los 10,000 millones de soles de impulso fiscal, que resultaría necesario para compensar la caída de exportaciones e inversiones. Pero buena parte de eso ya estaba programado. Por ejemplo, los 10,000 millones incluyen 2,200 millones de soles de Foniprel, que ya estaban previstos. Y no hay una línea sobre apoyo al presupuesto para inversiones de gobiernos regionales y municipalidades. Tampoco ninguna rebaja en el precio interno de los combustibles.
Por otro lado, el paquete tiene muy poco componente redistributivo y anti-pobreza, y por el contrario con alto énfasis en el gran capital y la inversión privada.
En efecto, hay pocos respecto de programas sociales, empleo y agricultura, nada sobre educación y salud. Tal vez 300 millones de soles extra para nutrición, cuando ya el presupuesto recorta 400 millones de soles a los municipios para programas sociales. Apenas 100 millones de soles de "apoyo a trabajadores en áreas afectadas". Se anuncia el programa Sierra Productiva, pero sin presupuesto ¡ Se destina menos a estos sectores, que a las viviendas de US$ 100,000 para los sectores de altos ingresos, que recibirían 900 millones de soles!. Y claro, se les permite a las mineras y otras empresas pagar impuestos con obras que no serán fiscalizadas, mientras ya no pagarán el "óbolo minero".
Los pobres del campo
Uno de los sectores en los cuales la crisis internacional probablemente se sienta con más fuerza es entre los trabajadores agrícolas de productos no tradicionales de exportación, ubicados sobretodo en los valles de la costa. La reducción de la demanda y del precio internacional de espárragos, frutas, páprika y otros productos está siendo respondida por las empresas con el despido (o finalización de contratos sin renovación) de cientos de trabajadores. Por su parte, el mayor desempleo que esto genera va a generar una caída en el jornal agrícola. De esta manera, cientos de familias van a verse empujadas a una mayor pobreza.
Para aquellos que optaron por vender o alquilar por largos plazos sus tierras, esta situación puede ser particularmente difícil, ya que carecen de lo que tradicionalmente fue un pequeñísimo "colchón de seguridad" ante estas situaciones de crisis. Hoy, quienes vendieron ya no tendrán esos pequeños ingresos de la chacra que les ayudaban, y dependen completamente de que alguien los contrate. Pero incluso para quienes mantienen sus pequeñas áreas de cultivo, la crisis internacional está haciendo que los precios agropecuarios se reduzcan, y ante la inacción del gobierno, esto que los va a empobrecer.
Por eso, el gobierno debiera estar particularmente atento a esta problemática social. Junto a medidas de protección de los precios agropecuarios con sobretasas a las importaciones, debiera poner en marcha ¡ya! un programa de empleo temporal para la construcción, rehabilitación y mantenimiento de pequeñas obras de infraestructura, como canales de riego, caminos rurales, colegios, postas de salud, etc. El desarrollo de obras de riesgo y habilitación de suelos que permitan ampliar las áreas de producción es otra alternativa. De esta manera, dando un empleo a quienes lo pierden, pero que genere algo útil y la sociedad, se daría una alternativa a quienes estarán más golpeados por la crisis.
Si esto no se hace, la poca atención a los despidos y empobrecimiento de los agricultores y microempresas que traerá la crisis, será sin duda una de las razones para que 2009 sea recordado como el año en que el segundo gobierno de García consolidó el rechazo popular.
Publicado en el Suplemento Semana del Diario El Tiempo
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