Inconsecuencia

domingo, 3 de julio de 2005

Los economistas neoliberales basan su pensamiento en dos premisas. La primera: todo el mundo actúa exclusivamente pensando en su propio interés. La segunda: el mejor régimen social es aquél en el que se permite que cada persona pueda comprar, vender y contratar con otros sin intervención pública. La conexión entre ambas es la conocida y malentendida frase de Adam Smith respecto de los efectos beneficiosos de la “mano invisible” del mercado, que sería el instrumento mediante el cual, buscando cada uno su propio beneficio, salimos todos beneficiados.

Pero resulta que en el Perú la mayoría de economistas de esta tendencia aplican la doctrina discrecionalmente. Es decir, a veces se basan en ella y a veces la guardan bien escondida bajo la alfombra.

Su postura frente a las AFPs es uno de los casos en el que esconden su ideología bajo la alfombra. Aún cuando ellos plantean que el estado debe dejar que los consumidores escojan los productos que más les gustan y el mercado funcione libremente, en el caso de las AFPs a ninguno de ellos les hace cosquillas que el estado nos obligue a los trabajadores formales a un descuento del 11% de nuestro salario para este sistema, ni que las empresas tengan que hacer aporte alguno. El intervencionismo estatal en este caso es flagrante. ¿Por qué para ellos la intervención del estado en la economía debe ser criticada, la desregulación promovida y la libre voluntad de los consumidores ensalzada en todos los demás casos excepto en este? ¿Por qué desde su punto de vista el estado debe flexibilizar el mercado laboral, pero mantener rígidamente esta obligación sobre los trabajadores?

Me pareció que esa actitud de actuar en contra de su propia ideología era un poco extraña. Hasta que recordé la primera regla de su ideología: cada quien actúa pensando exclusivamente en su propio interés. Saqué la cuenta entonces que, si ellos creen que todo el mundo actúa pensando en su propio interés, consecuentemente en este caso ellos deben estar actuando pensando en su interés individual. Es lo lógico, pero ¿será verdad? No siempre las buenas historias son verdaderas, a veces la realidad nos sorprende. Me percaté entonces que su instituto favorito - el IPE - tiene contratos con una AFP, que hay un libro publicado sobre las AFPs financiado por ellas mismas y que Procapitales – otra institución cuyo director defiende ardorosamente todo lo que las AFPs dicen - es en parte propiedad de la Asociación de AFPs. Con esos datos diera la impresión que, efectivamente, la teoría neoliberal describe correctamente el comportamiento de mucha gente; por lo menos de quienes creen en ella.
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Como yo no actúo así, sé que también hay otras motivaciones tras la conducta humana. Tal vez haya quienes defienden las AFPs por buena voluntad. Por eso, se me ocurrió pedir que, cuando estos amigos escribieran, dijeran si han recibido o reciben, directa o indirectamente, dinero de una AFP. Así, los lectores podrán conocer su interés e incluir ese factor en su consideración de los argumentos. No he sido escuchado. Quien sabe, tal vez sea porque están siguiendo el comportamiento egoísta en el que se basa su teoría y está en su propio interés no revelar esos financiamientos.

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