Punta y Base

viernes, 24 de noviembre de 2006

No hay problema más importante para el desarrollo económico nacional que la difícil combinación entre los sectores de punta de la economía nacional, y la enorme base de peruanos empobrecidos que se refugia obligadamente en su pequeña chacra o negocio ambulante.

Hasta el momento, el crecimiento económico no ha logrado incorporar a la mayoría de peruanos a un empleo digno y una vida decente. Todavía tres cuartas partes de los peruanos se gana la vida en condiciones inadecuadas, sin seguridad social. La pobreza no se ha reducido en la última década. Un reciente trabajo del gobierno, el Mapa de Pobreza, ha ratificado que la pobreza sigue estando concentrada en al sierra y la selva, y sobretodo en las zonas rurales de esas regiones. La enorme desigualdad, con una minoría privilegiada y un estado que no tiene recursos para cumplir su función, no puede mantenerse.

Una propuesta de desarrollo que incluya a las mayorías tiene que otorgar un lugar central a los mecanismos para que este desarrollo tenga una ancha base. El objetivo no es que “chorree más”, es decir, que el crecimiento económico siga concentrado en pocos mientras la mayoría espera que le caigan algunas gotas de mejora social. Lo que debe buscarse es que el desarrollo sea de todos, también y sobretodo de los campesinos pobres, los pequeños y microempresarios de la ciudad y del campo, y de los trabajadores industriales, del comercio y los servicios. Todos los peruanos debemos ser actores y beneficiarios de ese desarrollo.

Una propuesta de desarrollo alternativo no puede ignorar, sin duda, la necesidad de que también se incrementen las inversiones de gran volumen. Aunque sea poco, generan empleo, aportan al fisco, traen divisas y promueven la modernización. Pero hay que considerar que lo que queremos como sociedad no es maximizar inversiones sino maximizar bienestar. Considerar también que las mayorías también tienen potencial económico y pueden producir más y mejorar sus negocios e ingresos.
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En este esquema, atraer grandes capitales al país es importante, siempre que aporten al desarrollo nacional: que no sean corruptos, que paguen impuestos, que generen empleo, que transfieran tecnología. Para ello, hacer que estos sectores no se encapsulen sino que se alíen y trabajen con los pequeños productores, es fundamental. Una estrategia de desarrollo inclusiva, pro-pobre pasa por reforzar las conexiones entre los sectores y empresas de mayor productividad, muchos de ellos vinculados a la explotación de recursos naturales, y las microempresas del campo y la ciudad. Vínculos que pasan por la elevar en forma progresiva la recaudación tributaria para dedicarla a educación y salud, y por promover la inversión de esas familias ampliando el mercado interno y facilitándoles el crédito.

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