Regalias Mineras y Modelo Primario-Exportador

viernes, 14 de mayo de 2004

El debate actual sobre las regalías mineras remite a la discusión sobre el modelo minero-exportador. Este modelo o estilo de desarrollo ha sido criticado porque: 1. los beneficios están altamente concentrados y la mayor parte terminan se remite al exterior en vez de reinvertirse en el país, 2. hay escasa demanda de insumos y procesamiento de materias primas que lleve a la generación de valor agregado, 3. se generan costos ambientales significativos, 4. hay poca tributación y poco empleo, por lo que se produce una elevada desigualdad económica y social, 5. hay fuertes fluctuaciones económicas asociadas a la alta variabilidad de los precios internacionales de los minerales.

Un problema adicional es la llamada “enfermedad holandesa”, que se produce cuando un país descubre un recurso natural (en el caso famoso de Holanda fue el gas) que puede ser exportado a bajo costo. Esa exportación produce una entrada masiva de divisas que reduce el tipo de cambio, lo que su vez hace que la industria nacional sea menos competitiva. En otras palabras, el equilibrio cambiario, debido a que la minería produce muchas divisas a muy bajo costo, se produce con un tipo de cambio relativamente bajo, el mismo que no permite el desarrollo de amplios sectores industriales cuyos costos son mayores porque no tienen como base un recurso natural especialmente abundante como puede ser una veta minera. Así, exportar productos no tradicionales o competir con textiles chinos se vuelve más difícil gracias a este virus.

La respuesta a esta problemática no es, obviamente, abandonar la minería. Eso sería una necedad. Lo que se critica no es la minería, sino una estrategia económica que, al afectar otras actividades como la industria, el turismo y el agro, termina frenando el desarrollo nacional. La minería debe servir para promover desarrollo nacional, y no para detenerlo.

Esto implica alternativas a dos niveles. Por un lado, en relación a la dinámica propia de la actividad minera, hay que controlar los riesgos ambientales, promover una mejor relación con las comunidades vecinas, favorecer el desarrollo tecnológico minero nacional y buscar una mayor integración con los productores nacionales de insumos. Por otro lado, hay que utilizar la minería como una palanca para el desarrollo nacional, en particular como una palanca financiera hacia el resto de la economía.

Las regalías pueden servir a varios de estos objetivos. Al generar recursos que en parte serán destinados a las regiones y municipios donde están localizadas las minas, permitirá un mayor equilibrio entre explotación minera y comunidades vecinas.

Además, las regalías permiten amenguar los efectos de la “enfermedad holandesa” sobre el tipo de cambio, ya que reducen la rentabilidad extraordinaria propia de la extracción de recursos minerales para las empresas privadas, y tienden a igualar la rentabilidad económica entre actividades extractivas e industriales. Si al mismo tiempo, las regalías se utilizan para ampliar la presencia del estado y proveer de bienes y servicios básicos a la población, se reducirá la desigualdad y ampliará el mercado interno, disminuyendo la inestabilidad política y económica.
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Las regalías son solo una parte de una alternativa de desarrollo para la actividad minera, pero reflejan una cuestión mayor: si queremos seguir con el actual modelo de desarrollo primario-exportador, o si iniciamos el cambio hacia un modelo más inclusivo y con más perspectivas de futuro. El interés nacional debe sobreponerse al de quienes explotan nuestras riquezas naturales.

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